Daniel Contreras Palma
En plena crisis de la educación superior en 2012 el propio ministro de Educación de aquel entonces, Harald Beyer, realizó un duro llamado a no matricularse en la Universidad Pedro de Valdivia, esto luego de que el rector de la época, Ángel Maulén, fuera acusado de sobornar al presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) para obtener la certificación del plantel, práctica en la que también incurrió la extinta Universidad del Mar.
El episodio, que terminó en una condena de tres años de libertad vigilada y una multa de $100 millones para Maulén, y otra multa de $50 millones para la universidad, fue un mazazo para la institución que durante casi siete años se mantuvo en total silencio, casi "avergonzada" según palabras del nuevo rector nacional de la Universidad Pedro de Valdivia, Rafael Rosell Aiquel.
Las consecuencias directas de esta crisis fueron perder la acreditación, la que todavía no logran recuperar, lo que le impide acceder a beneficios fiscales para sus alumnos, y una fuga importante de estudiantes que pasó de más de 11 mil a 6 mil alumnos.
Pese a todo, hoy la institución está empeñada en recomponer su prestigio, con nuevas inversiones y un fuerte énfasis en regiones. Prueba de ello, es que esta semana inauguraron en Antofagasta una nueva sede para acoger a los más de 800 alumnos que cursan alguna de las 13 carreras que imparte esa casa de estudios en la comuna.
En esta entrevista el rector nacional de la Universidad Pedro de Valdivia, Rafael Rosell Aiquel, analiza el pasado, presente y futuro de la institución.
¿Cómo han sido estos siete años para la universidad, luego de la crisis que vivieron a partir de 2012?
-Ha sido un periodo difícil para la universidad. Como una institución de educación superior y las características que tiene, sufrimos una situación muy compleja desde el punto de vista ético. Ahora bien, los actos criminales son individuales, así como también las responsabilidades. Por lo tanto la universidad ha sufrido colectivamente el acto que cometió una persona que en su minuto estuvo a cargo de la universidad. Esa persona fue procesada y condenada, no así la universidad.
A pesar de ello la universidad ha estado sufriendo una situación que evidentemente no le correspondía. Fundamentalmente por los estudiantes que tiene, sus familias y los 11 mil egresados de la universidad y cuyo título está siempre detrás del escritorio cuando ellos están realizando su trabajo.
Eso llevó a que la universidad no pudiera acreditarse todo este tiempo porque había una situación pendiente que fue resuelta en julio 2017, en que se sobreseyó a la universidad de cualquier situación irregular.
¿Cuáles fueron los costos públicos que debieron asumir como universidad tras esta crisis?
-Fundamentalmente fue imagen y prestigio. Si recordamos en un momento determinado el mismo ministro de Educación ( Harald Beyer) de la época llamó a no matricularse en la Universidad Pedro de Valdivia. Eso evidentemente produce un golpe gigantesco en la confianza de la familia y hay una disminución grande de estudiantes. La matrícula cae fuertemente en la universidad.
Nueva etapa
¿Cuál es la situación actual de la universidad? ¿Cuál ha sido el foco para recomponer la confianza con la ciudadanía?
-La universidad hoy en día está en un proceso totalmente distinto y se atreve a hacer lo que está haciendo como invertir más en Antofagasta, por ejemplo, con la nueva sede que acabamos de inaugurar y se atreve a invertir más en otras sedes y asegurarlas, llamando a sus estudiantes a que no tengan temor de incorporarse a la universidad, y a lanzarnos a un proceso de acreditación que es muy importante porque en definitiva lo que demostraría es la fuerza que ha tenido la universidad durante todo este tiempo para recomponerse.
Particularmente en Antofagasta, ¿cuál será su plan de acción?
-Este año la universidad termina su plan estratégico y vamos a comenzar un segundo plan estratégico que tiene como objetivo un foco en las regiones, lo que no significa abandonar Santiago, sino que la región sienta que la universidad es suya y que podamos ser un aporte. Queremos abrirnos a un lazo con el gobierno regional en la medida que nosotros efectivamente con nuestras carreras podamos aportar a la ciudadanía. Creo que la universidad por mucho tiempo se mantuvo bien callada tal vez, porque no decirlo, avergonzada. Lo que no tendría que haber sido así porque ni la universidad, ni sus alumnos, ni sus profesores realizaron ningún acto contrario a nada. Lo que se hizo todo este tiempo fue trabajar para profundizar los temas académicos dentro de la universidad.
¿Están evaluando abrir nuevas carreras en Antofagasta?
-En este minuto no queremos expandir la oferta, sino mantener lo que ya tenemos. Nos interesa mucho conversar con las fuerzas vivas de la ciudad para saber qué es lo que requieren en capacitación. Hemos conversados con otras capitales de región donde tenemos sede y ya tenemos claridad por dónde podemos ir en ayuda. Estamos hablando de una institución académica que puede aportar a las necesidades de las personas en Antofagasta, pero necesitamos saber cuáles son efectivamente sus necesidades.
"La universidad hoy en día está en un proceso totalmente distinto y se atreve a hacer lo que está haciendo como invertir más en Antofagasta".