Redacción
"Todos saben lo que para nuestra familia significa Antofagasta, región por la cual nos sentimos profundamente comprometidos, no solo profesional, sino que afectivamente".
Esta fue parte de la exposición que Jean Paul Luksic Fontbona entregó en el marco del seminario "Mediación de conflictos socioambientales y acceso de la justicia" organizado por el Primer Tribunal Ambiental.
El empresario abordó este asunto relatando la experiencia obtenida, particularmente con el caso de Los Pelambres, la mina de cobre ubicada en la Región de Coquimbo, la octava productora de cobre del planeta y la que explica poco más del 50% de los ingresos del grupo. En poco más de 20 minutos explicó los éxitos y errores cometidos en las casi dos décadas de ese desarrollo, que significó que los antofagastinos ingresaran de lleno a la gran minería.
En el corazón de su exposición, Luksic enfatizó los potentes cambios sociales, tecnológicos y ambientales que se han manifestado en los últimos años, los que en definitiva obligan a que cualquier actividad se desarrolle de manera transparente y conversando con las partes involucradas.
Delineó que debe existir, por parte de las empresas, un respeto por los territorios donde se opera, con cuidado por el medioambiente y desarrollo económico del país, hablar con los vecinos, transparentar los procesos, porque debe entenderse que hay una sociedad más empoderada.
Reflexión personal
El empresario destacó los procesos internos que han aparecido en este trayecto, respecto de los cuales no escondió las complejidades.
"Ha sido duro, no exento de baches y errores propios que cometimos en el camino". A esto sumó las modificaciones globales que han aparecido en los últimos años y que también han repercutido en la forma en que se desarrolla cualquier emprendimiento y se relaciona la sociedad.
Aquí distinguió la discusión de los efectos del cambio climático, la irrupción de la tecnología y las demandas ciudadanas.
"Hemos tomado conciencia de que el desarrollo del planeta debe ser sustentable… Tengo la convicción de que en el siglo XXI ninguna empresa será exitosa en medio de una comunidad que la rechaza o de un medioambiente que se destruye. Para el éxito de cualquier compañía en el largo plazo, es fundamental que las comunidades con las que compartimos territorio, sientan que las empresas aportamos a sus posibilidades de desarrollo", sostuvo.
Por lo anterior, añadió que el "mínimo higiénico" es mantener operaciones de excelencia, minimizar las externalidades y una oportuna y transparente gestión de incidentes, cuando estos ocurran.
"Esto es muy duro para mí. Quizás la lección más importante que hemos aprendido, es que muchas veces hemos llegado tarde o hemos hecho malas interpretaciones… Chile es un país en el que domina la desconfianza y sobre todo una desconfianza hacia el quehacer empresarial. Las empresas estamos inmersas en dinámicas sociales cada vez más exigentes, en este contexto hemos tardado en entender nuestro rol y cómo debemos actuar. Lo que mirado desde la óptica corporativa es perfectamente legal puede carecer de toda legitimidad en el ámbito social", citó.
Legal y legítimo
Jean Paul Luksic (1964) es hijo de Andrónico Luksic Abaroa e Iris Fontbona González. Estudió Ingeniería civil en la Usach y la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres.
En Antofagasta, expuso estas ideas la tarde del miércoles en el Tribunal Ambiental, en una mesa que compartió junto a Daniel Guevara, presidente del I Tribunal Ambiental; Máximo Pacheco, exministro de Energía; Rosa María Olave, académica de la Universidad Alberto Hurtado y Ezio Costa, director ejecutivo de la ONG Fima, entre otros.
Destacó entonces que existe una brecha entre lo legal y la percepción de lo legítimo por parte de la comunidad, lo que es un desafío central por parte de toda la sociedad. Central es reconocer -puntualizó- que gran parte de los problemas tienen características múltiples, por lo que deben ser abordados de manera amplia, con alta participación y transparencia, porque debe darse una práctica que apunte hacia la colaboración al interior del territorio, dejando de lado una supuesta competencia.
"El diálogo debe ser el elemento articulador, sin embargo genera incertidumbre porque supone redistribuir el poder y pérdida de control. Creo firmemente que dialogar permite acotar los problemas, más que abrir expectativas, la condición es permitir que otros incidan en el resultado"
Entonces se preguntó si las comunidades, empresas, el Estado y otros reúnen las condiciones para enfrentar procesos de este tipo.
Luksic citó entonces que si bien tanto el sector privado como el público han puesto en los últimos años, al diálogo en el centro de los esfuerzos para llegar a acuerdo en distintas materias, este debe ir acompañado de una formalidad básica.
"El diálogo es fundamental, pero corre el riesgo de agotarse, o de transformarse en un cliché sin contenido si no sirve a propósitos concretos y entrega certezas a todos quienes participamos de éste. Reconozco los esfuerzos desplegados en esta materia, sin embargo si estos esfuerzos por llegar a acuerdos amplios y legítimos, no son vinculantes, o carecen de validez frente a la justicia, los conflictos judiciales van a aumentar, al igual que los quiebres en las comunidades, como ya ha ocurrido, afectando su tejido social, y poniendo en jaque las opciones de desarrollo del país. Y ojo, no solo hablo de las posibilidades de generar nuevos negocios, sino del acceso de la ciudadanía a mayores niveles de bienestar y justicia social".
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