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La psicodelia y un piano en la memoria de Claudio Naranjo

El psiquiatra y máximo exponente de la psicología transpersonal empezó a escribir sus recuerdos a los 45 años. Hoy, a los 87, se detiene a pensar en su vida y en las vidas de las personas que ha conocido. Las páginas de "Ascenso y descenso de la montaña sagrada" es un camino espiritual de ida y de vuelta.
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Doctor y psiquiatra, escritor de más de 40 libros y promotor del consumo de Ayahuasca y de la música como recurso terapéutico, Claudio Naranjo nació en Valparaíso hace 87 años. Se formó como pianista y estudió Medicina con especialización en psiquiatría en la universidades de Chile, Harvard, Illinois y Berkeley. Es creador del programa SAT, Seekers After Truth y trabajó con Fritz Perls, creador de la terapia Gestalt. Actualmente vive en Barcelona, ciudad que le sirve de parada a las conferencias que dicta en Europa. Su hábitat es un luminoso piso con espacio para muchos libros y un piano. El instrumento lo acompaña desde la infancia: "Mi relación con la música fue alguna vez la de un pianista, pero más aún de uno que sabe escuchar. Y hasta cierto punto, uno que sabe enseñarle escuchar a los demás. A mi edad ya he perdido la motricidad necesaria para tocar el piano y mi actividad musical principal está siendo la de preparar el dictado musical de Tótila Albert".

Ascenso y descenso

Dice Naranjo que el nombre de estas memorias alude al ascenso de la montaña sagrada "como una elevación espiritual que culmina cuando se llega a la cumbre, y el descenso consiste en una pérdida de elevación espiritual bien conocida por quienes hacen el viaje interior".

La primera parte del libro se llama "Buscador afortunado" "por el anhelo que había en mí de llegar a algo desconocido". Y la segunda se llama "Peregrinaje afortunado", porque se trataba de "un peregrinaje real, pues dejé mi casa y me trasladé desde Berkeley a Arica para trabajar bajo las instrucciones de un maestro espiritual".

-En el libro habla de una etapa de fruición. ¿En esa está ahora?

-La palabra "fruición" se refiere a dar fruto. Y aunque el término sea parte de la descripción budista del desarrollo humano, me parece que se entiende sin más explicaciones. En ciertas vidas (como la mía) hay claramente una etapa de florecimiento mucho antes que una etapa de fruición. Esto es solo conocido por quienes hacen el largo camino que en la mitología se ha llamado "el viaje del héroe". Tal como en los árboles primero viene la flor y luego el fruto; también en los humanos primero viene algo así como una primavera. Y sólo después de que han desaparecido las flores llegan por fin los frutos.

-Habiendo llegado a los 86 años, ¿tiene consejos para quienes quieran llegar a esa edad?

-No es por mi edad que puedo dar consejos o tener una influencia que valga la pena, sino porque le he dedicado mi vida a hacer un camino que lleva más allá de la conciencia ordinaria. En el contexto de esta entrevista, sin embargo, no me siento movido a darles consejos a los jóvenes, sino más bien desearles un fuerte espíritu de búsqueda.

-¿Piensa en la muerte?

-La pregunta acerca de la muerte principalmente me ha servido de estímulo para no perder tiempo. Y ello, a su vez, ha contribuido a mi productividad del último decenio de mi vida (cuarenta libros publicados, 600 entrevistas y conferencias). Acerca de cómo me imagino la muerte no tengo mucho que decir, porque a pesar de haber estado muy cerca de ella en varias ocasiones no creo haberla imaginado. Naturalmente, conozco muchas historias de gente que ha sentido atravesar un túnel que lleva a una experiencia luminosa, o que se encuentran con espíritus, pero no diría que tales cosas escuchadas son parte de mi imaginación. Más bien la cercanía de la muerte me revela cuán apegado estoy todavía a mi cuerpo y cuánto me falta para alcanzar ese estado de conciencia del que se dice que uno llega a comprender que no somos ni nuestro cuerpo ni nuestra mente, sino que una conciencia indestructible que se podría llamar "vida eterna".

AMOR y SOBERBIA

-En el libro menciona a diez parejas. ¿Cree que con alguna de ellas conoció el verdadero amor?

-Diría que me sentí profundamente enamorado de Lily, pero como explico ya en el libro, el amor es una cosa y la feliz convivencia, otra. También puedo decir que fui amado con verdadero amor por Suzy, aunque mi felicidad con ella no se debiera tanto al amor que yo sentí hacia ella, sino que a un amor que día a día me inspiraba a sentirme tan amado.

-Instinto sexual y amor. ¿Qué me puede decir de este binomio?

