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Crédito con Aval del Estado

Muchos parecen olvidar lo que era el país hace 15 años. Recién se consagraban 12 años de educación obligatoria y apenas había 400 mil alumnos en educación superior. Lamentablemente en estas cosas están primando más los eslóganes, las frases de escándalo, pero con muy poco sustento práctico. Este es un ejemplo del error, las falacias y el desconocimiento de la clase política.
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Sergio Bitar, exministro de Educación, entregó detalles respecto a los esfuerzos que hizo la administración del exPresidente Ricardo Lagos para crear el cuestionado CAE, sistema de crédito con aval del Estado, para apoyar el ingreso de jóvenes a la educación superior, a inicios de este siglo.

Y, debe decirse, Bitar fundó bien sus razones.

Es difícil entender lo que era Chile hace apenas poco más de 15 años. Pero las cifras ayudan mucho. Hoy tenemos una población de 1,2 millones de estudiantes en universidades, centros de formación técnica e institutos, pero a inicios del 2000, ese número apenas llegaba a 400 mil.

¿Qué posibilitó el CAE? Que al año 2006, los educandos terciarios aumentaran rápidamente a 600 mil.

Es cierto, es un sistema caro, pero más barato que el que existía. Mas, en lo fundamental, debe reconocerse que el país era bastante más pobre que en la actualidad. Si hoy se debate respecto de la gratuidad universal es porque la mayor riqueza hace posible tener esa discusión. Hace tres lustros, aquello era inimaginable.

¿Qué era mejor? Dejar a cientos de miles de jóvenes chilenos sin posibilidad de continuar sus estudios o buscar una opción crediticia, que no siendo lo deseable, ofrecía una alternativa para desarrollar ese objetivo.

Lamentablemente en estas cosas están primando más los eslóganes, las frases de escándalo, pero con muy poco sustento práctico. Se acusa que se hizo un negocio para la banca privada, cuando estos montos son menos del 1% de las colocaciones, vale decir, no son una actividad relevante para esta industria.

Ofrecer perdonazos tampoco parece serio, por difícil de aceptar que esto sea, pero el país -no esta administración, el país-, simplemente no está en condiciones de asumir un gasto de tal magnitud.

Puede insistirse en que no es el mejor sistema, el ideal, pero el anhelo colisiona permanentemente con la realidad de lo posible, algo que los ciudadanos chilenos tienen muy claro cuando se les explica, pero que parte de la élite política recurrentemente reniega a sabiendas del error y del daño que sus juicios infundados tienen en la calidad de la discusión pública.

Esplendor de la verdad

"La convicción profunda de que somos un país de hermanos y que los dramas y tragedias vividas no han logrado dividirnos".
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Los últimos acontecimientos políticos dan la razón a Nicanor Parra, "la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas". Afortunadamente, hay un gran espacio de ciudadanos cada vez más reflexivos e informados. El poder político sigue ensimismado en su mundo paralelo y bizarro, dominado por el ideologismo imperante. Las actuaciones lúcidas de alguno de sus integrantes, como los presidentes Lagos y Frei Ruiz-Tagle y algunas senadoras, no alcanzan a traslapar la coraza contra realidad que tienen sus integrantes. Qué manera de postergar los problemas reales que viven a diario las personas.

Terminada la época de la retórica y de la verborrea no se divisan acciones concretas que nos hagan salir de las cavernas, ilusionados con la estadística y con la apariencia de excelencia que brinda el peso económico de un sector pequeño de la población, entre los cuales se cuenta el mundo político por cierto. Hay un deseo casi patológico, del Ejecutivo y del Legislativo por satisfacer a las minorías vociferantes e ideologizadas y un miedo enfermizo por no parecer políticamente correctos.

