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¿Somos los ingleses de América?

"Reconozco que hace un tiempo, yo era un convencido de que había que dejar que las instituciones funcionaran. Hoy soy un escéptico".
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Un tema que hizo popular Myriam Hernández, lleva por título "Huele a peligro". Al comparar dicho nombre con el de esta columna, pienso que hay una evidente similitud, pero también una diferencia irrefutable, puesto que el peligro puede evitarse si se conocen los riesgos y se actúa con mesura y diligencia, sin embargo, cuando algo comienza a podrirse, es imposible no perder parte o la totalidad del elemento podrido y, lo peor, es que la podredumbre se expanda contaminando todo lo que está a su alrededor.

¿A qué viene esta disquisición? Vamos a ver. Una reciente columna del periodista Daniel Matamala, titulada "Ganaron los corruptos", da cuenta que, por más de tres años, duró la esperanza de castigar la corrupción en la élite política y económica. Pero esta ilusión se desvaneció, dado a que las leyes estuvieron redactadas por la misma élite. Fueron hechas a su medida y diversos delitos ya no se consideran como tales, unos tienen plazos de prescripción ridículos y otros quedan a la exclusiva prerrogativa del SII y éste, bajo la voluntad del gobierno de turno ¿Quiénes ganaron entonces?

Al respecto y a propósito del lamentable deceso del gran antipoeta Nicanor Parra, se hace muy adecuado recordar una premonitoria cita suya ¡La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas!

Reconozco que hace un tiempo, yo era un convencido de que había que dejar que las instituciones funcionaran. Hoy soy un escéptico que las instituciones funcionen resguardando el bien común, puesto que éste es un anhelo de una ciudadanía que no redacta las leyes y éstas, según lo destaqué, están en manos de legisladores, un buen porcentaje con techo de vidrio, influenciados por lobistas, por poderes fácticos, por intereses económicos y partidistas, etc.

¿Se atrevería hoy alguien a poner las manos al fuego por alguna institución? Creo que serían pocos. Pretéritamente, sin duda alguna, nos preciábamos de contar con instituciones señeras, sobrias y respetadas internacionalmente.

Estamos mal ¿cierto? Si hasta algunos bomberos se han pasado de listos. ¿Qué nos está pasando? Hay quienes sostienen que las cosas siempre han sido, que somos pillines, oportunistas y aprovechadores, solo que hoy existen más alternativas de comunicación e información, lo que contribuye a que poco quede en la oscuridad. Si fuese cierta esta posición, caerían una serie de mitos urbanos respecto de nuestra idiosincrasia, cultivados y utilizados por mucho tiempo. Uno de ellos sería la consabida monserga que "somos los ingleses de América". No obstante, la triste realidad es que, en algunos aspectos, nos acercamos bastante a otros países a los cuales hemos mirado por sobre el hombro y con displicencia hemos tildado de bananeros. No hay que escupir al cielo.

Carlos Tarragó

Presidente de Corporación Proa

Antofagasta, viva tus 139 años

"Tener identidad es llevar el nombre de Antofagasta como quien lleva una perla que brilla en el corazón cada vez que hablamos de ella".
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A días de conmemorar los 139 años desde que, gracias al desembarco de las tropas chilenas, se puso fin a la autoridad boliviana y nuestra Antofagasta ratificó su soberanía chilena, me declaro nuevamente orgullosa de mi patria y reafirmo la admiración por la valentía de todos esos héroes anónimos que dieron inicio a la Guerra del Pacífico, uno de los capítulos más importantes de nuestra identidad.

La identidad se construye con la historia y no es malo recordar que este Antofagasta que hoy pisamos y que nos da el pan de cada día fue ganada con lucha, unidad y gallardía. Ninguna campaña comunicacional del gobierno boliviano debe hoy amedrentarnos, pues no lo hicieron nuestros soldados chilenos ese 14 de febrero de 1879, menos lo vamos a hacer ahora.

En marzo, los jueces internacionales del Tribunal de La Haya escucharán los alegatos orales de ambos países por la demanda boliviana para negociar la salida soberana a nuestro mar, ese mar que Bolivia aún no entiende perdió en la Guerra del Pacífico. Sinceramente, tengo la convicción de que nuestras autoridades han hecho un excelente trabajo para que nuestro país no pierda lo que por derecho nos corresponde. Tengo la plena convicción de que los argumentos serán defendidos con la misma pasión y razón que lo hicimos hace 139 años cuando se defendió nuestro territorio.

