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Cuidar la imagen de nuestra ciudad

Muchos parecen interesados en que Antofagasta esté asociada solo a conceptos negativos y falsos. Es increíble el sentido destructivo de varios "líderes locales". Nadie cuidará la ciudad salvo nosotros, no serán las autoridades de turno instaladas en Santiago. Son los propios antofagastinos quienes deben trabajar para hacer de ésta la mejor ciudad.
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Es de sumo inquietante la imagen que, poco a poco, estamos construyendo de nuestra ciudad, de Antofagasta. Sin quererlo, estamos asociando nuestro hogar a conceptos exclusivamente negativos, lo que puede tener pésimas consecuencias.

Es frustrante que desde otras regiones se observe Antofagasta como una ciudad cara, de mal aspecto, o censurada por el fenómeno migratorio, como si esto fuera vergonzoso.

Pero es más inquietante cuando el daño lo provocan quienes viven aquí, cuando los perjuicios nacen de quienes deben liderar la ciudad y cuidarla.

Así, por ejemplo, la comuna se asocia a contaminación, a consumo desatado, a poca actividad cultural, falta de áreas verdes, dejándose de apreciar la mayoría de cosas positivas que la ciudad tiene y ofrece.

En este escenario, el estado de ánimo que gatillamos no es el mejor, para emprender, crear y es aún más nefasto para los niños.

Si entendemos que la principal riqueza de cualquier territorio son las personas, el daño que hacemos al hablar negativa y erradamente de la ciudad es catastrófico. Lo único que haremos es ahuyentar a quienes desean quedarse y restaremos posibilidades de atraer más talento.

Esto no significa que debamos callar ante los problemas que objetivamente existen en diferentes planos, pero debemos ser sensatos a la hora de declararlos, evaluarlos y ponerlos en contexto, porque debemos cuidar lo que tenemos.

Hay al menos una cosa que todos debemos tener muy en cuenta: Nadie resguardará la ciudad salvo nosotros, no serán las autoridades de turno instaladas en Santiago, son los propios antofagastinos quienes deben trabajar para hacer de ésta la mejor ciudad; no hay otra opción, no hay otro camino.

Antofagasta ofrece trabajo, educación de todo tipo, salud que mejora, tiene enormes desarrollos en minería, astronomía, turismo de intereses especiales y si tiene déficit, pues bien, hay que empeñarse en reducirlos. Eso es ser un ciudadano comprometido. Corrijamos lo necesario, pero no destruyamos el alma misma de lo que somos.

La (des) confianza

"La pregunta es ¿si continúa esta espiral de caída en los niveles de confianza, quién arbitrará las controversias?".
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Como hemos señalado en columnas anteriores, la sociedad solo es posible en la existencia de confianzas, desde las más básicas a las más elaboradas. Cada uno de nosotros alguna vez dejó a su hijo en un jardín infantil y en la puerta de éste le recibió alguien de delantal verde, usted lo entregó y se dirigió a sus actividades habituales. Alguna vez estuvo en un quirófano y vio entrar a un señor de delantal blanco y con mascarilla vio como ordenaban cuchillas a su costado y empezó a contar diez hacia atrás de acuerdo a las instrucciones del enmascarillado. En ambas circunstancias usted no le pidió a nadie carnet de identidad ni certificados que acreditaran su capacidad para realizar ambas funciones, allí operó la confianza en que todos los que interactuaban lo hacían de manera correcta e indicada. La confianza hizo posible esas interacciones.

De no existir esa confianza recíproca, porque nadie le pidió a usted que acreditara ser pariente del niño y no un secuestrador de infantes en potencia, la existencia en grupos más allá de números cercanos a las dos centenas sería imposible. Sería un absurdo de verificaciones hasta la eternidad que tornarían inviable cualquier convivencia social.

Hoy nuestros niveles de confianza han disminuido en la misma proporción que el modelo de libre mercado ha avanzado. Hoy confiamos más en la certeza de nuestras transacciones virtuales de mercado que en el quehacer del poder legislativo, esto según todas las encuestas, tanto que todos los problemas que antes resolvía la política los trasladamos al ámbito judicial en lo que se conoció como la judialización de la política. Hoy ya no confiamos en los dictámenes de la justicia y requerimos de los pronunciamientos de la Contraloría en lo que, al parecer, deberíamos llamar la contralorización de la política.