-Obviamente el amor de pareja tiene que ver con la sexualidad. Y sobre todo con un factor misterioso por el cual una determinada persona nos parece tan atractiva y bella como si estuviésemos destinados a estar juntos para siempre.

-¿Por qué cree que lo han tachado de soberbio?

-Hasta ahora no recuerdo haber sido tachado de soberbio, de modo que la pregunta al respecto me llega como una noticia de lo que dice la gente que no me conoce. O que no habla conmigo. Quizás pretender un "viaje interior" podría ser visto como soberbia. Pero soy un interesado en los tipos humanos o formas de personalidad. Yo no soy soberbio ni arrogante, sino más bien creo que me caracterizo por ser una personalidad humilde, dada a reconocer los valores de otras personas más que los míos propios. A través de la vida he sido más propenso a la admiración y el reconocimiento de los valores de otros, antes que de los míos.

-¿Cuándo fue la última vez que experimentó usted con psicodélicos?

-Creo que mi último viaje psicodélico puede haber sido en los tiempos en que vivíamos juntos con Lily y yo tenía unos cincuenta años de edad. En las sesiones de ayahuasca que he dirigido -en un centro ayahuasquero del que soy director espiritual en Brasil- y en que he seguido la forma tradicional, según la cual quien dirige también bebe la ayahuasca.

-¿Sigue creyendo en el potencial sanador de los psicodélicos?

-La pregunta de si creo en el valor psicoterapéutico de los psicodélicos me parece demasiado débil, pues uno no dice que "cree" cuando conoce las cosas a fondo, en una experiencia profunda, de muchos años.

"he dedicado mi vida a hacer un camino que lleva más allá de la conciencia ordinaria", dice Claudio Naranjo.

Claudio Naranjo Cohen

Editorial Vergara

804 páginas

$18 mil


Ascenso y descenso de la montaña sagrada

Por Amelia Carvallo

Alessandra Callegari

"Mi último viaje psicodélico puede haber sido en los tiempos en que vivíamos juntos con Lily y yo tenía unos cincuenta años de edad".

El autor chileno y su libro por qué soy católico

Por qué soy católico

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El escritor Rafael Gumucio está acostumbrado a las complicaciones que a veces generan sus opiniones. Son, por así decirlo, su modo de pensar y escribir. Fruto de esa decisión publicó su último libro, "Por qué soy católico", una combinación de divagaciones, recuerdos y argumentos sobre la importancia política del cristianismo en su vida y de cómo esa fe, hoy en día, le ha permitido sustentar su forma de interpretar al mundo.

-¿Por qué te interesaba contar que eres católico?

-Cada vez que decía que era católico en la radio (Zero) lo hacía para argumentar algo que al otro le parecía muy poco católico. Sobre todo, me funcionaba mucho entre los conservadores. Venía, por ejemplo, José Antonio Kast y yo le decía "bueno, como yo soy católico y tú no". Algo parecido sucedía entre mis amigos. Por otra parte, siempre he pensado que argumentar desde la fe y desde un credo que tiene varios milenios es más rico que argumentar desde la duda o el escepticismo.

-¿Cuál es tu relación con la lectura de la Biblia?

-Nunca fui muy fanático de su lectura. Hace un tiempo, me hice una apuesta de leer la Biblia entera, pero lo dejé en Levítico, porque no pude seguir con ese rosario infinito de leyes. Luego leí los Evangelios y el Apocalipsis, aunque me aburrí porque desafió mucho mi imaginación; que hubiera una bestia con cuatro cabezas se me hacía muy difícil de leer.

-¿Y qué opinas de la figura de Jesús en la Biblia?

-Es muy interesaste la forma como van construyendo al personaje. Siempre me pareció un personaje altamente contradictorio, incluso en los mismos evangelios. El Jesús de la mansedumbre frente al loco que destroza todo en el Templo, por ejemplo.

-¿Qué te parece esa locura?

-Es muy difícil de entender. Creo que en el libro digo que es incomprensible que Jesús no sea Dios. Es incomprensible que el mundo se haya rendido frente a un personaje al que, finalmente, le fue muy mal, y que duró muy poco, que predicó un par de años en una provincia perdida, se fue a la capital y lo mataron. Todos los cristianos pensamos que resucitó, pero de eso no hay constancia tangible. Además, la secta que creó tampoco fue muy exitosa dentro del contexto judío. Eso me parece fabuloso. El único ejemplo similar es el de Sócrates, pero no es para nada religioso.

-En "Por qué soy católico" hablas de otros mitos, como el de Caín y Abel. ¿Qué te interesa de esas historias?

