Sin espacio para más errores
Un problema político como el que vivimos requiere fortalecer la institucionalidad y el liderazgo de quienes lo ejercen, empezando por un ejecutivo que ya no puede equivocarse. No hay más espacios para seguir cometiendo errores, que van desde deslices lingüísticos hasta no analizar los impactos sociales de las alzas, es algo que debiera estar despejado, pero debe enfatizarse.
Si el Presidente Sebastián Piñera hizo bien la tarde del domingo reuniéndose con los tres poderes del Estado, dando una señal de diálogo, reiterando que "había escuchado el mensaje" de la ciudadanía, apenas pocas horas después, en la misma jornada, se arriesgó a tirarlo todo por la borda.
El encuentro con Jaime Quintana, presidente del Senado, Iván Flores, presidente de la Cámara de Diputados y el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, fue una excelente señal, en el entendido de que el Estado comienza a operar en horas de caos. Las instituciones son las que pueden sacarnos de este atolladero, porque es un problema político.
Sin embargo, el Mandatario tuvo más tarde una frase desafortunada al afirmar: "Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie".
Así, solo quedan dudas de la correcta evaluación que el Jefe de Estado hace del malestar existente y no abre caminos para amainar las pasiones y abrir un diálogo -y orden, que ahora es lo fundamental- para el futuro.
Debemos insistir que cualquier salida debe ser por vía de la institucionalidad. Esta es la arquitectura más adecuada para resguardar la democracia, hoy afectada, no por las protestas y demandas, pero sí por una minoría descontrolada que ha cometido innumerables ilícitos a lo largo de todo Chile.
El gobierno debe entonces tomarse en serio el desafío y la clase política -vilipendiada por los ciudadanos- debe mostrar una altura de miras que en los últimos años le ha sido ajena y comprender la magnitud de la crisis que vive la nación. Esta no es una protesta cualquiera; será muy difícil resolverla.
No hay más espacios para seguir cometiendo errores, que van desde deslices lingüísticos hasta no analizar los impactos sociales de las alzas, es algo que debiera estar despejado, pero debe enfatizarse.
Las torpezas del gobierno, que no ha mostrado una agenda, han quedado desnudas, pero no es el momento para seguir hundiéndolo; aquí debe venir el orden, la calma y un trabajo más amplio de cara al futuro del país.