"En Chile parece que polemizar es malo, el intercambio atenta contra la unidad"
"A los niños hay que enseñarles sabiendo que son niños, pero en Chile se enseña Historia como si todos fuéramos niños eternos. El caso paradigmático es Arturo Prat, que es expuesto en kinder igual que en cuarto año medio. No hay comprensión, nadie explica a Prat. Y cuando se trató de explicarlo, como en los años 90, medio mundo se vino encima, la Marina incluida. ¿Por qué? Porque se usa la historia para legitimar, no para explicar".
Rafael Sagredo, historiador de la Pontificia Universidad Católica de Chile y autor de "Historia mínima de Chile" (2014), ha sido crítico de cómo se ha construido y enseñado el relato histórico en Chile.
No le gusta, por ejemplo, que se hable de Chile en gran parte del siglo XIX y el XX como una democracia ejemplar, como un país con una historia épica y extraordinaria, "lo que se resume en la copia feliz del edén y el asilo contra la opresión. Pero la historia incluso reciente de Chile se resume mejor en 'el baile de los que sobran'. Para la gran mayoría de los chilenos, la historia ha sido más de sufrimiento, miseria y violencia".
- ¿Diría que la nuestra es una historia que en los siglos XIX y XX, sobre todo el XIX, no admitía la diversidad?
- La educación y la historia tienen un papel privilegiado como instrumentos para formar una nación. Y nuestra historia exalta, no critica; legitima, une, y los hechos poco edificantes quedan fuera, aunque los hay y muchos. Se trata de uniformar. En el proceso de construcción de lo chileno y de una nación, lo que aparece como diferente es descartado, reprimido en favor de una idea de nación, de chilenidad. El poder, los medios, la literatura reafirman lo ajeno a Chile como raro, cuando no malo. Juan Egaña, uno de los padres de la patria, decía que del mar no hay que esperar nada, pues de ahí venía lo malo, lo extranjero, los protestantes, los piratas. Hasta el día de hoy, en Chile, lo distinto no es bien acogido. Pero sí creo que hemos avanzado en ser más tolerantes y valorar la heterogenidad".
Enseñar a pensar
- ¿Cómo cabe enseñar la historia entonces en este nuevo panorama? ¿Hay que hacerlo en forma neutra, equilibrada?
- Partamos por respetar a los profesionales, los que investigamos y escribimos historia. Hasta donde sé, nadie le dice a un médico cómo operar o a un abogado cómo alegar, pero todos se creen con derecho a decir cómo se debe enseñar o con derecho a ser historiador. La historia implica la necesidad de relatar, pero es comprensión, es análisis, tiene la obligación de explicar. Quienes hacemos historia, usamos fuentes, hipótesis sustentadas en documentación, vestigios del pasado, materiales e inmateriales, y a partir de eso podemos enseñar lo que queramos. Y pienso que cualquier historia, sea de 1950, sea de 1973, sirve para enseñar a pensar, porque de eso se trata".
El doctor en Historia considera que los cambios sociales se han manifestado en la legislación e involucran una ampliación del rango de lo políticamente incorrecto. "Esto es fruto del tiempo, la historia, la globalización, el mundo y los chilenos debemos adecuarnos a eso. Para algunos es positivo, pero para otros es negativo. Son quienes pretenden que Chile sea inmune a todo".
- ¿Quiénes son esos chilenos?
- Son chilenos fanáticos, integristas, intolerantes, con poca educación o con mucha educación pero que defienden intereses. Son también un reflejo de Chile, un país discriminador, jerárquico, clasista, racista. Chile es un país violento.
Orden y libertad
- Usted dirigió con Cristián Gazmuri "Historia de la vida íntima en Chile", donde se destaca el tema de la violencia...
- Así es. Lo que aparece como estructural en Chile es la violencia, como abuso de poder, sexual, hacia la mujer, y la raíz es la inseguridad, la precariedad, el temor a perder lo que tenemos, el acontecer infausto de la historia de Chile, como diría Rolando Mellafe. Es innegable, pero hemos ido mejorando, por eso los resabios que quedan aparecen tan dramáticos, como que haya gente que aún naturaliza la pobreza, creyendo que tiene que haber pobres, pero no es así. En Chile, si quieres cambiar la frase del escudo nacional, te dicen que se acaba la nacionalidad. Por eso esta preeminencia del orden incluso sobre la libertad. Las dictaduras se explican por eso: con tal de tener orden, sacrifico la libertad.
- ¿Hay en Chile grupos de la población que jamás se reconciliarán entre ellos o con el pasado ?
- De partida, en Chile parece que polemizar es malo, el intercambio de opinión atenta contra la unidad nacional, hay temor a que haya discusión. Entonces se habla de que estamos peor que en 1973 solo por tener diferencias, cuando resulta que eso es parte de la vida. Como somos una sociedad donde el orden y la estabilidad mandan, y las cosas tienen que ser como tienen que ser, si nos salimos de eso como nos estamos saliendo, la discusión se ve negativa. Yo creo que hay una mayoría de chilenos y una gran mayoría de la comunidad internacional que al golpe le llama golpe y a la dictadura, dictadura. Un sector minoritario piensa diferente, pero es fuerte, poderoso, controla los medios, está en lo alto de la elite, y por ende parece haber dos bandos no reconciliados. Pero claramente no es así.
"La educación y la historia tienen un papel privilegiado como instrumentos para formar una nación. Y nuestra historia exalta, no critica; legitima, une, y los hechos poco edificantes quedan fuera"."
"El No es tan o más importante que la independencia"
No pocos creen que, aunque en 1988 ganó el No a la continuidad de Augusto Pinochet, el modelo político y económico que implantó sigue vigente. Para Sagredo, igualmente "ganó el No. El triunfo del 5 de octubre es un hito extraordinario en la historia de Chile, tan importante o más que la independencia. Entre otras cosas porque fue una participación masiva, consciente, en un ambiente adverso, en un país que se la jugó por la democracia. Eso hoy los jóvenes no lo valoran. Es cierto que el modelo neoliberal, social de mercado, sigue vigente, pero otra cosa es vivir la dictadura, que es el imperio de la violencia y el miedo. El No terminó con la arbitrariedad en el sentido institucional, con las violaciones a derechos humanos; acabó el miedo y este es un cambio fundamental. En otros países, esto no ha pasado. De todo eso me siento orgulloso".