Las gaviotas de Mejillones
Me sorprende una gran cantidad de gaviotas que veo a la distancia, mientras cruzamos un arenal al este del puerto mejillonino. Pronto, una visión dolorosa me pone de cara a esta realidad innegable. Estamos en los alrededores del vertedero municipal de Mejillones. Bandadas de gaviotas se disputan con los jotes y una amenazante jauría, los desechos humanos de esa creciente población.
Son cientos y hacen un verdadero escándalo cuando llega un camión a depositar más desechos. Mientras revolotean y graznan, me compadezco de su ingesta. Parecieran estar de fiesta cuando los hombres comienzan a depositar kilos de basura, algunos tan malolientes que revelan su avanzado estado de descomposición. Para las aves, debe ser lo que la "chatarra" es para los humanos. Pronto enfermarán -talvez- y morirán.
Pero, la verdad es que el mar no está a más de una milla. De allá son las gaviotas. O, mejor dicho, de allá eran esas gaviotas. Pero las otrora azules y ricas aguas mejilloninas, dejaron de prodigarles el alimento que antes hallaban sin necesidad de vuelos distantes. Es la dura realidad que se comprueba a diario en la bahía más hermosa del Norte de Chile. Explotadas sus riquezas hasta el exterminio, digo anchovetas, pejerreyes, cabinzas, jureles y hasta las mismas pulguillas -que viven inmersas en la arena- las aves han tenido que buscar otras fuentes de alimentación. Y el vertedero municipal, con su inmunda variedad de desechos, es la única opción para las gráciles gaviotas, hermanadas -a causa de la acción humana- con los jotes, que años ha, eran los únicos que sentaban sus reales en los basurales.
Dolido por la visión de las gaviotas, los recuerdos se agolpan, buscando explicar las razones. Yo conocí un Mejillones con aguas ricas en especies y miles de aves. Me conmuevo: por extraña coincidencia, la radio del vehículo trae las voces de "Illapu": "Que hacen aquí esas gaviotas/ Tan lejos del mar, que hacen aquí".
Dolorosa realidad… ¿No?
Andrés Sabella
Jaime N. Alvarado García