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Cristo en el Arte 2018. IV

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"Cristo en el Arte", versión N° 35, ha finalizado. ¿Habremos dibujado en el aire o alguna imagen de Cristo ha tocado en profundo a alguien? Para los hacedores de imágenes, la experiencia es muy íntima; han utilizado pinceles y colores. No sabemos si se transformó en un petroglifo en que la piedra raspó y grabó sobre la piedra de nuestro corazón. ¿Habrá sido un sueño?

Debo asomarme a las últimas obras: Patricio Chávez desde Tocopilla y su rostro de Cristo que alude al misterio de la Trinidad. Pamela Chellew interrumpe el silencio del templo con la música y danzas andinas. Andrés González, joven pintor y su barroca composición, interpreta a la Magdalena como una madona y la rodea de gráfica contemporánea. Aliro Guardia se asoma al inframundo. David Méndez simboliza a los evangelios apócrifos. German Morales ilustra el Salmo 22 del Buen Pastor, que nos sostiene en el camino. Arlet Morales pinta el momento en que Pedro cambia su barca por la que soporta, ayer y hoy, temporales históricos. Flor Venegas pinta un rincón de oración en la ex Oficina Chacabuco. Maria Isabel Ortiz, captando con el color la Fiesta de La Tirana. Siempre se aprende del pueblo; desde Juan Diego en México hasta el viejo hermoso de Chile, el recordado don Clotario Blest, el líder cristiano de la CUT de los años 50.

En fotografía autoral, Angélica Araya y una composición criptica que, con sólo caligrafía y caracteres nos ubica a la entrada del misterio en una composición casi pictórica. Francisco Grisolia descubriendo en singulares rincones, signos y alusiones al tema sagrado. Finalmente Hugo Aguirre con una escultura en técnica mixta, "Tres Altares": en la base el dolmen, luego la pacha mama y finalmente, coronando, el altar cristiano en que la ofrenda es el Hijo del Hombre.

Nosotros dibujamos y pintamos la imagen del Hijo del Hombre. A otros les transforma la vida. ¡Qué grande sería unir ambas cosas! De alguna manera el LEA y la UCN lo han logrado.

Andrés Sabella

Waldo Valenzuela M.

Músicos con discapacidad visual hacen gala de su talento en el jazz

INTEGRACIÓN. La agrupación está integrada por un docente, un funcionario y dos estudiantes de la carrera de Licenciatura en Música de la UA.
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Emilio vive con esta condición desde los 10 años. Camila la fue perdiendo paulatinamente. Y un accidente a Miguel le cambió la vida. Los tres tienen algún grado de ceguera e integran la Banda de Jazz Inclusivo de la Universidad de Antofagasta.

Una agrupación que nació hace dos años en la carrera de Licenciatura en Música de dicha institución, impulsada por Roberto Altamirano, funcionario de la UA y reconocido saxofonista de jazz desde hace más de 30 años, en conjunto con Emilio Hormazabal, quien hoy es jefe de carrera en la misma casa de estudios.

Inclusión

"Este grupo nace de la idea que tuvimos con Roberto cuando él me tomó como alumno de instrumento y yo le fui presentando algunos alumnos que yo consideraba que las competencias y habilidades para ir desarrollando su trabajo musical. Luego apareció Camila a quien tuve como alumna de clarinete y luego pasa a ser saxofón. Además ella canta precioso", explica Emilio, quien perdió totalmente su visión a raíz de un glaucoma congénito a muy temprana edad. Hoy encabeza de esta agrupación de músicos ciegos.

"Cuando nosotros partimos con esto nunca pensamos en hablar de un grupo inclusivo. Esto se fue dando como muchas cosas que enfrentamos como una carrera nueva. Afortunadamente estamos construyendo todo para ir avanzando. Yo les digo a los chicos que esto es como representar un edificio de cuatro pisos. La idea no es que se quede en un cuarto piso sino que se convierta en un rascacielos y ellos son los protagonistas", enfatizó el docente.

Camila Flores tiene 23 años y cursa cuarto año de la carrera de Música. Ella padece retinitis pigmentosa, patología caracterizada por una perdida gradual de la visión (nocturna y periférica, predominantemente) causada por cambios en la retina (pigmentos, células neurales y vasos sanguíneos, etc). Su visión se redujo en un 85%.

"Yo no me pongo límites por mi condición, sin embargo ha sido difícil desde el colegio hasta la universidad. El día a día es complicado porque la ciudad no está adaptada para gente con visión reducida o ciega. Hay veces en que uno se frustra y llega malhumorada a la casa porque un caballero no se dio cuenta que iba caminado con el bastón y me chocó y me retó. Entonces uno se pregunta ¿quiénes son los ciegos, ellos o yo?", cuenta la joven estudiante.

Para Camila la música siempre fue una inquietud, lamentablemente por temas de recursos y ante la falta de una carrera de música en Antofagasta (se abrió recién en 2015) en primera instancia ingresó a la carrera de Pedagogía en Lenguaje para luego cambiarse a su actual carrera.

"Yo canto desde que tengo memoria. Siempre me ha gustado la música. En el colegio siempre fui 'canapé' cantaba en las misas, en los actos y donde me lo pidieran. Empecé tocando el contrabajo en una orquesta juvenil en Calama. Ya una vez en la carrera de Música me especialicé en clarinete y saxofón", comenta Flores.

Adaptación

El tercer integrante de este grupo es Miguel Toro (27). A diferencia de sus compañeros de banda el perdió la visión total de uno de sus ojos debido a un golpe que recibió en un accidente familiar en el año 2012. Él toca violín desde los 10 años y estudió composición en Buenos Aires, Argentina.

"Desde del accidente la música ha sido una buena herramienta para sobrellevar mi nueva condición. Al principio lo vi como un impedimento para desarrollar mi música y tener que adaptarme a mi nueva vista pero no fue tan drástico el cambio", afirma el músico.

El cuarteto de músicos lo completa Roberto Altamirano quien acompaña con acordes en guitarra.

Hoy la agrupación se encuentra en proceso de vinculación con la sociedad presentándose en plazas ciudadanas, actos universitarios, colegios y eventos varios. Su repertorio va desde música popular hasta clásicos.

"El día a día es complicado porque la ciudad no está adaptada para gente con visión reducida o ciega".

Camila Flores, Estudiante de Música"

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