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El trabajo en adultos mayores

Este es un fenómeno real, quizás no ideal, pero efectivo. Hasta ahora, hay pocos marcos legales que reconozcan esta realidad que irá en aumento. Entre 2010 y 2017 se observó un aumento importante en la participación laboral de las personas mayores de 70 años. En el segmento de 70 a 74 años, la tasa creció cinco puntos porcentuales.
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Un estudio que a nivel internacional realizó la firma Mercer, reveló que el 68% de los chilenos espera seguir trabajando cuando cumpla la edad de jubilarse, si su estado de salud se lo permite. La investigación mostró que un 39% de los participantes afirmó tener buena salud, compatible con el trabajo que desempeñan y que sólo un 26% está tranquilo con lo que ha ahorrado para su jubilación.

Al parecer, parte importante de los chilenos tiene internalizada la necesidad de extender su vida laboral, más allá de los 65 años en el caso de los hombres, y de los 60 años para las mujeres. Si bien hace unas décadas los trabajadores trataban de adelantar la jubilación, aun castigando la pensión, en la actualidad ocurre lo contrario, ya que se estima que los hombres tienden a acercarse a los 70 años y las mujeres se retiran del mercado laboral a una edad promedio de 63. Es importante comprender que los costos de una edad de jubilación baja, en comparación con otros países, deben ser soportados por los usuarios a través de menores pensiones. Por el contrario, atrasar en cinco años la jubilación podría aumentar la pensión entre 35% y 50%, no tanto por el mayor monto cotizado, como por el menor número de años en los que debe repartirse lo ahorrado.

Las estadísticas indican que en 1950, la esperanza de vida al nacer era de 54,8 años y hoy en Chile es de 85 años para las mujeres y 80 años para los hombres. De esta forma, los adultos mayores suman ya más de tres millones de personas y se espera que al año 2025 representarán el 20% de la población nacional. Estos cambios en la estructura demográfica también han impactado de manera importante en la configuración del mercado laboral.

Chile envejece a tasas aceleradas, fenómeno que tiene repercusiones de salud, económicas y sociales que exigirán repensar las políticas públicas, porque parece que la sociedad no está preparada para enfrentar este rápido cambio en la pirámide etaria. Al observar indicadores simples como las pensiones promedio, o el acceso a la salud, se advierte que el país no facilita la vida de la tercera edad. Y esto podría ser peor conforme pasen los años.

Cirugía mayor para la Cmds

"La Cmds debe caracterizarse por ser una institución cuyas máximas sean la transparencia, la participación y la eficiencia".
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Entre las recientes -y no tanto- declaraciones desde distintas veredas; el informe de Contraloría que confirma la responsabilidad administrativa de la alcaldesa Karen Rojo en la contratación de un conocido asesor político comunicacional, con dineros de la salud y educación municipal; en el contexto de un tenso y crítico clima en la política local, y de una preocupante administración municipal, no se ha prestado tanta atención a la figura de la Cmds (Corporación Municipal de Desarrollo Social).

Para caracterizarla, podemos señalar que ésta es una persona jurídica de derecho privado sin fines de lucro, cuyas funciones están reglamentadas en sus estatutos, que datan de 1983, plena dictadura militar.

En estos, se define la participación de una asamblea de socios (en que participan solo empresas o relacionadas a éstas) y la administración de un directorio, presidido por la máxima autoridad comunal. Actualmente, la también conocida como "Cormudeso", es la principal sostenedora educacional del país, con cerca de 42.000 estudiantes, y encargada de la salud primaria a la que acceden más de 220.000 antofagastinas y antofagastinos. Imagine la cantidad de recursos que se manejan.

Históricamente, hemos conocido de malas prácticas en este tipo de instituciones. En la actualidad, los casos apellidados como "Asesor", "Cuñado", y "Mochilas"; el silencio de la seguidilla de directores renunciados y vigentes ante estos casos; la alta rotación de secretarios generales ejecutivos, entre otros vicios y carencias, abren la Caja de Pandora que significa la Cmds.

