Avenida Brasil
Hoy me pasó nuevamente. Caminando cerca de la Avenida Brasil, sentí que ese inusual territorio volvía a quejarse del desconocimiento, por parte de los antofagastinos, respecto de los detalles de su nacimiento.
¿Cómo llegó a formarse la Avenida Brasil? La siguiente es una de las versiones que, pasados los años, comienza a debilitar los límites de lo real.
Cuando Antofagasta se quejaba de ser el patio de atrás de las salitreras, por los años 20, los barcos no sólo traían los ecos de Europa, también traían toneladas de tierra, como lastre, para regresar a Europa cargados de salitre. Era tierra preñada de vida, de semillas que podrían brotar lejos de su casa. El Alcalde Poblete, notable personaje reconocido como 'el alcalde modelo' fue el gestor para que estas semillas inmigrantes brotaran en nuestras tierras. En su mente se dibujaba un parque en que el verde pudiera atraer algunos ecos de rincones que estaban en las antípodas de esta tierra nuestra, "énfasis de la soledad donde las piedras parecen un llanto seco y detenido".
Las ideas, grandes o menudas, cuando se sientan en la frente de una persona notable, son capaces de cambiar la escenografía y el carácter de un lugar. Con el tiempo y la paciencia, la tierra y sus especies venidas de remotos lugares empezaron a asomarse como suricatas desprevenidas y poblaron esta avenida que hermoseaba el rostro de nuestra Antofagasta naciente.
Hubo épocas en que su espesura nos habló de tierras lejanas, hermoso techo verde que en los tiempos oscuros fue visto como un peligro para la clandestinidad y por ello podado con una crueldad infernal. La Avenida Brasil perdió, así, algunos de sus ecos lejanos, y empezó a hablarnos de su nostalgia por los años en que las retretas alegraban su aura.
Es necesario que la Avenida Brasil siga encumbrándose al cielo, que la dejen ser el sombrero verde que acoge los sueños y multiplica las voces. El milagro de un árbol en el desierto es lo suficientemente explícito para evitar nuevas podas y para que Antofagasta se reencuentre con este trocito de mundo que el Alcalde Poblete nos regaló en esos mágicamente locos años veinte.
Patricia Bennett, Miembro de la Academia Chilena de la Lengua