14 razones de por qué amamos a Antofagasta en su aniversario 140
HOMENAJE. Distintas personalidades locales resaltan las virtudes de la capital regional, en el marco de las celebraciones por un nuevo "cumpleaños".
Abogado
Capital de
la vida y del amor
Por amor a Antofagasta, debiéramos regalarnos una energía distinta para apreciar lo increíble que es vivir aquí. Vivimos en el límite de la aridez y un océano lleno de oportunidades que debemos cuidar.
Cada día sobre la línea del horizonte, a la hora de la puesta de sol, bien vale detenerse unos 10 minutos para disfrutar e intentar, como lo hacen cada día más personas, fotografiar tan mágico momento. Por amor a Antofagasta, tenemos que imaginarnos ahora, qué queremos ser en 2050.
Preguntarnos ahora cuál será el primer o primera antofagastino/a en llegar a Marte, desafiarnos a pensar y a concretar, entusiasmarnos con el futuro, porque aquí elegimos vivir, aquí queremos construir. Antofagasta es bella, merece que la cuidemos, que tengamos conciencia de nuestro cielo, del océano, del paisaje, de la multiculturalidad que nos ha dado una oportunidad preciosa, estilos e identidades que nos transforman en una ciudad viva.
Hay que hacerse cargo y tomar la posta de quienes han amado la ciudad y de quienes aman en la ciudad, esos que hicieron posible, parques, plazas y calles, que hoy son escenarios para la vida, donde hoy día hay quienes se atreven a hacer arte, conversar de la vida o mirar cómo transcurre la cotidianidad. Hay que sabernos afortunados de tener una ciudad donde poder enamorarse, tenemos tantos lugares mágicos. Nuestra ciudad debiera atreverse a dar nuevos y firmes pasos para ser la capital de la minería, de la astronomía, del asombro, del arte, de la multiculturalidad, del compromiso, del emprendimiento, de la calidad de vida y sobre todo del amor.
Alianza
Innovación Social
Un tamaño
a escala humana
¿Has visto el sol reflejado en los cerros al atardecer? ¿Un sol que en su ocaso ilumina la ciudad? Eso me encanta de Antofagasta. Una Antofagasta alumbrada desde el mar, que es promesa y al mismo tiempo futuro.
Me fascina también su tamaño a escala humana. Su diversidad cultural.
Pero por sobre todo; amo sus relatos. Esos relatos de orgullo de sus protagonistas, de quienes la viven y de quienes la aman desde lejos. Relatos de la descendiente del soldado que combatió en la Guerra del Pacífico, de la tía del héroe que marchó a la II Guerra Mundial, del nieto del obrero de la pampa salitrera y de la hija del migrante croata, chino, boliviano, sirio, colombiano.
Pequeños relatos de vida con toda la historia del mundo a cuestas, con todo el aprendizaje ganado tras vencer cada obstáculo que significa vivir en esta tierra. Relatos que emocionan, conmueven e inspiran y que nos hablan de promesa, de futuro compartido, de sueño por venir.
Relatos que reconocen hasta el hartazgo las carencias, las inequidades, la desesperanza aprendida, pero en los que prevalecen -con porfía de enamorado adolescente- esa Antofagasta anhelada. Una Antofagasta generosa, tierra de oportunidades.
Jaime
Araya
Esther
Croudo