Osvaldo Silva y la figura humana
Asistimos a la reciente exposición de Osvaldo Silva Castellón, en la sala Chela Lira. El tema prevalente fue la figura humana respetada en su integridad, en una etapa de la historia del arte en que esta ha sido agredida por la presión, la atmósfera social del siglo XX, sacudido por dos crueles guerras mundiales, revoluciones y asonadas militares; por presiones estéticas y psicológicas. En la década del 60 reaparece la nueva figuración en que el hombre y la mujer retornan en su dignidad y belleza: la figura humana como catedral que camina, es decir habitada por el espíritu, buscado en su individualidad tanto en él, cómo en la compañera. La figura y el rostro humano en el arte del siglo pasado, parecen deformados por torturas y golpes o amordazado por placas metálicas que solo permiten divisar los ojos pidiendo auxilio.
En Silva es el cuerpo y el rostro del obrero de la pampa, que por lo demás es el campesino del Norte Chico escapado del minifundio que sostiene a los viejos pero no alcanza para los hijos. El dibujo de la figura humana en Silva Castellón puede parecer vigoroso, sin titubeos, hasta duro en algún momento de su quehacer, pero hay una búsqueda de la individualidad, son dibujos o grabados de pueblo visto o divisado, con el cual el artista se identifica. No es la silueta ni el perfil de un pueblo sin nombre ni apellido. En su ternura y fiereza parecen personajes salidos de las páginas de Norte Grande.
En aquellos años 60 estaba además el desafío del realismo socialista, que en América Latina se prestó para cierta literatura más que para la plástica. En dibujos y pinturas de Silva en el exilio, rememora a través de su arte la experiencia ominosa vivida en su Patria, pero relatada y recreada en un lenguaje que colinda con el realismo mágico. Osvaldo era un artista que como víctima, compartió la suerte de su pueblo. Su denuncia transformada en arte, es un perenne testimonio creador.
Que importante sería contar con un Museo de Arte Contemporáneo en Antofagasta, para que esta rica herencia patrimonial no desaparezca en los avatares del tiempo, que engulle y suele no devolver.
Waldo Valenzuela, pintor