Residencia en la tierra
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basualto (12/07/1904 - 23/09/1973), se inicia joven en la literatura. Para evitar los castigos del padre, el poeta cambia su nombre por el eufónico de Pablo Neruda.
En Crepusculario (1923), es modernista. Un año después, con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, abre un ciclo de poesía erótica y avanza en territorio propio.
El viaje a Oriente, como cónsul honorario en Birmania, Ceilán e Indonesia, habrá de marcarlo para siempre. Antes de partir había escrito algunos poemas extraños (por ejemplo, Galope muerto) en que la disociación de imágenes, la inconexión sintética y un ritmo de pesadilla destruirán las convenciones del verso.
Este viaje, es la que se podría calificar de su temporada en el infierno, pues aislado de su lengua natal produce los más extraordinarios poemas. Cuando regresa al país y los publica en 1931, en una edición de 100 ejemplares y bajo el título de Residencia en la tierra, una tranquila revolución ocurre en la lírica hispánica.
Este libro habrá de cambiar el rumbo poético de varias generaciones.
En cartas fue revelando su ambición de escribir una poesía distinta, más preocupada de las cosas esenciales, un poco lenta y a la antigua que acepte las contradicciones, entonces nos ofrece una meditación de la totalidad de la vida, dándole a su canto el valor fulgurante de la revelación que posee.
La poesía de este libro lo liga a la que escribieron en el siglo XIX William Blake o Walt Whitman, al lirismo desatado de Rimbaud o a T. S. Eliot. La materia existencial y confusa que Neruda poetiza en Tres cantos materiales, incluida la oda profética a la muerte de García Lorca, sumado al erotismo violento de Tango del viudo y Walking around, son otras tantas piezas de antología por las que podría integrar la lista más exclusiva de poetas de nuestra lengua.
La incontrolada torrencialidad del lenguaje, la negativa a limitarse, todavía no dominaban al Neruda de Residencia en la tierra.
Juan García Ro