Los museos, como casi todos los entes que comunican algo, tienen una visión determinada de las cosas. Por ejemplo: Muchos hemos visto alguno que detalla la evolución de los humanos; también hemos apreciado otros que intentan detallar cómo era el planeta en la era de los dinosaurios, ambas verdades bastante comprobadas, pero que colisionan directamente con la idea cristiana de la creación divina.
¿Alguien aceptaría un museo que negara la evolución, la existencia muy anterior de animales jurásicos y entregara toda la verdad a lo resuelto por una divinidad? Sería, a lo menos, exótico.
El Museo de la Memoria -tan en la polémica por estos días- tiene otro objetivo. Malamente el exministro Mauricio Rojas expuso que, "se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar".
¿Qué hacen los museos? Adquieren, conservan, investigan, comunican, exponen o exhiben, con propósitos de estudio y educación, colecciones de arte, científicas, entre otros, siempre con un valor cultural. El Museo de la Memoria cumple con ello y además, ciertamente, los expone para causar impacto en el observador. ¿Para qué? Resulta obvio: para sensibilizar y buscar que tales hechos no vuelvan a suceder. ¿Es la verdad? Esto es más difícil, sin duda es la certeza del momento, pero sin indagar en las causas, que es lo que incomoda a un sector importante de la población.
Es cierto, la toma de la Bastilla, no se entiende sin los episodios previos de la crisis de la monarquía francesa, incluso el auge de Adolfo Hitler tiene un correlato previo, porque nada aparece espontáneamente y lo mismo ocurrió con el 11 de septiembre de 1973.
Pero esta discusión revela un problema mayor. Quizás la única cosa cierta es que a medio siglo de ocurridos los hechos, Chile no ha hecho una reflexión profunda de todo lo acaecido, no tomamos conciencia de lo ocurrido y esto es lo que nos golpea una y otra vez.
No pueden justificarse las violaciones a los DD.HH. eso debe recordarse. Es insoslayable puntualizar que la verdad fue difícil de conseguir en muchos casos, otros siguen pendientes, cuestiones que hieren el alma nacional y minimizan el dolor de una derrota que es de todos y de la cual debemos aprender.
En este escenario, es tan inquietante, como pasmoso, que nuestra paz y consenso tenga tanta fragilidad.