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Día Nacional de la Ciencia

"Queremos avanzar en la reconstrucción de un modelo de universidad público-estatal basado en lo colectivo".
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Por primera vez en Chile, este 7 de octubre celebramos el "Día Nacional de la Ciencia", fecha en la cual quisimos desde el Consorcio de Universidades del Estado, CUECH, poner la relevancia, y junto con ello, hacer justicia al significativo aporte que hacen nuestras instituciones a la investigación científica en Chile, generando conocimiento desde el sector público y poniéndolo al servicio de toda la sociedad.

En caso particular de nuestra Universidad de Antofagasta, hoy estamos en el puesto 13 a nivel nacional en esta área, mostrando un constante crecimiento en áreas específicas y atingentes al desarrollo regional, como la energía solar, los minerales industriales y litio, recursos hídricos, procesos mineros, bioinnovación, biotecnología y astronomía.

Pero tras estos logros, hay equipos científicos donde confluye juventud y experiencia, siendo la colaboración interna una virtud que buscamos hacer crecer cada día. Misma cualidad, que desde el CUECH vislumbramos como nuestra gran potencialidad; trabajando juntos y desterrando la odiosa competencia, avanzaremos más y mejor por el bien de todo Chile.

Queremos avanzar en la reconstrucción de un modelo de universidad público-estatal basado en lo colectivo y colaborativo, pues concebimos a las Universidades Estatales de Chile como centros fundamentales en la reflexión, la expansión del conocimiento, la formación de ciudadanos y el desarrollo de Chile y sus regiones.

En promedio en los países OCDE se invierte 2,38% del PIB en investigación. En Chile, esta cifra corresponde al 0,37%, según la última Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D (2016). Si el Estado no invierte más en esta área, será difícil darle más valor agregado -basado en el conocimiento- a nuestros recursos naturales, siendo meros espectadores de las grandes trasformaciones tecnológicas del futuro.

En las instituciones del CUECH realizamos el 42% de toda la investigación científica de Chile, siendo parte de la institucionalidad del Estado, no clientes de ella. Mucho de nuestro trabajo se hace en regiones, sorteando dificultades de todo orden, pero estamos convencidos de nuestro rol y del aporte que somos para nuestras comunidades.

Al celebrar por primera vez el "Día Nacional de la Ciencia" los rectores del CUECH alzamos la voz de forma clara y unitaria; si de verdad queremos llegar al desarrollo, el Estado debe aumentar la inversión ciencia y tecnología, de lo contrario, nunca seremos protagonistas de nuestro propio devenir, dependiendo de otros países para avanzar.

La soberanía, también implica la independencia del conocimiento humano.

Luis Alberto Loyola

Rector de la Universidad de Antofagasta

Hay futuro después de La Haya

"Abogo porque vengan tiempos de cosechar los frutos de esta política impulsada desde nuestro norte, profundizando relaciones".
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Antofagasta es y seguirá siendo chileno. Triunfó el Derecho Internacional y nuestro país protegió con inteligencia jurídica la integridad de su territorio ante la Corte de La Haya. Pero hemos perdido cinco años en este juicio inoficioso, imprudente y maximalista al que nos llevaron las autoridades altiplánicas. Peor aún, hay más de 40 años marcados por la ausencia de relaciones diplomáticas plenas y expectativas desmedidas, alimentadas por algunos Gobiernos que no le han hablado con sinceridad y realismo al pueblo boliviano.

El fallo ha sido claro: en sus esmeros por buscar con Bolivia mejores condiciones para su acceso al mar desde 1904, Chile no ha contraído la obligación de negociar soberanía y menos con un resultado predeterminado. Queda por conocerse el fallo de la Corte Internacional por la demanda chilena por las aguas del río Siloli (así se llama en Chile, no Silala). Como sea, se cerró otro capítulo desafortunado en nuestras relaciones, fruto de una estrategia equivocada del gobierno del presidente Evo Morales, que priorizó sus intereses políticos por sobre el futuro de su país. Será difícil restablecer las confianzas para volver a conversar sobre el futuro. Morales ha perdido confiabilidad y validez como interlocutor y será responsabilidad de la ciudadanía boliviana analizar con inteligencia y realismo esta derrota jurídica. No esperamos que el pueblo de Bolivia abandone sus aspiraciones, pero tengamos claro que no hay atajos al diálogo bilateral honesto y leal para buscar acuerdos que sean de interés mutuo.

