Ranulfo Romo: "Somos libres... siempre que tengamos bien educadas las neuronas"
CIENCIA. Destacado neurocientífico mexicano dictará la conferencia inaugural del Festival Puerto de Ideas, donde detallará sus descubrimientos sobre el funcionamiento de nuestro cerebro.
Si le preguntan cómo realiza sus experimentos, Ranulfo Romo responde que primero trabaja con su cerebro. Y se va más atrás: responde que sus padres lo mandaron a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México esperando que educaran su cerebro de médico -cosa que sucedió-, pero que luego éste se liberó y tuvo intencionalidad, lo que se manifestó en las ganas de aprender matemática, física y computación. En fin, de tener otras experiencias.
"Yo digo que soy un títere de mis neuronas", dice Romo (Ures, Sonora, 1954) al teléfono desde Ciudad de México, donde trabaja como investigador titular del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1989.
Allí continúa desarrollando la investigación que emprendió hace unos 30 años junto a su colega alemán Wolfram Schultz, con la que descubrieron las neuronas de la recompensa, y cuyos avances más recientes lo llevaron a ser candidato al Premio Nobel de Medicina.
Invitado
El neurocientífico mexicano será el encargado de inaugurar el sexto Festival de Ciencia Puerto de Ideas Antofagasta, que presenta la Fundación Puerto de Ideas en conjunto con Escondida/BHP, con la conferencia "El cerebro, arquitecto de realidades".
Será el viernes 12, en el Teatro Municipal, cuando Romo exponga los principios básicos que utiliza el cerebro para construir la realidad y cómo esa realidad puede tener un impacto hacia afuera.
"La dopamina es un neurotransmisor muy viejo que está en la base del cerebro. Lo tienen las tortugas, los caimanes, los pájaros, los elefantes, los monos y, por supuesto, nosotros", explica Romo, adelantando parte de sus descubrimientos.
"Las neuronas, cuyo neurotransmisor primario es la dopamina, están continuamente censando el estado del medio externo, y cada vez que hay algo interesante o una novedad se encienden. Por eso uno sonríe o se siente contento. Esas neuronas fijan la recompensa anímica que uno siente", explica.
Y agrega que la realidad física existe en el mundo externo, pero nuestros sentidos tienen limitaciones para capturar sus eventos químicos y físicos, entonces esa realidad termina siendo una interpretación que hace el cerebro.
"Los murciélagos, por ejemplo, están ciegos, pero emiten sonidos que chocan con los objetos, y el rebote de esos sonidos es lo que usa su cerebro, en la cóclea, para interpretar la realidad. En nuestro caso, tenemos sensores en las manos, los ojos, los oídos. Gracias a ellos recibimos la primera señal que viene del mundo real para que el cerebro comience a construir los sonidos, las sensaciones de las manos y la energía luminosa que entra por los ojos. Ese es el principio elemental por el cual comenzamos a sentir algo, a aprender y a construir nuestra experiencia y memoria. Después comenzamos a tener intencionalidades; a movernos", añade.
En sus experimentos, Romo utiliza como modelo los primates, cuya esfera sensorial motora, de memoria y de juicio es parecida a la humana. ¿Lo único que les falta? El lenguaje. Pero eso no ha impidió que el neurocientífico llegara a una posición tajante: no somos libres, sino que dependemos de cómo nuestras neuronas fueron educadas para tomar decisiones.
"La experiencia consciente de decir 'yo soy libre' es un epifenómeno; otra construcción de nuestras neuronas. Y hay un diálogo muy interesante entre lo que mis circuitos cerebrales deciden y lo que yo creo que es consciente. En el fondo de todo esto está la educación, que hace que nosotros tengamos la capacidad de vetar nuestras acciones. Por supuesto, yo no le quiero quitar a la gente la idea de que son libres. Son libres, siempre y cuando tengan bien educadas sus neuronas", señala el invitado a Puerto de Ideas.