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Diversidad, inclusión y productividad

"Debemos ser capaces de atraer la fuerza laboral femenina y hacer que las mujeres se interesen, cada vez más, en la minería".
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En Chile la participación de las mujeres en la minería fue percibida con recelo y sólo hasta 1996 se modificó el artículo 15 del Código del Trabajo para permitir su entrada en las operaciones.

Afortunadamente el escenario ha cambiado y la mujer entró de lleno al corazón de los yacimientos, operando camiones de extracción y también participando de las decisiones a nivel de alta dirección. Un cambio de paradigma que genera un aporte en la productividad, lo que es beneficioso para los desafíos que enfrenta la industria.

Pero aún falta mucho por hacer. Estadísticas entregadas en Expomin 2018, muestran que en Chile el 45% de la fuerza laboral es femenina y sólo cerca del 8% trabaja en la minería. Un porcentaje menor en comparación al promedio de los países adheridos a la OCDE (54%) y aún más bajo si tomamos los índices de países mineros desarrollados como Canadá y Australia, cuya participación femenina en el mercado laboral supera el 70% y las mujeres representan el 19,6 y 13,2% de la fuerza laboral del sector, respectivamente.

Según el informe elaborado el año pasado por la Comisión Nacional de Productividad sobre este tema, si existiera un aumento de mujeres en el mercado laboral desde el actual 48% a un 61%, el PIB aumentaría en un 6% y generaría un incremento en la recaudación tributaria en unos US$3 mil millones al año, además de un impacto positivo en los ingresos familiares.

Para lograr esta nueva realidad existe un acuerdo amplio respecto a que debe existir un cambio cultural. Por lo tanto, el llamado es a generar una postura inclusiva desde la alta dirección hacia los trabajadores, y de este modo, obtener organizaciones más diversas, lo que lleva a cualquier empresa a ser más innovadora, más apta para mitigar riesgos, más productiva y con mayor compromiso con sus empleados.

Así lo hemos entendido en Antofagasta Minerals, y por ello tenemos en marcha nuestra estrategia de Diversidad e Inclusión con una visión definida hacia el año 2020, siendo una de ellas, la incorporación y aumento de mujeres en todos los niveles organizacionales para conseguir mejores resultados, aprovechando los beneficios que entregan los equipos diversos.

Nuestro grupo minero busca propiciar la colaboración, con una gestión basada en atraer, desarrollar y retener talento diverso, como también queremos asegurar la sustentabilidad de este cambio cultural, incorporando la diversidad e inclusión a los procesos del negocio y a la infraestructura.

Debemos ser capaces de atraer la fuerza laboral femenina y hacer que las mujeres se interesen, cada vez más, en la minería como una posibilidad de desarrollo profesional. Tenemos la convicción y voluntad de promover el cambio cultural, porque la minería del futuro se hace con diversidad de género e inclusión.

Iván Arriagada

Presidente ejecutivo de Antofagasta Minerals

El fantasma del centralismo y el olvido

"Nuestra comuna es vulnerable a las inestabilidades del mercado global, en especial por la dependencia casi obsesiva a la minería".
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En mi reciente Cuenta Pública comencé manifestando el difícil momento que atraviesa nuestro país y especialmente nuestra región en materia laboral y económica, reflejado en las altas cifras de cesantía que se arrastran desde hace más de un año y que en este último trimestre móvil alcanzó un alarmante 9,4% sólo en nuestra ciudad.

Pese a que proyectamos una imagen exitosa, la realidad sería completamente distinta según lo que recoge el portal "Data Chile", plataforma que reúne datos estadísticos de diversas instituciones gubernamentales para elaborar una fotografía de nuestro país, incluida nuestra comuna, es decir, "lo que Chile opina de Chile", y el resultado es que somos un país mentiroso en el que Antofagasta ni siquiera aparece como líder minero a nivel nacional, porque los primeros lugares como comunas exportadoras de minerales los ocupan Vitacura y Las Condes, lo que reafirma el centralismo que aún permanece arraigado en nuestra conformación política y económica.

