"Voces del desierto"
Esta obra, "Voces del Desierto". Teatro y biógrafos en la época del salitre, de mi autoría, es un rescate de la historia gloriosa del Norte de Chile y que contribuye al patrimonio cultural de nuestra zona. Ojalá que alguna vez las autoridades entiendan que los cargos políticos que asumen son para servir al país y no servirse de ellos. Sólo así podremos encaminarnos al desarrollo global y compararnos con países que tienen más que claro que su historia es la base para futuro…
Cuando el cine arribó a las costas chilenas, en los últimos años del siglo XIX, fue rápidamente adoptado por la comunidad del entrenamiento. Los empresarios teatrales y revisteriles probaron suerte con este nuevo invento en los intermedios de sus espectáculos de variedades. De esta forma, el hogar natural del cinematógrafo fue por mucho tiempo, el teatro.
Aun cuando algunos galpones fueron acondicionados en exclusiva para representaciones cinematográficas, hasta la década de 1950, es muy difícil poder hacer una separación tajante entre sala de cine y sala de teatro. Estas primeras dependencias presentaban películas mudas, pero no por ello el espectáculo era silente.
Las salas bullían de sonido, no solo del pianista, sino de los espectadores que comentaban a viva voz el film, lo que provocaba constantes quejas de cinéfilos en la prensa. Ir al cine en las primeras décadas del siglo XX era un gran evento. Los asistentes asistían con su mejor tenida.
La autoridad dictó sucesivas ordenanzas a partir de 1910. Debían disponer de máquinas en buen estado, operadores calificados, pasillos amplios, prohibición de fumar, desinfección para evitar contagios de gripe…
La espectacularidad del cine hizo que para comienzos de la década de 1930 el cinematógrafo desplazara al teatro como primera opción de entretenimiento de los chilenos. La mayor parte de los teatros ofrecían cada más cine y menos obras en vivo. Entre los dueños de teatros se aseguraba que el biógrafo era el mejor negocio.
Andrés Medina Williams