Daniel Contreras Palma
"Levanten la cabeza del suelo, levanten la cabeza de los teléfonos y miren al cielo".
Era cuestión de tiempo para que el escritor nortino Hernán Rivera Letelier apuntara su prolifera pluma a una de los atractivos más reconocidos en el mundo entero de la región de Antofagasta: sus cielos.
Es justamente esta característica del firmamento nortino la que le valió como fuente de inspiración para la publicación de su nueva novela "El hombre que miraba al cielo", la que presentará este viernes en el marco de la Feria del Libro.
Según afirma el propio Rivera Letelier esta novela es totalmente distinta a sus anteriores obras con un lenguaje mucho "más decantado" y una prosa tan transparente como uno de los protagonistas centrales de este relato: los cielos del norte de Chile.
En esta entrevista el escritor profundiza en los detalles de este nuevo libro, quien además llegará al teatro, la ópera y el cine con adaptaciones de sus obras.
Todo y nada
¿Cuándo comenzó a gestarse esta nueva novela?
-Esta novela la escribí hace cuatro años. Cuando terminé la trilogía policial, la busqué en mi computador y le hice unos ajustes y la entregué a la editorial.
¿Cuál es la trama tras "El hombre que miraba al cielo"?
-La idea es muy siempre. Es un viaje de tres personajes de Antofagasta a San Pedro de Atacama. Un viejo que mira hacia el cielo, un joven que hace dibujos en el pavimento con tiza y una niña que hace malabares en los semáforos. Para el viejo es el viaje final porque va a San Pedro a morir y para los jóvenes es un viaje iniciático. El viejo es un adorador del cielo, por eso digo que esta novela es una oda a los cielos nortinos.
La malabarista y el dibujante son rostros que uno puede reconocer en las calles de Antofagasta, no así el hombre que mira al cielo. ¿Cómo surge este personaje?
-Es un personaje totalmente ficticio. Yo siempre mis personajes los creo a partir de personas que conocí, pero este personaje es completamente inventado. Es un viejo que se para en la esquina a mirar hacia el cielo. No hace nada más. Y su sermón es un sermón mudo de decirle a la gente hace cuánto que no levanta la cabeza y mira al cielo. En las ciudades grandes la gente se olvida que hay cielo. Es como el sermón de la montaña pero en la ciudad: levanten la cabeza del suelo, levanten la cabeza de los teléfonos y miren al cielo.
¿Cuál es la diferencia entre esta novela y sus anteriores obras?
-Esta es una novela totalmente distinta. El estilo es el mismo pero el lenguaje está más decantado. Quise hacer un lenguaje transparente como los cielos del norte. Si me preguntan de dónde nace esta novela no lo podría decir porque nació de la nada. Es algo muy extraño, algo así como un "domingo siete". De pronto comencé a escribirla sin saber que iba a salir. Lo único que tenía en la mente era hacer una novela donde no pasara nada, pero que a la vez pasara todo. Si lo logré o no, bueno los lectores tendrán que opinar.
Si hay algo que se reconoce en sus libros es que son muy fáciles de leer...
-Yo soy un convencido que todos los estilos son buenos excepto el aburrido. Yo trato de no ser aburrido en las novelas. Es más, cuando estoy escribiendo y me aburro en alguna parte borro todo y empiezo de nuevo. Lo que busco desde la primera frase es agarrar el lector de la solapa y no soltarlo. En cada página un anzuelo que lleve al lector a la página siguiente.
El año pasado cerró su trilogía policial. ¿Valió la pena incursionar en ese género?
-Valió mucho la pena. Los libros se están publicando ahora en España. A la gente le entusiasmo mucho. Hay lectores que me piden que vuelva el Tira Gutiérrez y la Hermana Tegualda. Yo les digo que no lo sé. De repente sale una idea y puede que vuelvan. Por el momento no tengo nada. La pasé muy bien porque hice novelas policiales a mi modo como a mi me gustaría leer una novela policial.
Centro de operaciones
Por cerca de 15 años Hernán Rivera Letelier hizo del ahora exCafé del Centro en Antofagasta su oficina personal. Desde su exclusiva mesa el escritor escuchó, vio y le contaron miles de historias de las cuales un número importante terminaron en novela. Por ello cuando el antiguo dueño anunció que cerraría sus puertas, la pregunta que más rondó en el circulo literario antofagastino fue ¿qué hará ahora Hernán Rivera?.
¿Sufrió cuando supo que su querido Café del Centro cerraría?
-Por supuesto. Anduve huérfano por las calles de Antofagasta por mucho rato. Pasé cerca de 15 años en ese lugar. Ahí escribí más de 10 novelas y cuatro de ellas nacieron en ese mismo café por cosas que escuché, vi y me contaron. Por ejemplo "La Contadora de Películas" es una novela que nació en una mesa por una anécdota que me contó un amigo. "Mi nombre es malarrosa" también. Estaba sentado afuera del café y pasó un viejo, se devolvió, me dijo una frase y de esa frase escribí una novela de casi 300 páginas. "El escritor de epitafios", lo mismo, es la historia de un escritor de café con chaqueta de cuero. Es autobiográfico.
Afortunadamente me llamaron por teléfono contando que lo acaban de abrir y me reservaron la silla. La dueña me dijo que ese rincón iba a estar disponible para mí.
Varias de sus obras serán llevadas al teatro, la ópera y el cine. ¿Qué nos puede contar sobre ello?
-El 1 de junio se estrena en Santiago el musical de mi novela "Historia de amor con hombre bailando", dirigida por Bastián Bodenhöfer. El 9 de junio se estrena la ópera El Cristo de Elqui, basada en las novelas El arte de la resurrección y La reina Isabel cantaba rancheras, adaptadas por Miguel Farías y Alberto Mayol. En México me compraron "El arte de la resurrección" para llevarla al cine y en Brasil acaban de terminar la película "El fantasista" la que se estrenaría a fin de año.
"Si me preguntan de dónde nace esta novela no lo podría decir, porque nació de la nada. Es algo muy extraño, algo así como un 'domingo siete'". "Yo soy un convencido que todos los estilos son buenos excepto el aburrido. Cuando estoy escribiendo y me aburro en alguna parte borro todo y empiezo de nuevo"."