Geoglifos de El Loa están expuestos a daños irreparables
DESIERTO DE ATACAMA. Voceros y cuidadores exigen que se tomen medidas para proteger este patrimonio.
Este lunes el tribunal de Pozo Almonte decretó arraigo nacional y una multa de 125 UTM (6 millones y medio de pesos) para los turistas que a fines del 2018 dañaron El Gigante de Tarapacá (el geoglifo más grande e importante del sector que data del año 500 A.C) al acercarse con su vehículo a dicho bien patrimonial que terminó con daños irreversibles.
Frente a tal cuestionada decisión por parte del tribunal, habitantes, cuidadores y arqueólogos han señalado la necesidad de establecer algunas medidas preventivas más que reactivas, pues estos bienes patrimoniales han sido dañados por vehículos motorizados durante años.
Chug-chug
En nuestra región, el sitio de geoglifos más importante es el Parque Arqueológico Chug-Chug, pues allí se encuentran 560 figuras (con formas humanas y animales) que fueron registradas al menos hasta el 2017 por un grupo de arqueólogos que estudió el lugar y que datan del año 900 al 1.450 D.C.
Este, al igual que otros ubicados en la Región de Tarapacá se encuentran expuestos a daños constantes, no solo por la actividad turística informal y la realización de rallys como el Dakar, sino también por la actividad minera de la zona, debido a que estos parques arqueológicos no cuentan con protección establecida. No están cercados ni reciben cuidados constantes.
En cuanto a ello, el director de Museos y Patrimonios de la Corporación de Cultura y Turismo de El Loa, Osvaldo Rojas, expresó que "más que una multa y sanciones que duran un tiempo, es necesario que las autoridades tomen medidas preventivas con urgencia, porque estos son bienes nacionales que están siendo dañados fuertemente por turistas curiosos o por actividades que no consideran la importancia que tienen estas figuras para los habitantes de la zona y para las culturas indígenas. De qué sirve aplicar multas cuando el daño ya está hecho y es irreversible...", dijo.
Por su parte, el coordinador de Chug-Chug, Esteban Araya Toroco, explica que su única preocupación es "el resguardo del patrimonio arqueológico", porque según explica, hay actividades que ya cuentan con la autorización y permisos legales para pasar por el lugar, como lo es la actividad minera (desaladora).
En el caso del Gigante de Atacama, cada uno de los responsables debe pagar una multa de $6 millones ; sin embargo la reparación del daño cuesta aproximadamente 25 millones.