Apruebo, respaldo y discrepo
"La peor trampa para una nueva ola del feminismo sería de transformarse en un machismo al revés".
No existe un prototipo de hombre y mujer milagrosamente independiente del entorno de las condiciones de vida que lo/la moldean. Las personas son fruto de su educación, entorno, de las limitaciones morales y económicas que pesan sobre ellos y que pueden variar según las épocas. Por esa sencilla razón, considero que es un error pensar que los conceptos por sí solos van a ser creadores de la realidad social, que puedan definirla.
La ley Zamudio no terminó ni terminará por sí sola con las discriminaciones. El cuoteo de nosotras, en política, no ha erradicado el machismo o la misoginia, proveniente de ambos géneros.
Creo que las ideologías y los conceptos nacen de la realidades sociales, de una época determinada. Y hoy el estereotipo ha sido tal, que se ha creado una posverdad. Esa que muchos entienden o creen entender, algunas y algunos exacerbando un antagonismo en vez de combatirlo.
En el siglo XVII ya se discutía acerca de la igualdad y diferencia de sexos. Igualdad que por razones de natura jamás lograremos, más bien es equidad como tal, el concepto a trabajar.
Yo sí quiero la caballerosidad, la amabilidad. ¿No será que más allá de evitar situaciones de cordialidad, nos hace falta más respeto entre todos los seres humanos?
Porque el problema no radica en lo diferente que somos. El problema no se erradica dejando de vestir color rosa, o dejando de llamar princesa a las hijas, el problema reside en el menoscabo del cual somos víctimas simplemente por el hecho de ser mujeres. Y eso es inadmisible.
Pero cuidado también con la exaltación exacerbada de las cualidades femeninas, por sobre las masculinas. La peor trampa para una nueva ola del feminismo sería de transformarse en un machismo al revés.
El que ciertas mujeres exijan tratos especiales por ser mujer lleva en su discurso el riesgo de incrementar la diferencia, volverla divisoria y luego problemática, desvirtuando la búsqueda de equidad, que es maciza en sus bases; como lo es el sueldo sin brechas por sexo, o el mismo pago de isapres, o no ser excluida en el área laboral por ser mujer y en edad fértil.
Pretender cambiar paradigmas a modo de calificativos gramaticales, deja en evidencia una pérdida de foco inicial. Lo que necesitamos no son más ellos, ellas o elles. Lo que necesitamos es respeto.
Katherine San Martín
Consejera regional