Esto con sus virtudes y defectos dado que la Contraloría solo fiscaliza a los órganos públicos dejando a los privados entregados a sus buenas prácticas, responsabilidades sociales empresariales y manuales de ética que más de algún problema han causado.

La pregunta es ¿si continúa esta espiral de caída en los niveles de confianza, quién arbitrará las controversias? Hasta hace unos siglos existían los consejos de ancianos, pero hoy éstos están a duras penas luchando por mejores pensiones y tratando que las farmacias no se coludan en los precios. Existían credos religiosos que a través de la fe direccionaban conductas, pero hoy están dedicados a defenderse en los tribunales y agredir en los te deum.

Esto que puede parecer una visión apocalíptica no es más que una breve síntesis de lo que aparece cada día en los noticiarios, pero pasa desapercibido entre tanta publicidad de mercado y desastres naturales.

César Trabucco

Sociólogo y académico Universidad de Antofagasta

Un líder atípico

"El médico antofagastino Pedro Ziede Díaz desde hace 20 años dirige el operativo médico denominado 'Sembrando Salud'".
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A algunos lectores esta columna les podrá parecer extemporánea, no obstante para mí, el hecho de destacar una voluntad solidaria con la comunidad, no tiene caducidad. Es más, el ejemplo que viene a continuación, a mi entender, debería constituirse en guía permanente para muchos otros profesionales de distintas disciplinas, en cuanto a que siempre existirán alternativas de colaborar con la ciudad que los vio nacer o simplemente los acogió.

Ahora bien, normalmente los liderazgos se asocian a personajes carismáticos, de mucha visibilidad pública y dueños de discursos grandilocuentes. Sin embargo, suelen aparecer otros, eminentemente de acción y no de opinión, soñadores e innovadores que promueven cruzadas de amplio beneficioso ciudadano, sin llamar a las cámaras ni perseguir las portadas de prensa, en un trabajo silencioso, serio y tremendamente solidario.

Este es el caso del médico antofagastino Pedro Ziede Díaz, quien desde hace 20 años dirige el operativo médico denominado "Sembrando Salud". Según Ziede, habría imitado a médicos rotarios norteamericanos de Rotaplast. El operativo local tiene por objetivo atender, a través de distintas intervenciones quirúrgicas, a niños y adultos, que están en listas de espera del sistema de salud nacional, pero no tienen una fecha determinada de atención.

De un reducido y no muy apercibido, pero entusiasta primer equipo, que inició su operación tímidamente en Taltal, integrado por Zoila Monardes, Verónica Ibaceta, Ingrid Bravo, Jorge Arancibia, Ivonne Pizarro y Enrique Castillo, Pedro Ziede ha logrado consolidar un importante y variado contingente médico que se ha plegado a su cruzada y, además, ha concitado el apoyo de distintos centros asistenciales. A la fecha 250 médicos, 200 estudiantes de medicina y odontología y más de 400 voluntarios de establecimientos de salud han participado en los operativos. Es oportuno destacar, que a partir del año 2016, el programa "Sembrando Salud" es patrocinado por la Universidad de Antofagasta y Minera Escondida.

Antofagasta ya había reconocido merecidamente la labor del Dr. Pedro Ziede con la entrega del Ancla de Oro en el año 2015 y, además, el facultativo, el año pasado fue elegido como el primer Camiseteado de Chile, en el programa de TVN que busca destacar a quienes cumplen funciones relevantes a nivel nacional.

Sin duda que la trayectoria del Dr. Pedro Ziede, como también lo fue la entrega del recientemente fallecido Dr. Domingo Solar, en la dirección de Coaniquem, son ejemplos dignos de imitar. En esta línea se inserta también el reciente operativo médico desarrollado por un completo equipo de profesionales en Mejillones y Tocopilla, por la Fundación Acrux liderada por Roberto Levin.

Carlos Tarragó

Presidente de Corporación Proa