El poeta mejillonino Wilfredo Santoro, construye patrimonio regional desde los bordes del presente
OPINIÓN. Recorrimos parte de la rica historia del puerto en un viaje sorprendente, enriquecedor y entretenido. Es mucho más que el goce estético que ofrece el lugar.
El domingo pasado, en el marco de la celebración del "Día del Patrimonio" el Consejo Patrimonial de Mejillones invitó a recorrer una ruta por los paisajes costinos.
Mejillones está vinculado a la mayoría de los habitantes de la región, quienes solíamos acampar en sus playas y transitar por sus muelles durante los veranos eternos de la infancia. Los tiempos de niñez eran tiempos de deseo, hambre y hambruna de conocimiento; curiosidad ávida y devoradora, deseante y mítica, el paisaje hablaba del paisaje. Mejillones aludía, entonces, al espacio en que nuestra hambruna sería saciada. Constituía un espacio de goce estético y social, mientras para sus habitantes implicaba un horizonte de posibilidad, utópico, pero indispensable, cierto y gratificador, liberador, enriquecedor.
REcorridO
El Consejo Patrimonial de Mejillones está encabezado por el escritor y poeta, Wilfredo Santoro. Es él mismo quien guía la aventura dominical. Visitamos el Hito del Paralelo 23, nos enteramos que fue instalado ahí en virtud del Tratado de 1866, que fijaba como límite entre Chile y Bolivia dicho lugar. Luego, nos trasladamos al lugar donde los restos de Miguel Grau descansaron durante 8 días.
Wilfredo Santoro convierte la hermosa península de Mejillones en el lugar de antaño. Por un momento olvidamos que se trata de un lugar de sacrificio ambiental, olvidamos los análisis técnicos que hablan de una costa llena de metales, de la muerte de aves y peces. Santoro nos hace transitar por el pasado, presente y futuro de un lugar de paisaje extraordinario. Narra la épica del huano (que él mismo rescatara en la joya "Las Huaneras de Mejillones") Se trata de una personalidad atemporal. En su relato está contenida una interrogación a la cultura, a la relación entre el hombre y el paisaje que habita, una interrogante que tiene que ver con considerar el territorio como un Otro, como un ser distinto de aquel relatado por el hombre. Como
Wilfredo Santoro nos habla de un espacio no domiciliado aún en la historia, sólo deseado, sólo objeto de un "hambre" que la postula y que, para abrirse camino y hacerse realidad exige modificar lo que hay, lo establecido, lo conocido. Es un personaje fundamental porque, a su pesar, es subversivo: Alejado de la institucionalidad de los fondos concursables, su silencio nos recuerda que no puede hacerse historia sino cambiando el orden que excluye al hombre y su crítica, porque la exclusión la convierte en ausencia.
Santoro construye imagen desde una verdad ausente y cuyo deseo convierte en interpelación el simple goce de la contemplación de este paisaje.
El desierto
"En el desierto, la tierra habla sólo vocales/ Ser nativo del Desierto de atacama irreductiblemente encierra/ Ver señales donde todos ven niebla". (Wilfredo Santoro, "Nativo del Desierto de Atacama")