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Faenas de extracción de algas pardas domina territorio de la Isla Santa María

ECOSISTEMA. Toneladas de huiro atestan el borde costero del islote en cuyo interior hay motos y carretones para el trabajo de recolección. Lugar figura como zona de reserva natural.
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Cristian Castro Orozco

Cuatrimotos, remolques, carretones, un vehículo abandonado, fardos de huiro seco, sacos llenos y vacíos, poleas, una planta procesadora de alga justo frente al islote y la presencia constante de recolectores dan más o menos una idea de la actividad que predomina en la Isla Santa María.

Esta área, ubicada en la zona sur de la península de Mejillones (a 45 kilómetros al noroeste de Antofagasta) alberga por hoy una gran actividad de recolección u extracción de algas, las que han aumentado por las últimas marejadas que de forma natural, han ido acopiando el material orgánico en su costa poniente.

No obstante, el alga acopiada se disgrega en todo el perímetro costero y en cantidades ingentes, mostrando una buena parte indicios de haber sido cortadas manualmente.

Extracción

La situación no es nueva. Si bien la extracción (que está prohibida) o recolección de huiro es una constante en las costas de la región (como también los decomisos de éste, llegándose a incautar el año pasado 123 toneladas de huiro negro y 15 de huiro de palo), da la impresión de que en dicho islote, existiera todo un centro de operación.

Lo que llama también la atención es que muchas de los rizomas (raíz subacuática) de estas algas que se encuentran esparcidas presentan cortes corrosivos posiblemente generados por fricción, lo que de ser por intervención humana, sería una técnica muy diferente al "barreteo", que es cuando se golpea la raíz con una barreta y se arranca el alga de su sitio. Pese a esto, los recolectores en el lugar aseguran que el alga es solo recolectada, es decir, que esperan que ésta se desprenda naturalmente del fondo bentónico y es tomada una vez que las corrientes las dejan tirada en la playa.

"Por ahora solo estamos juntando algas, porque el precio por la tonelada está aproximadamente a $120 mil, pero hasta hace algunos meses llegaba hasta los $400 mil por tonelada. Por lo demás solo dejamos que el océano tire el huiro para fuera".

Pero las marejadas son esporádicas, mientras que la actividad en el lugar pareciera ser una constante. El profesor de biología marina y director del Centro de Estudios y Educación Ambiental (Crea) de la Universidad de Antofagasta, Carlos Guerra, quien también visitó la zona analizó los cortes.

"El alga acopiada en el sector que da cara al continente de la isla no veo que haya sido varada de forma natural, no así con el alga presente en el polo opuesto. Entonces hay una diferencia, las que se varan al poniente tienen sus raíces más redondeadas, no se ven sus discos (tallos) manipulados, pero al otro lado da la impresión que sus discos fueron afectados por la acción humana. Ahora no sabemos qué tipo de acción en concreto, pero da esa impresión", explicó.

Protección

Actualmente, la isla Santa María figura como una zona de reserva natural y turística por parte de Bienes Nacionales, junto a gran porción continental del sector sur de la península de Mejillones, donde se haya el parque nacional de Morro Moreno.

Pero en la praxis, no se nota la protección. Si bien existen áreas de manejos controladas (como un criadero de ostiones), la isla San María no tiene autorización de ninguna entidad pertinente que permita algún tipo de actividad productiva en su interior. Pero esto solo queda en el papel.

"Cortar el huiro es como talar un bosque natural. Afectas la biodiversidad asociada a ella porque el huiro alberga mucha diversidad. Además el hecho de sacar el alga y no dejar una porción de ésta para que se pudra en la playa, afecta los ciclos biogeoquímicos de la materia, porque esas algas deben pudrirse porque generan varios invertebrados como larvas, crustáceos, anfípodos que se la van comiendo y a la vez éstos sirven de alimentación a aves y otras especies", dijo Guerra.