Además, es discutible y contradictorio que algunas empresas que desarrollan actividades con efectos perjudiciales dirijan el destino de recursos públicos en ámbitos esenciales, como salud y educación.

Ahora bien, esto nos ha llevado a plantear la necesidad de transparentar, modernizar y democratizar la institución, algo que hemos sostenido desde hace tiempo de forma constructiva y crítica, tanto en el Concejo Municipal como en los medios de comunicación. Lamentablemente, no hay muchos frutos a la vista aún, lo cual depende de la voluntad de quienes dirigen dicho buque.

La Cmds debe caracterizarse por ser una institución cuyas máximas sean la transparencia, la participación y la eficiencia, y que reconozca adecuadamente la labor de sus trabajadoras y trabajadores. La propuesta, para partir, es simple: reformar los estatutos para facilitar la participación de organizaciones de la sociedad civil, el funcionariado y de personas con conocimientos y experiencia en el ámbito educacional y de la salud. Antofagasta necesita con urgencia una cirugía mayor para renovar la Cmds.

Camilo Kong Pineda

Concejal de Antofagasta y sociólogo

La poesía

"Leer y producir poesía por su potencia de futuro y, justamente, porque no servirá para nada".
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Si en una conversación cualquiera, personas reflexionan acerca de qué es lo que aporta Antofagasta al país, surge de inmediato palabras como empleo, minería, productividad, consumo.

Pero existen actividades que nunca son consideradas, pues nos aportan como ciudad o comunidad sin aportarnos nada, en esta categoría encontramos a la poesía. El leit motiv de la poesía es no servir para nada y en ese "no servir" es donde descubre su propia potencia.

El profesor Miguel Dalmaroni, retoma la idea desarrollada por filósofos el siglo XIX y piensa a la poesía desde la idea de las energías excedentarias, en el sentido de que existen determinadas energías que exceden y son incalculables respecto a las determinaciones más inmediatas del contexto y son energías que no tienden a reproducir la vida, sino que se escapan a eso. Energías que no se agotan en el trabajo, la productividad o el consumo y que, muchas veces, son reprimidas por las propias sociedades por aparecer como inútiles. El exceso, el derroche, lo excedentario.

Otro que plantea una idea acerca de la poesía es el escritor y poeta Carlos Ríos quien en un dístico ha señalado "Soy poeta, tengo la fuerza de caerme y no volverme a levantar" esto en el sentido del fracaso voluntario, voluntad en el fracaso, insistencia en el fracaso, eso en el modelo actual sería el ejercicio poético, donde nos está prohibido ejercer fuerza por ir muy dentro de nosotros, reflexionar y estar tiempo en ello.

Esta poesía entre el exceso y el fracaso tiene en Antofagasta un gran exponente que es don Miguel Morales Fuentes, el Tipógrafo Huraño, quien en su poema "Línea de Sombra" escribe "Y el mar de Antofagasta me brinca/ como fauno, porque dice que sí,/ que el roquerío, que el huevillo multi,/ que el huevillo color en la resaca./ Esta vez ya no pienso en la distancia./ Sólo me queda el miro,/ el anto, el mar de fa,/ el mar que gasta./ Mi corazón no sufre,/ ya no busco el amor." Acá el poeta rompe los esquemas con un lenguaje excesivo donde no hay versificación, no hay rima, donde se está colando algo que nos habla de un trauma, de un fracaso, el sujeto poético ha renunciado a la posibilidad de amar.

Somos testigos de lo que puede la poesía en su impotencia, se nos forma desde pequeños con el discurso de que debemos ampliar nuestras capacidades y triunfos, que debemos satisfacer nuestros anhelos y la poesía nos hace sentir justamente lo contrario, pues se halla en ese espacio de indeterminación donde se intenta capturar los acontecimientos, pero nunca lo logramos, a pesar de la proliferación de sentido.

Leer y producir poesía por su potencia de futuro y, justamente, porque no servirá para nada.

Marcela Mercado

Gestora cultural