La izquierda radical, apoyada casi en su totalidad por los restantes grupos políticos se ha empeñado en horadar las bases mismas de la cultura que es la expresión de lo que ha cultivado el chileno por generaciones. La amistad cívica, el valor sacro de la familia, el respeto irrestricto por las creencias y las tradiciones que tiene el grueso de la población, como asimismo la tolerancia por aquél que profesa su propia confesión. El amor por los niños y la solidaridad con los ancianos. La convicción profunda de que somos un país de hermanos y que los dramas y tragedias vividas no han logrado dividirnos. 17 millones de chilenos miran el futuro con esperanza, pero además caminan por la senda del trabajo y del esfuerzo. Sólo ha quedado atrás, anclada en la división y el odio, esa ínfima minoría que quiere una realidad acorde con sus particulares aspiraciones y deseos.

Insistiremos una y mil veces que mientras haya una sola niña o niño vulnerado en sus derechos, el país no pasará la zona de barbarie, a pesar de la apariencia de desarrollo y el regocijo de la clase política y económica dominantes, por estar apoltronadas en su área de bienestar.

Para quienes nos levantamos a diario, apenas despunta el alba y caminamos o tomamos micro para ir al trabajo -vida del porcentaje mayoritario de la población- y además, estamos en contacto de modo cotidiano con una pléyade de jóvenes que estudia todos los días y se sacrifica para tener un horizonte para ellos, su familia y por lo mismo para el entorno que habitan, la verdad que resplandece -y seguirá resplandeciendo con fulgor inextinguible- es que la inmensa mayoría de chilenos transita de cara al futuro con la certeza de que su propio esfuerzo y la colaboración con sus hermanas y hermanos de su barrio y ciudad, permitirán el desarrollo integral humano de todos sus habitantes. La obra que enaltecerá al país en el futuro vendrá de la mano de esa clase media chilena que en silencio construye su cultura sin abandonar sus niños y sus ancianos; allí la verdad no sólo será esplendorosa, también tendrá sabor a justicia.

Salvador Lanas Hidalgo

Director académico de Escuela de Liderazgo USS

Última tronadura en 103 años de Chuquicamata

"En 103 años de historia, Chuquicamata vive un proceso de transformación que involucra una forma de ver el futuro".
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La Provincia de El Loa vive momentos históricos. Septiembre quedó marcado en la historia de los 103 años de existencia de Chuquicamata, la emblemática faena de la Corporación Nacional del Cobre, Codelco. Se vivió la última tronadura, un nuevo hito en la transformación que vive la división y que le permitirá seguir aportando recursos al Estado.

Qué significa lo anterior: desde ahora las tronaduras se realizarán solamente en la Fase 49, que corresponde a la última fase del rajo. Dada la profundidad del fondo de la mina, que ya se acerca a las labores subterráneas y de acuerdo a lo planificado, se detuvo su profundización.

En 103 años de historia, Chuquicamata vive un proceso de transformación que involucra además, un vuelco en la forma de ver el futuro y en cómo se hacen las cosas. Es un proceso que viene de la mano con una mejora de prácticas, para que siga siendo una fuente de crecimiento y desarrollo para Calama y para Chile.

Al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, a quienes somos sus representantes en la región, nos importa la visión, los desafíos y el estado actual del negocio de Chuquicamata y sobre todo qué es lo que se nos viene para poder trabajar en conjunto con este gran proceso que implica hacerlo más rentable y sustentable

Hay temas sensibles y muy importantes en esta transformación y que apuntan derechamente al corazón de Calama: la empleabilidad.

En cuanto a la dotación propia, son 1.700 las personas que egresarían de la empresa, de los cuales habría un grupo mayor que ya estaría en condiciones de jubilar. Otro grupo más reducido, del orden de 300, culminan su relación contractual y laboral como plazo fijo.

Por otra parte, hay claridad en que no se consideraría una reducción del personal contratista y que debido a los requerimientos que exigirá la mina subterránea, se necesitarán nuevas competencias y conocimientos, en definitiva más empresas.

Junto con el municipio y la gobernación se avanza en un programa de empleo que se llama "Yo juego de local", donde el desafío es poder desarrollar cerca de 3 mil empleos en los próximos cinco años.

No podemos estar ajenos al proceso de transición de esta mina. Más allá de esto, es importante que el proceso en sí, sea llevado de cara a los trabajadores y sus representantes.

Marco Antonio Díaz

Intendente Región de Antofagasta