Artes Escénicas
En las oficinas salitreras (siglo XX), los obreros reunidos en diversos tipos de sociedades luchaban por combatir el analfabetismo, organizar trabajadores y dotarlos de medios necesarios para adquirir mayor conciencia acerca de sus condiciones sociales, laborales y políticas. Uno de los instrumentos para llevar adelante dichos objetivos fue el teatro obrero y popular. En casi todas las oficinas existieron agrupaciones y talleres donde se ensayaban obras que se mostraban a la población en diversos espacios públicos.
En ciudades y puertos de la región, la mayor inquietud en torno a las artes en general, teatro y artes musicales, en particular, la manifestaron las autoridades, comerciantes y empleados importantes de empresas existentes en las localidades. Se efectuaban presentaciones para un público selecto, debido a problemas de espacio. Esta situación llevó a diversas agrupaciones urbanas, a fomentar la construcción de salas dedicadas al arte y de teatros que aún hoy constituyen un importante patrimonio cultural material de localidades como Taltal, María Elena, Tocopilla.
En nacientes ciudades como Antofagasta, los trabajadores se reunían en una Academia de Obreros y otras agrupaciones que desarrollaron una creciente e intensa actividad cultural, reconocida por la población y entusiastamente divulgada por la prensa local. Estimularon esta situación la continua visita de compañías extranjeras de teatro, ópera y zarzuelas.
En 1904, el Teatro Nacional de Antofagasta es refaccionado y queda habilitado para cine. En la década del 20 dicho teatro sirvió para todo tipo de espectáculos: teatrales, artísticos, incluso boxeo. En los 30 sigue igual, excepto el boxeo que pasó a media docena de gimnasios o precarios estadios (J. Ledezma).
En 1923 Antofagasta contaba con cuatro locales destinados a actividades artísticas: Teatro Imperio, Teatro Nacional, Cine Alhambra y Colón, además de otras salas de menor importancia destinadas a presentaciones artísticas.
Domingo Gómez Parra