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Casa Castilla Tienda Vaticano Suelería Pérez

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Casa Castilla, es una de las tiendas que ha logrado mantenerse. Según Gonzalo Santolaya, uno de sus dueños, lo que los distingue de las grandes tiendas es la atención personalizada, "porque hablar de exclusividad actualmente no existe". Aunque sí reconoce que trabajan con marcas de prestigio y vanguardia. Son los mismos dueños de Tiendas La Paloma, la cual se cerró hace unos meses. Dice que esto ocurrió porque "la ciudad evoluciona y hay rubros que deben bajar la cortina. Antes los clientes compraban las telas que venían de Europa y existía el concepto del sastre. Hoy todo es desechable. Se van produciendo cambios en los hábitos de los consumidores y uno tiene que saber salir por la puerta ancha.

En 1888 Gervasio y su hijo Giovanni Coronata llegaron a Iquique desde Genova, Italia, donde se abrió la primera tienda con vestuario femenino de la época. Eran tiempos salitreros que obligaban a las mujeres a vestir con elegancia. Vaticano traía las prendas desde Europa en vapores. En 1922 la tienda estaba a cargo de Giovanni Coronata y su hijo Nino. Luego se inauguró Vaticano Antofagasta y tras la muerte de Nino, la tienda estuvo dirigida por Lia de Coronata y su hijo Cesare, éste último toma el mando en 1962 y decide trasladar la tienda de Matta a calle Prat, donde se ubica actualmente". Giancarlo Coronata se hizo cargo en el año 2000. Está casado con María José Bravo, con quien tiene tres hijos.

Guillermo Pérez, es el dueño de la Suelería Pérez. Comenzó hace 60 años con el negocio en el centro de Antofagasta. Tenía 25 años, se casó y junto a su esposa María Cecilia Moya trabajan hasta el día de hoy en el local ubicado en calle Condell. Guillermo cuenta que en sus inicios vendía suelas para zapatos y así se fue expandiendo hasta convertirse en una especie de pulpería, donde venden desde neumáticos, telas, artículos de bazar, hasta productos de ferretería. Respecto a las ventas, recuerda que cuando comenzó fue una época de auge, ya que existían otros oficios como los zapateros el cual ha ido desapareciendo. En cuanto a las proyecciones en el negocio asegura que están cansados pero seguirán luchando.

"Hay tres generaciones de clientes nuestros: los abuelos, padres, hijos y nietos. Hemos visto crecer a muchos de ellos acá".

Gonzalo Santolaya, Dueño de Casa Castilla"

"La tienda sigue siendo un actor relevante en el comercio de Antofagasta. Los clientes nos eligen porque hemos sabido reinventarnos".

María José Bravo, Esposa de Giancarlo Coronata"

"No nos ha afectado el comercio del retail, porque tenemos nuestra clientela. Desde que abrimos hace 60 años".

Guillermo Pérez, Dueño Suelería Pérez"

Casa Elisa Confitería La Nana Disquería Jeanny

Casa Elisa tiene 60 años de historia en la venta de paquetería y lanas. Cuando comenzó estaba instalada en calle Prat, entre Matta y Ossa, su dueña era Elisa Mondaca. Luego se cambió al Caracol, frente al Vaticano. Hace 22 años, la nueva dueña es Ketty Troncoso y actualmente se encuentra ubicada en calle San Martín. La Casa Elisa se ha debido reinventar y hoy son la principal tienda de este tipo en Antofagasta.

Su administradora, Alicia Guerra dice que han tenido altos y bajos de acuerdo a la economía, pero han logrado sobrevivir a un fuerte mercado. Dice que el negocio no tiene sólo un fin monetario, sino además emotivo. "Muchas tejen, va de generación en generación, vienen a comprar la nieta con la abuela. Hemos perdurado y sobrevivido a las tormentas, incluso cuando en verano bajan las ventas.

En calle Latorre, entre Prat y Baquedano, se ubica la confitería La Nana. El local tiene 56 años de vida. Venden chocolates de todos los tipos y dulces de muchos sabores, colores y formas. Es el paraíso para los amantes de los caramelos. Su nombre es en honor a la trabajadora más antigua del local La Nana, quien atiende de sol a sol y siempre con una amplia sonrisa. Su dueño, Héctor Raúl Valdés de 85 años, nació en Cauquenes y se instaló en Antofagasta, en una época en la cual no había una gran competencia de chocolates y dulces. Por lo que el local era el imperio del dulce. Actualmente lo sigue siendo, sobre todo para clientes habituales que prefieren los sabores y marcas tradicionales como Vizzio, Sahne-nuss y Calaf. Dice que las ventas han bajado en un 25 y 30% desde el año pasado, producto de las otras tiendas.

