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Las arenas de la Plaza Colón teñidas de sangre hace 103 años

HISTORIA. Hoy se cumple un nuevo aniversario de la matanza, uno de los episodios más tristes de la historia local. Este texto es un extracto del trabajo del profesor Ravanal. "Se acaba de iniciar un movimiento obrero encabezados por los operarios del ferrocarril". Diario El Comercio
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Ricardo Ravanal Bustos

Era el tiempo en que los grandes monumentos de la Plaza Colón y de Antofagasta estaban por existir. Ese tiempo en que la ciudad pasaba lentamente de una pequeña y esforzada localidad enclavada en medio del desierto costero, casi resbalándose al mar, a una metrópoli con vida y futuro propio que se abría valiente y decidido paso entre las dificultades propias de los primeros años del siglo XX.

Pero también comenzaba a incubarse un sentimiento de injusticia social y explotación laboral en los trabajadores que laboraban en las distintas faenas mineras, portuarias y comerciales, quienes no tenían mayor protección o seguro que la fortaleza de su propia contextura física, su destreza en el trabajo y los cuidados paliativos de sus familias en caso de necesidad o accidente.

Disconformidad

La ciudad cada día se expandía más en dirección a los cerros y a cuanto llano fuera posible, los obreros buscaban distintos despoblados o solares para comenzar allí a construir sus viviendas que con los años y acontecimientos daría origen a los primeros barrios obreros, ya que los arriendos en los lugares céntricos eran costosos. En este grupo de trabajadores se encontraba la gran mayoría de los obreros del ferrocarril que por el año 1904-1905 vivían en los sectores periféricos se la ciudad y debían recorrer distancias a pie para llegar sus puestos de trabajo.

El año 1906 comenzó con una serie de inquietudes por parte de los trabajadores del ferrocarril, especialmente liderado por un aguerrido gremio… "los caldereros". Ellos solicitaban 30 minutos más de descanso sumados a la hora con que ya contaban para su colación. Esta petición se basaba en que el traslado a sus casas debían hacerlo caminando y consumían una importante cantidad del tiempo. Los descuentos por atrasos eran muy comunes y severos, menguando sus exiguos sueldos.

Cada uno de estos obreros y sus familias pensaban que lo que solicitaban era una exigencia justa, más aun cuando varios de ellos acompañando al excéntrico, por decirlo así, esclavista y duro administrador del ferrocarril, don Julio Pinkas en la fundación de la Sexta Compañía de Bomberos un 1 de septiembre de 1902, habían demostrado compromiso con la empresa y Antofagasta. Era frecuente ver salir a los obreros en sus horas de descanso corriendo a los incendios que afectaban la ciudad.

Petitorio

Según los registros de la huelga, el 20 de enero de 1906 se elaboró una petición formal por parte de una comisión de trabajadores de distintas faenas y empleadores que prestaban servicio al interior del ferrocarril para lograr esta ansiada extensión de 30 minutos. La mayoría de los empleadores aceptaron las peticiones, excepto el Fcab, quien con su gerente general a la cabeza, don Mapleton Hoskins se mantuvo firme en la postura de no a lugar.

Una importante y masiva reunión de efectúa el 29 de enero en el local de la Gran unión marítima de Antofagasta donde se concluye entre aplausos y vítores con el acuerdo de la iniciación de una huelga general.

El 30 de enero Antofagasta amaneció paralizada en lo que se refiere a las faenas propias del Ferrocarril y una gran preocupación y tensión social recorre cada rincón de la ciudad. Pese a esto, la búsqueda de acuerdos continúa por parte de los trabajadores y un grupo de caldereros se entrevista nuevamente con míster Hoskins el 1 de febrero, quien acepta los 30 minutos de aumento en el tiempo de colación. Pero sumándolos al final de la jornada de trabajo. Esta propuesta es rechazada por las bases entre pifias y abucheos.

Conflicto

Entre los dirigentes más destacados de este movimiento se encontraba don Alejandro Escobar para algunos con filiación anarquista, quien con su capacidad de oratoria, inteligencia y compromiso redacta una nueva proclama amenazando con radicalizar el conflicto y colocar como nueva demanda un aumento del 20% de las remuneraciones de todos los trabajadores y exigir una jornada laboral de 8 horas diarias.

