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Josefina González y su primer libro

En resumen

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-¿Cómo fue la escritura de tu libro?

-Partió en 2015 con el Encuentro de Dramaturgia de Mujeres "Lápiz de Mina". Por esos días también me empecé a ir al chancho con el deporte y me lesioné por levantar barras en un gimnasio. Me dieron tres meses de reposo y en ese tiempo empecé a escribir. Algunos diálogos son reales, principalmente de señoras que cuidaban a mi abuela o cosas que escucho a veces en lugares públicos, audios grabados con el celular de conversaciones de gente que no conozco.

-¿Cómo es tu sentido del humor?

-Todo me hace reír, pero también soy llorona y miedosa. Cuando me muera quiero que mi tumba diga: "Le gustaba reír y le gustaba llorar". Vivo juntando chistes, juegos de palabras, reescribiendo, traduciendo. Anoto palabras polisémicas o las que creo que podrían convertirse en juegos lingüísticos absurdos. Colecciono historias tristes y también chistes. El del libro es un humor negro que habla del miedo a tener hijos y que se te mueran o salgan "mal". Me río de lo que más me asusta en la vida.

-¿Cómo son tus canciones?

-La última canción que inventé se llama "Nancy". Trata de una niña que nunca se siente bien en su casa y busca una pieza para arrendar, pero siempre se termina cambiando a otro lugar. Las canciones que estoy inventando ahora son quizás un poco menos románticas y más sobre cosas cotidianas, como andar en micro o soñar pesadillas bizarras. Tengo un cover de George Harrison, "Ahí viene el sol". Siempre estoy escribiendo letras, pero termino pocas canciones.

Josefina gonzález es cantante, escritora y artista visual con inclinaciones por la actuación.

3 preguntas

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Una breve comedia a cargo de siete personajes en un barrio chileno cualquiera. Así podría definirse "Cómo cuidar de un pato" (Overol), nombre del primer libro de Josefina González, escritora y artista visual que ha incursionado en la actuación, publica chistes en el fanzine "Mundo Absurdo" y es cantautora de un trabajo llamado "No Todo Se Trata Del Amor Pero Casi Todo".

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alfonso gonzalez ramirez

"15:17 Tren a París": analizando la moral del héroe

Clint Eastwood regresó esta semana a la pantalla grande dirigiendo la reconstrucción de un atentado terrorista de la mano de sus protagonistas. Una inédita muestra de cine testimonial.
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El rechazo que ha recibido "15:17 Tren a París" por cierto sector de la crítica es entendible. A los 87 años de edad, Clint Eastwood no tiene interés en camuflarse dentro del progresismo de Hollywood y se presenta a sí mismo, una vez más, como un nacionalista acérrimo y obsesionado con la épica del heroísmo. Su última película está llena de banderas americanas, ombligüismo cultural y discursos cuestionables, como uno en el que se resaltan los valores de la guerra en relación a la valentía y la camaradería entre soldados.

Pero si sabemos lidiar con una convicción ideológica que algunos ven como panfleto, la última de Eastwood tiene méritos que escasean en una industria que ha perdido el gusto por los experimentos. Esto porque el cineasta retrata un hecho de la vida real -el ataque terrorista frustrado en un tren que iba de Amsterdam a París, el 21 de agosto de 2015- usando como actores a los verdaderos héroes de la hazaña: tres turistas estadounidenses, amigos de infancia, que lograron detener al agresor. Aunque hubo otros valientes involucrados, entre ellos un francés que inició el plan y que, tras el hecho, no quiso ser reconocido públicamente, aquí solo interesan los héroes americanos.

En su nado a contracorriente, el director minimiza también la escena del ataque terrorista. Eastwood no es Christopher Nolan ("Dunkerque"). Para él, el hecho solo sirve para justificar todo lo que ya vimos anteriormente: la construcción mental y moral de los héroes, especialmente de Spencer Stone. La película le sigue desde que era un niño con sobrepeso, malas notas y una obsesión incontrolable por la guerra. Luego, en la adolescencia, hará lo que pueda para enlistarse en el ejército. Narrando el paso conflictivo del personaje por estas instituciones, el cineasta se preguntará qué es lo que hace a un héroe, si acaso es su formación, el destino o una vocación que trasciende toda circunstancia. La respuesta estará en el último punto. Ese tipo ingenuo, inculto y nacionalista siempre supo, según la película, que estaba llamado para un acto mayor.

En otros tiempos, y con otra mirada, Spencer Stone pudo haber sido un psicópata a lo Travis Bickle ("Taxi driver"), otro desadaptado con ganas de cambiar el mundo, pero lo que Eastwood quiere es resaltar la valentía de cierta juventud americana. En esto, "15:17 Tren a París" comulga más bien con los panfletos fílmicos que circulaban en tiempos de guerra que con las oscuridades del Nuevo Cine Americano. La diferencia es que el director rompe los lugares comunes para decirnos que nuestros salvadores están donde menos se espera. No deja de ser divertido que un ícono del heroísmo americano como él promulgue como héroe a un perdedor que lucha con el sobrepeso.

Desde su mismo proceso, "15:17 Tren a París" es un interesante ejercicio de recreación emocional. Los protagonistas se enfrentan a los hechos desde el artificio cinematográfico. El director orquesta todo como si fuese un psicólogo. Aunque el método tiene sus defectos (a ratos parece una cinta improvisada sobre la marcha), los logros están a la vista: Eastwood redefine el cine de hechos reales o inaugura, si se quiere, un cine que podríamos emparentar con el teatro testimonial.

Spencer Stone se interpreta a sí mismo en "15:17 Tren a París".


en resumen

"15:17 Tren a París" es la película más corta de Clint Eastwood en mucho tiempo: 1 hora 34 minutos. Es también la de más bajo perfil, ausente en la temporada de premios 2018.

Por Andrés Nazarala R

Warner Bros. Pictures