Secciones

"Y en su Dios se ha dormido como en cojín de Luna"

E-mail Compartir

Este verso alejandrino es de Gabriela Mistral en su poema "La maestra rural". A la luz de una vela, mi madre me lo recitaba. Algo creo que entendía del poema y cuando eso sucedía, pensaba en mi maestra, "la señorita" Aída Kostópulos. Fueron tiempos de mi niñez de pequeñas grandes felicidades en un pueblerino y rural Calama de hace casi siete décadas. Estampar esas palabras es suficiente para comprender que detrás de ellas hay un universo de recuerdos, amistad y gratitud.

Decir o escribir algo siempre ha sido fácil. La Biblia una vez abierta, nos dice: "En el principio fue la palabra…" Decirlo o escribirlo es posible como una demostración de que su comprensión, suele superar a muchos. Mi maestra, entonces joven, ya entendía estas cosas y las enseñaba sin siquiera decirlas: "Osvaldo, te acepto en mi curso, quédate con nosotros…" Aquí y ahora, pienso y pienso en ella y en el siguiente renglón anoto: "En la Iglesia del Corazón de María, le he dado mi último adiós." Un enunciado de absoluta sencillez, pero ¿cuántas realidades hay implícitas en esas pocas palabras para su comprensión?

La vida nos unió y un día nos abrazamos. Yo agradecido. Ella quería para mi lo mejor. Yo sólo deseaba ser un obrero y, algún día tener una familia. La vida nos llevó por sus caminos. Nos alejamos. Un día de tantos, nos reencontramos. No hubo reproche alguno -creo que nunca hizo algo semejante--, ella sabía más que yo de mi propia vida.

Sus palabras de entonces, fueron un bálsamo que nos dio nuevo ánimo para seguir adelante en la vida. Ambos, ya cargados de años, guardamos con absoluta discreción esa porción de felicidad que nos hizo ser y comprendernos para decir y escribir todo lo que se anidó en nuestros corazones.

Hoy, con algo de dolor, siento resonar en mi interior un sencillo: ¡Gracias maestra, la vida que un día nos unió, por divino designio, nos separa y, por fe nos dice que volveremos a encontrarnos en la gloria del Señor!

Antofagasta, 15 de febrero, 2019.

Osvaldo Maya Cortés, miembro de la Academia Chilena de la Lengua