Un hombre bueno
Por la vida de las sociedades pasan hombres que de forma silenciosa van dejando una huella que sobrevivirá por mucho tiempo una vez que ellos nos dejan. Todos ellos tienen en común el haber dedicado su vida a hacer mejor el mundo, poniendo una gota de amor, de comprensión y de empatía con el sufrimiento de las personas. Todo ello en el sabio silencio del anonimato. Estos son los hombres buenos que junto a ganarse el reconocimiento de su entorno, van generando el deseo de emular en algo su ejemplo.
En forma sorpresiva, sin señales previas, ha partido Ernesto Letelier Camus. En el acompañamiento a sus familiares en su despedida acudieron todos esos mundos en los que dejó su marca de calidad humana.
Las diversas generaciones de kinesiólogos que formó como académico, traspasando sus conocimientos y experiencias, pero por sobre todo un amor por la profesión a la que siempre vio como una herramienta de ayuda. Las palabras de uno de esos alumnos refleja el pensar de quienes compartieron las aulas universitarias. "Profesores habían muchos, pero sólo un era un maestro".
Los deportistas también estuvieron presentes. Recuerdos de su prologado paso como kinesiólogo del viejo Antofagasta Portuario, de su trabajo en la recuperación de las lesiones de generaciones de deportistas, muchos de ellos hoy en la tercera edad y aún con el entusiasmo por la actividad física. Para todos el "profe", o el "Lete" tenía un espacio, un tratamiento para devolverlos a las canchas. Muchas veces sin que mediara un pago por su prestación profesional, o éste se realizase cuando el paciente estuviera en condiciones.
También su acción en SORENIAL, mucho antes que la Teletón llegara a estas tierras, fue recordada como una de sus contribuciones. Cientos de niños con problemas de discapacidad fueron atendidos por esta institución antofagastina, siendo Ernesto Letelier un puntal para ello.
Finalmente otro aspecto, que para muchos nos era desconocido. Ernesto había dado sentido a su compromiso social, a su sentir del dolor de las personas, en la religión. Lo había hecho como todas las cosas en su vida, no a medias, convirtiéndose en pastor de una iglesia cristiana.
La ciudad ha perdido a un hombre bueno, pero su ejemplo silencioso ha sido semilla que en suelo fértil dará fruto.
Luis Maturana Carter
Periodista