Monumento al Trabajador Nortino
La Universidad del Norte no canta, vacíamente, aquellos nobles versos de su Himno que hablan de ser misión suya unir la luz con el sudor del trabajo. Ahora, lo demuestra, entregando a la ciudad un monumento ejemplar por su significación. No ha querido que el Centenario de Antofagasta quede sin el testimonio perdurable de su verdad raigal: Antofagasta es pueblo de trabajadores.
Leal con tal realidad enaltecedora, la Universidad determinó ofrecerle su "Monumento al Trabajador Nortino", de sus artistas Avelino Sanhueza, Ronald Clunes y Hugo León, para que en la lectura de dos figuras, permanezca la historia humana de nuestra tierra, que es historia de una proeza que conmovió y conmueve a todos los que se aproximaron a ella.
Un Minero y un Pescador sostienen los símbolos de este monumento. Con sus presencias, fijan como nuestra región nació y creció al amparo de gente de metal adentro, proporcionándonos las ventajas de la tierra fecunda y del mar fertilísimo.
Honrar al trabajador es uno de los hechos de mayor honestidad entre nosotros, porque todos somos hijos de sus heroísmos de pala y de remo.
Juan López reunía en sí ambas condiciones: navegó, trazando estela de esperanza, en el "Halcón", y cateó, dibujando la huella grande de su aventura.
El Monumento al Trabajador Nortino resulta, algo más que una obra de arte: resulta una lección. En esta lección, se confunden la justicia y la gratitud de un pueblo que entiende sus orígenes y se enorgullece de haber surgido a la vida del "hacer cosas" útiles: partió de una vivienda pobre, ascendió a unas cuantas casas, para erigirse, pronto, en ciudad: nuestra ciudad, donde todos nos llamamos Juan López, por bautizo de esfuerzo.
En este monumento luce méritos, además de sus artistas, la Universidad del Norte, que no vaciló en auspiciarlo, segura que traducía la aspiración de un puerto que, esta mañana, se contemplará en las imágenes rotundas de los nortinos fundamentales.
Nota. Este monumento, inaugurado hace 40 años, el 18 de febrero de 1979, fue destruido hace un par de años y aún no se restituye, pese a los compromisos asumidos.
Andrés Sabella, El Mercurio de Antofagasta, 18.02.1979