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Brasil insistirá con la creación de un santuario de ballenas en el Atlántico Sur

PRESERVACIÓN. Mientras el gobierno de ese país trabaja para generar un área protegida para estos cetáceos, en la Naciones Unidos se busca generar una zona amplia de protección en alta mar para "revertir la salud de los océanos".
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Brasil insistirá con su propuesta para la creación de un santuario de ballenas en el Atlántico Sur en el marco de la sexagésima séptima reunión de la Comisión Ballenera Internacional, que se celebrará en la ciudad brasileña de Florianópolis, según dijeron a la agencia Efe fuentes del Gobierno.

Brasil defiende desde 2001 la creación de un santuario de este tipo de cetáceos en esa zona, que abarcaría desde Brasil hasta la Antártida, pero la medida necesita tres cuartos de los votos para salir adelante, explicó el director del Departamento de Conservación y Manejo de Especies del Ministerio de Medio Ambiente, Ugo Vercillo.

La medida volverá a ser discutida durante la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés), que reunirá el 10 y 14 de septiembre a representantes de los más de 80 países que integran la institución.

En el encuentro de este año se discutirá el establecimiento de los límites para la caza de ballenas los próximos seis años y se pondrá sobre la mesa dos importantes iniciativas: la mitigación de la captura incidental y la publicación de un manual para el avistamiento "sostenible" de los cetáceos, de acuerdo con IWC.

En ese sentido, Brasil defenderá en el marco de la reunión el fomento del turismo de ballenas, el cual en los últimos años se ha intensificado en el país suramericano coincidiendo con el aumento de la población de estos mamíferos.

"El turismo de ballenas es un gran activo y una herramienta para ayudar en la conservación de ballenas y mejorar su calidad de vida como una fuente de renta, lo que permite una economía saludable", afirmó Vercillo.

20 mil ballenas

Unas 20.000 ballenas jorobadas se desplazan entre julio y noviembre a las aguas templadas y claras del litoral brasileño, principalmente al archipiélago de Abrolhos, la mayor cuna reproductiva del Atlántico sur.

La población de estos cetáceos en Brasil ha aumentado desde 1986, cuando la Comisión Ballenera Internacional aprobó una moratoria para prohibir la caza comercial con el fin de permitir su recuperación.

A pesar de la prohibición, Japón determinó cuotas propias de caza "científica" y Noruega e Islandia practican cazas comerciales "excepcionales".

Según algunos medios japoneses, el país asiático podría solicitar la reanudación de la caza comercial de ciertas especies de ballena, tras 30 años de moratoria total.

La sexagésima séptima cita de la Comisión Ballenera Internacional comenzará este martes con algunos encuentros administrativos, pero la reunión del plenario se celebrará entre el 10 y el 14 de septiembre en la turística ciudad de Florianópolis, capital del estado de santa Catarina (sur).

Protección de alta mar

Por otro lado, las negociaciones que comenzaron ayer en Naciones Unidas encaminadas a firmar un tratado global en 2020 para proteger y gestionar las áreas de alta mar, "es una oportunidad única para toda una generación" porque "la ocasión no se volvería a presentar en los que nos queda de vida".

Así se expresa la viceprimera ministra sueca y copresidenta del grupo Friends of Ocean Action, Isabella Lövin, en un artículo exclusivo publicado ayer por EFE , en el que advierte: "nos jugamos mucho" y "el plazo es corto".

Es una oportunidad única para "invertir el deterioro de la salud del océano, impulsar nuestra lucha contra el cambio climático y detener la dilapidación no regulada de los tesoros naturales que compartimos", remarca Lövin, convencida de que estas negociaciones deberían "marcar el punto de inflexión hacia un futuro más sostenible".

Un tratado "exitoso" y "jurídicamente vinculante" permitiría extender "los esfuerzos de gestión integral, aplicable y real a los dos tercios del océano que caen fuera de toda jurisdicción nacional, y que se encuentran a merced de múltiples amenazas de origen humano".

"Desde la pesca industrial no controlada hasta el calentamiento y la acidificación causados por el cambio climático", afirma Lövin sobre los peligros que acechan a esa mitad del planeta, la que ocupan las áreas de alta mar.

La negociadora sueca recuerda que "el plazo para lograr un acuerdo es 2020" y que cumplirlo "es vital", al considerar fundamental que esas áreas queden "al alcance de la ley y una gobernanza efectiva".

Para Lövin, el tratado va a ser "esencial para la seguridad alimentaria de miles de millones de personas y el paso más importante que podemos dar para mitigar el cambio climático".

"Se trata de una intensa recta final tras una travesía maratoniana que ha durado siglos", dice Lövin, pues esta tarea comenzó en 1609, con el principio de alta mar expuesto por Hugo Grotius en su "Mare Liberum".

Luego llegó la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 y los cuatro tratados de 1958 que la precedieron. Ahora el plazo para el acuerdo global es 2020.

"El turismo de ballenas es un gran activo y una herramienta para ayudar en la conservación de ballenas y mejorar su calidad de vida, lo que permite una economía saludable".

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