Gaytán, mi amigo
Con tu paso cansino y sinuoso, desgarbado y ensimismado, pasabas cerca de nosotros, tus alumnos de la ayudantía de Literatura medieval. Ayudante de Maya, claro. Osvaldo Maya, quien luego se convertiría en tu "socio" de esa editorial virtual bautizada por Mónica como "la cosa nostra": Libro de autoría Gaytán, prólogo de Maya y viceversa. ¿quién seguirá tus pasos? ¿quién estudiará con tanto celo y rigurosidad nuestra literatura? ¿quién nos acogerá, atento y gentil, para conversar "la luz de una botella de inteligente vino"'?
Nosotros, "esos amigos de Mónica que con el tiempo se han convertido en mis amigos", tus amigos de esta dedicatoria, te recordaremos como el hombre, la persona, que dedicó toda su vida a las letras del Norte, y además fue nuestro gran compañero en la vida, por más de 40 años. Los hombres de letra y la historia dedicarán muchos espacios a recordar tu obra., tu temeraria lengua filosa, oportuna y veraz. A mí me gusta pensarte y verte sirviendo un café con leche humeante a mis hijos pequeños, otrora, que crecieron junto a los tuyos, regalando una caja de cartón, ante la mirada atónita de su madre, a tu hijo Max, solo para que estimulara su imaginación. Caja que hubo que reparar infinitas veces, porque, efectivamente fue barco, avión, bus, casa, cohete, caballo, tren, etc. Me gusta recordarte llegando a la casa de Colombia a instalarte en el pisito verde a conversar con mi padre de la vida y demases. ¡Cómo la vida se encarga de juntarnos! Surcando surcos, llegaste a nuestras vidas, conociste a mi padre, primo de Manuel Durán Díaz. Curioso ¿no? Me gusta escuchar tu voz, llamando a Osman para preguntarle por un Director de tal o cual película, a horas "nonc santas". Me encanta cerrar los ojos y verte junto a Agustín, "agustincho", que llegó a "humanizarte", como abuelo.
Nos harás falta, Negrito, pero sonreiré al saber que fuiste consecuente y viviste y "aunque la vida perdió, dejónos harto consuelo su memoria".
María Alexandra Durán, profesora