Tampoco Chile debe darse por satisfecho. En un mundo globalizado la integración y colaboración entre los países son condiciones esenciales para el desarrollo sostenible. Con Bolivia, Argentina y Perú somos vecinos y nos necesitamos. No basta enarbolar la bandera del derecho. También existe la diplomacia y la política como instrumentos para construir el futuro. Quizás los centralistas de Chile no lo sepan, pero en esta tierra nortina llevamos décadas trabajando con empresarios, académicos de universidades regionales e, incluso, autoridades locales, en un sueño compartido: la integración con el corazón del Cono Sur.

Hablamos de una agenda integral. Del desarrollo, por ejemplo, de relaciones empresariales de largo plazo, de los amplios espacios de colaboración académica y cultural para que profesionales bolivianos y chilenos puedan enfrentar desafíos comunes. Por cierto también de combatir de modo más eficiente en conjunto el crimen y el narcotráfico en nuestras extensas fronteras. En el fondo, de reestablecer las confianzas y las relaciones diplomáticas plenas entre ambos Estados, tomando la nueva etapa que se abre, como una oportunidad para reeducar a las nuevas generaciones, especialmente de dirigentes y líderes políticos, en el entendimiento y la cooperación.

Abogo porque vengan ahora los tiempos de cosechar los frutos de esta política impulsada desde nuestro norte, profundizando relaciones, manteniendo el interés por el multilateralismo, el libre comercio y el desarrollo sostenible. Ojalá que las autoridades vecinas se sumen a esta senda.

Alejandro Guillier

Senador de la República

La futura relación con Bolivia

El caso boliviano ya está cerrado desde el punto de vista legal, no tiene sustento, pero seguirá vivo por la utilidad que tiene para Morales y porque es un sueño altiplánico. El deterioro de las relaciones entre ambos países es palpable y en esto el factor determinante es el líder altiplánico quien ha colaborado muy poco para normalizar las relaciones.
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Una vez conocido el fallo de la Corte Internacional de Justicia respecto a la demanda marítima boliviana, bien puede pensarse de que las posibilidades de mejorar las relaciones entre ambos países no mejorarán, peor aún podrían entrar en un territorio difícil de prever.

Para entender todo lo anterior es necesario destacar las particularidades del presidente Evo Morales, quien jugó y seguramente seguirá teniendo un rol fundamental en toda esta historia.

Antes de seguir, debe decirse que la labor de Morales como mandatario de su país tiene más luces que sombras. Debe recordarse que Bolivia tenía hasta antes de este gobierno una conducción bastante anárquica. Solo en el mandato del exPresidente Ricardo Lagos, ese Jefe de Estado debió dialogar con seis mandatarios paceños.

Desde su arribo a Palacio Quemado hace 10 años, objetivamente Evo ha ordenado su país, los resultados juegan a su favor, pero tiene en su contra un permanente cuestionamiento respecto a su apego a las normas democráticas y la forma en que intenta aferrarse al poder.

Cuestiones, que en definitiva, son de orden interno.

Pero en su relación con Chile, los problemas son bien evidentes. El deterioro de las relaciones entre ambos países es palpable y en esto el factor determinante es el líder altiplánico quien ha colaborado muy poco para normalizar las relaciones entre países vecinos.

Peor aún, ha tenido comentarios muy desafortunados y agresivos hacia nuestro país, como decir que recuperará Antofagasta, entre otras, dichos que han terminado empeorando el vínculo que dos países vecinos no se merecen por el bien de sus pueblos.

Pero esto es lo difícil. El presidente Morales ya delineó que insistirá en su reclamo, a pesar de que no tiene sustento jurídico, lo que equivale a decir de que aunque esto está cerrado desde lo legal, puede quedar abierto por la pertinacia de la política interna del mandatario boliviano.

En definitiva, no puede dejar de observarse que el reclamo -más allá de lo legal- está en el inconsciente altiplánico y abordar aquello será muy complejo.