Chile se sitúa como la tercera mejor democracia latinoamericana y la número 23 a nivel mundial de acuerdo al Índice de Democracia 2018 elaborado por la prestigiosa revista The Economist, que evalúa de forma anual los sistemas políticos de cada país.
Una buena noticia, algo relevante, considerando que hace menos de 30 años, el país vivía bajo un régimen militar, que duró 17 años, pero que antes ya mostraba enormes síntomas de fatiga durante los gobiernos de Jorge Alessandri, Eduardo Frei y Salvador Allende.
Hoy la realidad es muy distinta y Chile destaca en puntos como los procesos electorales y pluralismo y las libertades civiles, siendo evaluado con nota 9,58 y 9,12, respectivamente. Sin embargo, aún resta mucho por hacer. Según la escala que utiliza el estudio, a Chile no le alcanza su promedio para ser considerado una "democracia total" (donde se agrupan 20 países, un 12% del total), por lo que se debe conformar siendo una "democracia defectuosa" (55 países, 32,9%), ya que para estar en el primer grupo, debe tener una nota igual o superior a 8.
Este tipo de democracia hace mención a un país con libertad de elección pero que tiene un gobierno débil, una cultura política subdesarrollada y bajos niveles de participación electoral.
El análisis anterior es bastante correcto. Chile es una democracia, pero tiene mucho por corregir y avanzar aún. Las regiones aún no eligen a sus intendentes- gobernadores (esto ocurriría en 2020), no existe la posibilidad de plebiscitos y la forma en que los ciudadanos se encuentran con sus representantes es deficiente, acotada, sin que tengamos cuentas claras de los representantes respecto a qué y cómo votan, por ejemplo.
Pero se trata de procesos, pero no de fenómenos evolutivos, sino de construcciones humanas, lo que quiere decir que sufre avances y retrocesos dependiendo de las mayorías, de su empoderamiento y de efectos externos que modifican los pensamientos y la cultura que nunca es monolítica.
Por cierto que más democracia es mejor, pero eso exige más trabajo, educación y responsabilidad. No reconocer eso es comenzar a perderla.