Un cuento de Ítalo Calvino
"La relación entre los grandes negocios y política tiene al borde de la destrucción la insuficiente democracia".
Hay un cuento de Ítalo Calvino, "La Oveja Negra". Se trata de una sátira al mundo en el que vivimos, en donde existen dos clases muy diferenciadas: los ladrones, ya no se esconden y, en cambio, la gente buena es la que tiene que ocultarse. Así es el mundo que nos tocó vivir. La gracia de la vida es que las cosas siempre pueden cambiar. Para ello debemos sustentarnos en algunos principios: que la política es para servir, que no es para enriquecerse y atiborrarse de privilegios, y que solo el estudio riguroso de los asuntos públicos y su presentación transparente hacen posible un debate público informado. Hoy, esos principios están asediados, casi en vías de extinción en la vida pública, no solo chilena sino global. La democracia está siendo dinamitada por graves desaciertos que abrieron las puertas de par en par al regreso del despotismo en el mundo.
El mundo está en una situación similar a la que vivió entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces emergieron, con potente fuerza, dos autoritarismos: el nazismo y el estalinismo. Las democracias sobrevivieron casi de milagro porque los dos extremos tienen la capacidad de minar la democracia. Pero en el caso nuestro, el principal responsable de que el país se acerque a una hecatombe es un sistema corrompido que dejó de resolver las necesidades vitales de sus ciudadanos.
Cada vez que un ciudadano tiene una opinión frente a los asuntos públicos está haciendo política. La desgracia de Chile es que solo un grupo se apoderó del monopolio de la representación política y lo convirtió en coto exclusivo de caza para sí, sus mujeres, sus amantes, sus sobrinos, sus primos, sus nietos, sus bisnietos. El peso y costo de la política activa es desmesurado en toda nuestra sociedad y su eficacia es casi nula. ¿Recuerda el nombre de algún político suizo? En las sociedades que transitan bien, el peso de los políticos es modesto. En las sociedades que funcionan mal, ese peso es desmesurado. ¿Por qué será?
Toda la vida hemos dicho que hay que tumbar el clientelismo. Y lo que realmente tenemos que mejorar es el tipo de Estado que sirve de instrumento a la corrupción. El juicio a Penta o a los políticos que recibieron aportes ilegales de Soquimich por ejemplo, reveló que éstos tenían poder en el Congreso para hacer aprobar leyes que les eran favorables a ellos y sus negocios. La relación entre grandes negocios y la política tiene al borde de la destrucción la insuficiente democracia que habíamos conquistado en Chile. Hoy, la corrupción propicia que surja un líder nacionalista, vociferante y demagogo.
Desacreditados ante la ciudadanía, los políticos de cualquier forma deben sumar votos para minimizar el riesgo de perder las ventajas que otorga el sistema. La lección es que, frente a los poderosos de este mundo y sus atropellos, debemos estar organizados y más vigilantes que nunca.
Cristian Muñoz
Historiador