Un tejido se convirtió en paisaje
Ella tejía las horas, tejía el suelo, los intersticios, las ondas, los cantos, las calles; tejía todo cuanto cubre la mirada. Tejía desde el alba hasta el crepúsculo. Tejía sin descanso. El tiempo era su fiel compañero, cálida compañía; el espacio, un cómplice que le alentaba en la huida.
Un día de invierno decidió tejer sobre su cuerpo una ciudad. Una ciudad que bordara y abordara su anatomía, donde los cerros cubrieran de punto cruz su frente, donde su pelo se trenzara con vientos y aromas y su rostro se entramara entre puntos de arena. La nariz entretejiera una quebrada de hilos dorados y su tez fuera tejida cada aurora por la luz de la mañana. Sus hombros adornados por casas entrelazadas. Sobre su pecho un entramado daría lugar a un Mercado donde venderían alimentos para los ojos, colores múltiples. Sobre sus brazos envainados un par de quebradas por donde correrían lluvias y se desplazarían aluviones. Su vientre lo tejería de vida, le plantaría, extenso, el deseo para que brotaran legumbres. Sobre su sembradío se sentarían los artesanos tejidos.
Dada a la tarea, rigurosa, tejería la falda imponente de los cerros con hilos de agua, obtenidos del hilar de los vapores. Permitiría a la camanchaca teñir su hilo buscando el surco de la vida.
Con destreza, tejería avenidas que usaría como calcetas para cubrir sus piernas, puentes extendidos para llegar al llano.
Tramaría las líneas de alumbrado público en bella y colorida trenzas.
Sobre su sembradío se sentarían artesanos tejidos; tejería múltiples nidos donde los niños harían sus sientas con canastos de hilo para atesorar sus recuerdos. Bancas en la Plaza también tejería, lugar para dar albergue apasionado a los enamorados y bancos sobre las cuales los ancianos se enamorarían de nuevo.
Todo tejido, todo bordado, todo amado. Sus manos ágiles, benefactoras, no dan tregua a la tarea.
Cansada, al atardecer, tejería unas alpargatas arduas y secas como muelles para salir al mundo. Al anochecer, enseñorada en su tarea terminada la llamaría Antofagasta.
artista
plástico
Hugo León Morales,