Y si de música se trata, los vinilos siempre nos transportan al pasado. Es por eso que la disquería Jeanny, ubicada en calle Baquedano sigue en pie. El administrador del local, Víctor Soto cuenta que comenzaron hace casi 20 años sólo con música y que ahora además venden perfumes, cascos de motos, rifles, etc. "No se puede vivir sólo de la música. Antiguamente dejaron de producir vinilos, pero hace unos 8 años volvieron a fabricar y la gente lo compra más por el recuerdo. En cuanto al sonido es lo mejor que hay, pero es caro. El vinilo usado cuesta mínimo 20 mil pesos. La gente compra hartos vinilos, hemos logrado sobrevivir a la tecnología, aunque las ventas han bajado un 60%. También vendemos películas clásicas y Cd's.

"Hay pocos sastres y costureras, pero hay gente que aún hace las cosas con sus propias manos y eso es bonito".

Alicia Guerra, Administradora Casa Elisa"

"La Nana (87 años), trabaja con nosotros, vive en nuestra casa. Ella crió a mis hijos, uno que es cirujano plástico y el otro es abogado".

Héctor Valdés Orellana, Dueño confitería La Nana"

"La gente compra hartos vinilos y hemos logrado sobrevivir a la tecnología, aunque las ventas han bajado un 60%".

Víctor Soto, Administrador Disquería Jeanny"

Las antiguas tiendas del centro que sobreviven al boom del retail

COMPETENCIA. Pese a la amplia carta de productos que ofrecen las grandes tiendas, muchos clientes siguen prefiriendo calidad, prestigio y tradición. Conceptos que han permitido que estos locales no sucumban ante el imperio de las multitiendas.
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Tal como ocurre en las películas de Stuart Little o el filme UP de Pixar -en el cual un viudo de edad avanzada decide no vender su casa pese a la presión de las inmobiliarias que construyen grandes edificios alrededor- en el centro de Antofagasta se vive un fenómeno similar.

Se trata de las antiguas tiendas que estoicamente sobreviven al boom del retail.

Es como si el gigante de la urbe, con sus edificios modernos y en altura, intentara devorar todo a su paso. Incluido el patrimonio comercial y la historia.

Fue así como hace unos meses cerró sus puertas la Librería Española, Tiendas La Paloma y tan sólo hace unos días el Restaurante El Arriero. Emblemáticos locales que son parte de la historia de la ciudad y de los recuerdos de los antofagastinos.

La Tienda La Paloma perduró por 112 años, tras su inauguración en 1906. Sus dueños son los mismos de Casa Castilla, tienda que junto con la confitería La Nona de calle Latorre, Suelería Pérez en Condell, casa Elisa en San Martín y la Disquería Jeanny en calle Baquedano, son algunos de los ejemplos de inmuebles que se mantienen en pie pese a la gran competencia y oferta de productos.

La calidad es un concepto que prima a la hora de mantener la fidelidad en la clientela. Muchos concuerdan que las tiendas modernas ofrecen productos desechables que duran sólo una temporada.

Inmigrantes

La mayoría de los dueños de estas tradicionales tiendas fueron inmigrantes italianos, españoles, griegos y croatas.

Se asentaron en la ciudad por motivos económicos, como es el caso de la familia Zalaquett, dueños de la joyería que funcionaba en calle Prat.

También fue importante la Casa Jiménez, conocida como Tienda La Camelia y luego como Almacenes Jiménez. El edificio ubicado en Matta con Baquedano, tuvo el primer ascensor de la ciudad, marca Schindler.

Una parte importante de los materiales para su construcción fueron importados: el cemento era sueco y los azulejos eran de Sevilla. La tienda pertenecía a una familia española.

En Matta además se ubicaba la Casa de los Casimires Franceschini-Anelli y el Gran Bazar Coloso. Conformaban un barrio de edificios eclécticos que daban vida al centro comercial histórico, donde las plantas inferiores funcionaban como tiendas y la residencia de los dueños y sus familias en las superiores.

130 años cumplió la tienda Vaticano de Antofagasta. Son cuatro generaciones de mujeres que han encontrado en esta tienda la elegancia y la calidad de prendas exclusivas.

1.990 año en que el comercio declinó con la llegada de cadenas de Santiago, que "asfixiaron" los negocios locales. En calle Matta estaba El Vaticano, la Botonería Fémina y el Gato Negro.

60 década de mayor elegancia para los antofagastinos. Los hombres usaban sombreros, corbatas y ternos de marcas. En tanto, las mujeres utilizaban vestidos, zapatos y costosas carteras.