El 8 de octubre de 1879, hace exactos 140 años, el país selló buena parte del triunfo sobre Perú y Bolivia, en la Guerra del Pacífico, con la captura del monitor Huáscar, el buque más temido de la marina incaica.
El Combate Naval de Angamos, conmemorado ayer tiene una importancia enorme en el desarrollo del conflicto. Quien tuviera la fuerza principal sobre el mar tendría las principales posibilidades de vencer. Para Chile, el escenario era bien categórico: la conquista del desierto, pasaba por asegurar el dominio en el Pacífico, lo que se consiguió en Mejillones.
Las fuerzas chilenas comandadas por Juan José Latorre, a cargo del Cochrane y Galvarino Riveros, a bordo del Blanco Encalada, más otras naves menores, dispusieron del Huáscar y la corbeta Unión. El monitor tutelado por el noble contraalmirante, Miguel Grau Seminario, era la amenaza más compleja para las fuerzas nacionales, después del hundimiento de la Independencia el 21 de mayo de ese mismo año.
La jornada en la que cayó Arturo Prat Chacón, capitán de la Esmeralda, fue un punto absolutamente determinante para la identidad nacional. La muerte de Prat empujó a miles de chilenos a enrolarse en las fuerzas nacionales que partían al norte. Meses después, con la captura del Huáscar se abría la campaña terrestre que Chile comenzaría, incluyendo el desembarco anfibio en Pisagua (el primero de la era moderna) y las posteriores campañas que terminaron en Lima y la Sierra incaica.
No se trata de reabrir heridas, sino de reconocer un hito enorme para Chile y Perú. En Angamos se cimentó gran parte del triunfo nacional y en Perú emergía con aún más grandeza la figura de don Miguel Grau, a quien distintas biografías, incluyendo la totalidad de las chilenas, distinguen como un gran marino y un caballero. De más está recordar la delicada acción que tuvo con doña Carmela Carvajal, viuda de Prat, tras la muerte del oficial en la cubierta del Huáscar.
Angamos no es una fecha cualquiera, han pasado 140 años, allí nacieron héroes para ambas naciones y se forjó buena parte de las identidades nacionales.
Hay que mirar el futuro, respetando el pasado.