-Lo que hemos ido perdiendo con los años, como cultura y civilización, es la capacidad de creer sin creer realmente. En algún momento de la historia, particularmente en el siglo XIX, la gente empezó a investigar si Adán y Eva, o el Diluvio Universal habían ocurrido realmente. En ese momento la cultura humana perdió, creo yo, gran parte de su riqueza. Soy un convencido de que los judíos que escribieron el Génesis estaban totalmente seguros de que Dios creó el mundo en siete días, pero sabían, a la vez, que no había sido así. Esa capacidad de entender que lo que se lee es y no es me parece asombrosa y muy importante. Por eso, hemos perdido la capacidad de entender que Caín y Abel son la manifestación del mundo agrario contra el mundo ganadero, símbolos de las dificultades de la hermandad, entre otras cosas. Por otro lado, también es difícil asumir que Dios es muy injusto, y que fue la antipatía de Dios la que creó la mayoría de los problemas que suceden en la Biblia.

-¿Y la figura de Dios?

-Se va poniendo cada vez menos caprichoso, va madurando, y conforme pasan las páginas se va volviendo alguien más benevolente y afectuoso. La Biblia es todas esas cosas. Es una especie de testimonio de cómo los hombres han ido creyendo, cómo se han refinado y transformado su forma de creer. Otro ejemplo es la leyenda de Abraham e Isaac, que Kierkegaard toma en su libro "Temor y temblor". La verdad es que los arqueólogos han llegado a la conclusión de que este relato fue la forma en que los antiguos judíos se enfrentaron al sacrificio humano. Otras religiones tenían sacrificios humanos, pero ellos, a través de este relato, niegan el sacrificio.

-¿Has seguido en algún momento los rituales católicos?

-Sí, pero mi flojera ha sido más fuerte. Cuando me convertí hice la primera comunión y fui algunas veces, pero los domingos por la mañana son difíciles.

-En tu libro dices que el catolicismo se centra en la amistad. ¿Cómo llegaste a esa idea?

-Quizás es mejor un ejemplo: uno de los primeros gestos de Jesús fue, justamente, separarse de su familia para irse con los amigos. Jesus es un Rolling Stone, que se va con sus amigos de gira. Y así hay varios episodios en que Jesús demuestra su predilección por la amistad. Por eso creo que el cristianismo, en todas sus vertientes, es una religión social. La respuesta que da a todos los problemas, sean individuales o grupales, mundanos o místicos, es la misma: no es tu problema, es un problema de todos, o que se resuelve entre todos.

-¿En qué punto el catolicismo se centró en la familia y el sexo?

-El catolicismo, como entidad política y de poder, necesitó sustentarse en el control de la familia y de la natalidad, simplemente. De ahí el matrimonio, los hijos y la familia.

-¿Cómo crees que se vive el catolicismo en Chile?

-Como vivimos en un país católico, el catolicismo es sinónimo de todo lo malo, de las desigualdades y el abuso. Lo cierto es que han ganado a pulso ese mote, y por eso mi relación con la religión es mucho más política que existencial. Por eso digo que ante el vacío político en el que está sumida la izquierda mundial, el cristianismo es la única respuesta que existe. La izquierda no puede seguir con el progresismo, sino que tiene que volver al cristianismo.

-¿Y cómo enfrentarse a las prohibiciones sexuales?

-La decencia común tiene claro que el deseo sexual es demasiado fuerte, y que reprimirlo no lleva a ninguna parte. Pero la idea de autocastrarse por Dios, que es clave del cristianismo, sigue siendo una trampa.

-Algo parecido sucede con la idea de Jesús de que incluso pensar en la mujer del prójimo es signo de pecado.

-Todo tiene que ver con una idea muy básica para el cristianiso: los actos y los pensamientos son iguales. Esto vale para bien y para mal. Si yo pienso en hacer el bien y nunca hice nada bueno, estoy bien. Si pienso en algo malo, aunque no haya hecho nada malo, soy malo.

-En algún momento del libro dices que el neofeminismo tiene la misma base de negación del deseo sexual.

-Las mujeres marchan ahora para no tener miedo, pero uno no puede marchar para eso. Yo despierto todos los días con miedo, pero acabar con eso no tiene ningún sentido. El cristianismo está, en ese sentido, emparentado con la siguiente idea: desear la mujer del prójimo ya es pecado, y habría que arrancarse un ojo y todo eso. Pero, a la vez, Jesús nos dice "nadie puede juzgar al otro", porque el juicio es demasiado complicado. Dado que las almas y las personas son tan complejas, resulta imposible juzgarlas. Lo que está diciendo él, en definitiva, es que todos somos unos miserables pecadores.

En el cristianismo "los actos y los pensamientos son iguales", dice gumucio.

Rafael Gumucio

Literatura

RandomHouse

122 páginas

$ 9 mil

Cuando Rafael Gumucio pensó en Dios

Pablo Tomasello