La Conciencia de la Luz
Si imaginamos el paisaje como una escena, o una obra de teatro donde los efectos lumínicos dan un carácter o un lenguaje propio a la obra, o si imaginamos el rol de los efectos de la luz en el desarrollo del lenguaje cinematográfico, nos vamos dando cuenta del valor visual fundamental de la luminosidad en un espacio determinado.
De hecho, la historia de las características del pensamiento humano ha sido determinado por este fenómeno natural. Si tomamos como ejemplo la cultura egipcia, que tardó para desarrollarse unos tres mil años, su geometrización y su capacidad de síntesis, la escritura, pintura, arquitectura, escultura podemos apreciar que se debe a la influencia de el recorte nítido de la luz.
La cultura maya en nuestro continente, cuyas características son también influenciadas por la incidencia de la luz, por usar un término anacrónico se hace más "barroca", volutas y curvas, aristas redondeadas, abundancia en formas que se inspiran en la geometría espiralada de la selva. Su lenguaje es más complejo que el Egipto y el desarrollo de las matemáticas es rico y abundante en combinaciones que incluían el cero. El cero en la cultura maya no es un símbolo que representa la nada, no implica ni la ausencia o la negación, posee para ellos un sentido de plenitud, su sistema matemático vigesimal es muy probable que se haya desarrollado a partir de la observación del complejo sistema de la luz en el trópico y sus largas temporadas lluviosas en el verano.
Si la base del pensamiento occidental fue la cultura griega, debemos señalar que ésta se desarrolló bajo la nitidez de la luz y al aire libre. La nitidez del cielo en la cultura preincaica de Tiahuanaco produjo la nitidez de las formas abstractas en su depurada arquitectura. Una cultura madre de las civilizaciones precolombinas.
Podríamos citar un gran número de ejemplos, pero el caso es que si observamos nuestro paisaje con una mirada original imaginándonos qué lenguaje será el más adecuado para identificar el fenómeno luminoso de nuestra región, descubrimos que esta península nos ofrece un espectáculo de luz a través de todo el año. Así la proyección de las sombras, en los cerros o al formarse el volumen de las olas antes de reventar y extenderse hacia la orilla son parte determinante de nuestro paisaje. Existe un sin número de variantes dados por la nitidez de la luz y su carácter, algo que nos ofrece el paisaje graciosamente y que las personas suelen ignorar, perdiendo toda esa riqueza visual monumental que posee nuestra provincia, nuestra región, un caldo de cultivo para alimentar nuestra visión e inspirar a muchos. La luz, amplio tesoro.
Hugo
León,
artista
plástico