Esta estrategia de presión, significó un "silbato" de alerta y preocupación para los grandes inversionistas industriales y salitreros que visualizaron en este conflicto la llama que podía encender un mayor número de demandas obreras y multiplicarse a los diferentes cantones salitreros de la provincia, generando un una serie de pliegos de peticiones propios de cada faena.

Es así que por lo preocupante de la situación obrera que se vive en Antofagasta, un importante número de comerciantes, empresarios y administradores se reunieron en el Club de La Unión de Antofagasta para la creación de lo que ellos denominaron "Guardia del Orden".

Una vez tomado el acuerdo de la formación de dicha guardia, se lo comunican de inmediato al intendente de Antofagasta don Daniel Santelices quien aprueba la medida. Además le solicitan a la autoridad, apruebe la instrucción en el manejo de armas por parte de personal del Regimiento N°7 de línea "Esmeralda", por ese tiempo bajo las órdenes de don Sinforoso Ledesma.

Esta guardia del orden, que alcanza una dotación de 100 integrantes es dirigida por don Adolfo Miranda y recibe preparación militar y una cantidad indeterminada de fusiles de infantería por parte del Ejército. Para el día 6 de febrero la "Guardia del Orden" estaba armada y con instrucción de tiro, además el intendente solicitó para ese mismo día, 6 de febrero, que un piquete o contingente de marinería de la Fragata Blindada Blanco Encalada, enviada por el gobierno del Presidente don Germán Riesco Errázuriz, desembarcara y tomara ubicación en la esquina de los edificios públicos, hoy Calle Prat esquina Washington.

A las 12 AM del 6 de febrero algunos grupos menores de obreros habían provocado disturbios en las calles céntricas, como lo informó el diario El Comercio, por lo que el intendente ordenó la prohibición de la venta de alcohol en la ciudad, así como el porte de armas blancas o de fuego, además de prohibir reuniones masivas con el fin de cuidar el orden público.

La tragedia

Ese martes 6 de febrero de 1906, más de 2.000 obreros comienzan a eso de las 16 horas a enfilar en dirección a la plaza Colón para escuchar los discursos, entre otros, de don Luis Emilio Recabarren Serrano editor del periódico "La Vanguardia" y futuro diputado por el distrito de Tocopilla y Taltal.

Antes del término de los discursos y cuentas de los dirigentes, hizo su aparición desafiante y en la clara búsqueda de conflicto la denominada "Guardia del Orden", lo que produjo la ira y exaltación de los huelguistas. Tras un intercambio de consignas primero, el conflicto comenzó con los disparos a mansalva y sobre seguros por parte de la "Guardia del Orden", quienes dispararon desde la Plaza Colón y con algunos tiradores apostados estratégicamente en el Club de La Unión y a lo ancho de la calle Prat. Los obreros huyeron en dirección hacia la costa encontrándose de frente con el piquete de la marinería, también armado, el cual "creyendo ser atacado", abrió ron fuego contra los huelguistas. La matanza, según testigos sobrevivientes, duró aproximadamente tres minutos de letal fuego cruzado.

Según informes oficiales del gobierno de la época, 48 personas resultaron muertas, aunque testigos y sobrevivientes hablan de aproximadamente 300 personas fallecidas, algunos de ellos con varios disparos en el cuerpo. No existe registro documentado en el registro civil ni en el Cementerio Municipal de Antofagasta por lo que el número de trabajadores asesinados será siempre una incógnita que vivirá en la memoria de la ciudad.

Durante la noche, y cuando todo estuvo más tranquilo, por orden de las autoridades los cuerpos fueron levantados e inmediatamente trasladados al Cementerio, mientras los heridos eran atendidos.

Los disturbios continuaron el miércoles 7 de febrero cuando una multitud saquea e incendia la tienda "La Chupalla", este incendio fue tan devastador que arrasa también con el periódico "El Industrial", antes que los bomberos de Antofagasta pudieran controlarlo, otras instalaciones comerciales y ferroviarias también fueron incendiadas por los manifestantes. Ese mismo día un puñado de huelguistas sobrevivientes persiguió y asesino al Inglés Richard Roger, acusado de ser uno de los tiradores de la Guardia del Orden.

El movimiento de trabajadores sobrevivientes decide deponer las movilizaciones el jueves 8 de febrero y presentarse a sus trabajos el día sábado 10 de febrero, después de una serie de mediaciones en las cuales destaca el obispo de Antofagasta don Luis Silva Lezaeta.