No podemos negar el importante número de plazas laborales que se generan gracias a las empresas mineras y toda la red que se forma a su alrededor, pero también somos conscientes del gran impacto negativo que generan los vaivenes económicos que en periodos bajos provocan situaciones como las que vivimos ahora, un desempleo catastrófico, que bordea los dos dígitos e incertidumbre en los mercados locales.

El panorama no es alentador mientras no se tomen medidas concretas y se generen acciones que vayan en la línea de la generación de empleo, impulso a la mano de obra y proveedores locales, porque ante la indiferencia del Estado y de quienes manejan el mercado, estamos amenazados con convertirnos en una segunda "ruinas de Chuquicamata".

Distinto de lo que pueda pensar el resto del país, Antofagasta no tiene el futuro asegurado, tampoco goza de una economía a prueba de balas, por el contrario, nuestra comuna también es vulnerable a las inestabilidades propias del mercado global, en especial por la dependencia casi obsesiva a la minería y a la industria relacionada.

Por eso es que estamos sumando voluntades para tomar el toro por las astas y generar condiciones que permitan repuntar el índice de ocupación, no sólo en Antofagasta sino también en la Región que tanto entrega a nuestro país.

Por eso es que en los próximos días, acompañada de la Asociación de Industriales de Antofagasta, nos reuniremos en nuestra ciudad con el presidente de la Confederación Nacional de la Producción y el Comercio - CPC, Alfonso Swett y su directorio, gestión que se suma a nuestras solicitudes de mayor inversión y desarrollo minero hechas a Minera Escondida y así encontrar en conjunto soluciones a la actual situación local.

Karen Rojo Venegas

Alcaldesa de Antofagasta

Menores maltratados

La violencia causa impacto en diferentes ámbitos de la vida de los niños y niñas, que afecta su desarrollo y crecimiento. No hay nada bueno en esta "alternativa". Las víctimas tienen menor rendimiento escolar, un mayor consumo de medicamentos para mejorar su desempeño, una relación regular con compañeros y han estado más expuestos al consumo de alcohol.
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Vivir su infancia es el derecho prioritario de los niños, un asunto proclamado por los organismos criollos e internacionales, pero que en la práctica no siempre existe. En Chile, el maltrato infantil es una realidad más común de lo que pensamos.

Un estudio de Unicef reveló que el 71% de los niños chilenos menores de 14 años sufren algún tipo de violencia por parte de sus padres. El 51,5% son víctimas de violencia física, mientras uno de cada cuatro padece violencia física grave, siendo el problema más crudo en el nivel socioeconómico bajo.

Otro informe de Aldeas Infantiles SOS, basado en datos de Unicef, sostiene que siete de cada diez infantes ha recibido algún tipo de maltrato de parte de sus padres. Y la violencia al interior de las familias es la principal causa por la que muchos niños son desvinculados del lado de sus padres, para ser puestos bajo el cuidado de organizaciones.

Recién el pasado 25 de abril se conmemoró el Día Mundial Contra el Maltrato Infantil, iniciativa destinada a reflexionar acerca de la magnitud que alcanza ese problema, pese a todas las campañas que se realizan.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el maltrato infantil se define como los abusos y desatenciones que reciben los menores, incluyendo maltrato físico, psicológico o sexual que dañen su salud, desarrollo o dignidad o bien que pongan en riesgo su supervivencia.

Esto impacta en su autoestima, educación, desarrollo de su capacidad cognitiva y -lo más preocupante- es que un niño maltratado tiene mayores probabilidades de sufrir, aceptar y reproducir la violencia en su vida adulta.

Además de los métodos violentos de disciplina utilizados en los hogares, la violencia hacia los niños puede comprender otras situaciones, tales como abandono, negligencia y agresiones sexuales, siendo esta última la forma de violencia menos denunciada y una de las más complejas.

Se trata de un problema al que debe darse la necesaria atención, porque son muchos los menores que lo sufren y que mañana podrían replicarlo. hechos que no pueden ser tolerados.