Que no nos tiemble el corazón, porque lo que más necesitamos es tenerlo entero, digno, fuerte y como chilenos debemos estar más unidos que nunca para seguir defendiendo lo que es nuestro, duela a quien le duela.

Así, son muchas las emociones que afloran y nos hace fortalecer la identidad antofagastina, ya que mantener nuestra identidad es tarea de todos, y principalmente del reconocimiento que hace la misma comunidad hacia los valores que nos identifican. Por ejemplo, esta semana, junto al Concejo Municipal, reconocimos al actor Ángel Lattus como nuestro nuevo Caballero del Ancla. Asimismo, decidimos entregar la distinción de Hijo Ilustre al grupo antofagastino Illapu. Por otra parte el ex cine nacional fue declarado como Monumento Nacional. Noticias que nos llenaron de orgullo y alegría.

Tenemos muchas razones para amar y defender nuestra ciudad. Para mí tener identidad, es también llevar el nombre de Antofagasta como quien lleva una perla que brilla en el corazón cada vez que hablamos de ella, y tal como lo juré el nueve de julio del 2017 ante nuestra bandera nacional, defenderé mi patria ya sea en mar, tierra o en cualquier lugar hasta rendir la vida si fuese necesario.

Karen Rojo Venegas

Alcaldesa

Vamos a la playa

Proyecto en La Chimba reencantará a los antofagastinos con su borde costero Tenemos kilómetros y kilómetros de una costa a la que durante años le dimos la espalda y que poco a poco estamos redescubriendo.
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Muchas veces, la distancia geográfica nos entrega un ángulo desde el que podemos observar nuestra realidad cotidiana de manera distinta, con mayor amplitud y apropiadas dosis de realidad. Antofagasta es una ciudad con un potencial infinito, el que va tomando forma gracias al involucramiento de diversos actores sociales en la articulación de proyectos cuyo objetivo común es generar una nueva actitud en los habitantes de este territorio: juntos podemos construir un espacio común que nos conforte a todos.

Y aunque persisten quienes gustan el ver el vaso siempre medio vacío, lo cierto es que muchos estamos convencidos en que elevar la calidad de vida de una comunidad es una opción, un hábito que comienza con tomar acción frente a lo que nos molesta y queremos mejorar. Un ejemplo claro es lo que ocurre con nuestro borde costero. Tenemos kilómetros y kilómetros de una costa a la que durante años le dimos la espalda y que poco a poco estamos redescubriendo, valorizando y lo mejor de todo, disfrutando a cabalidad.

Para muchos quizás, las iniciativas asociadas a potenciar este espacio, surgen cada tantos años para sorprender a los antofagastinos y a todo el país. Sin embargo es importante recordar que cada uno de estos proyectos es producto de un trabajo sostenido en el tiempo, muchas veces teniendo que superar decenas de obstáculos.

El más reciente de estos anuncios es el asociado a la Playa La Chimba, sueño que hoy está ad portas de hacerse realidad y que se suma a una serie de playas artificiales que sin duda alguna proyectan a Antofagasta hacia una dimensión distinta, donde se descentraliza el desarrollo y de norte a sur genera espacios para que los ciudadanos empoderados los habiten y les den vida.

Poco a poco nos vamos acostumbrando a usar las playas como punto de encuentro, gimnasios al aire libre, lugares de recreación gratis y a la mano. Redescubrimos el mar como fuente de crecimiento, trabajo y desarrollo, pero por sobre todo de identidad, pues ¿qué mejor elemento unificador que un borde costero transversal e integrado?

Ahora nuestra misión, la de todos los ciudadanos, es dar cuerpo a estos sueños comunes, entregando vida a estas tres hectáreas de multicanchas, ciclovías, áreas verdes, rampas y una nueva caleta de pescadores en un sector que marca el inicio de la historia de nuestra ciudad. Así vemos que un proyecto urbano no solo se trata de anunciar obras de infraestructura, sino que potencia un sentimiento común que llena de orgullo y logra identificación con la tierra que nos cobija. Enhorabuena por La Chimba.