Nuevamente una encuesta busca describirnos, nuevamente los números intentando interpretar la realidad y dejarla establecida como en mármol olvidando aquello que señalaba Einstein: "Cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son exactas; cuando son exactas, no se refieren a la realidad"pero,vaya a saber por qué razones y con qué objetivo se insiste en entregar resultados de encuestas que nos ponen en ranking operando con abstracciones tan absurdas como ciudades para vivir y ciudades para trabajar.
Esta suerte de esquizofrenia estandarizada que asume que hay ciudades para lo uno y no lo otro y viceversa. ¿En que parte del mundo existirán estas suertes de Shangri- La o esas pesadillas dibujadas por Chaplin en tiempos modernos?
Los recuerdos que tengo de mi barrio, donde obviamente todos vivíamos, hasta que la muerte determinaba lo contrario, casi todos los adultos trabajaban, para que señalar a nuestras madres quienes eran las que más lo hacían sin que se les pagara imposiciones, y no recuerdo haber escuchado nunca la pregunta de si ese lugar era para vivir o trabajar tengo la impresión que hubiese sido una pregunta tan absurda como si me preguntaran si conocía los nombres de mis vecinos.
En ese barrio ausente de mercadeos inmobiliarios o agencias de empleo no estábamos en busca de definiciones que nos permitieran impulsar un cierto tipo de negocio o establecer ciertos tipos de necesidades que alguien, lucro por medio, pudiese satisfacer. En ese tiempo no existían empresas de seguridad, mantención de áreas verdes, constructoras de playas artificiales, inmobiliarias que se apropiaban de las áreas costeras, iniciativas de turismo especial y un gran etc.
En ese tiempo incluso la ciudad la pensábamos para nosotros, no para los turistas. Queríamos ser nosotros los que disfrutábamos nuestras calles y vivíamos nuestras esquinas. Nosotros quienes sin pensar que dirían los turistas jugábamos a la challa y subíamos al cerro del ancla. Nosotros los que cuidábamos a nuestros queridos locos permitiéndoles circular libremente por nuestras calles.
A los constructores de categorías para estandarizar realidad ¿porqué no crean la categoría ciudad para soñar? Allí con certeza nos van a encontrar pues aún seguimos creyendo en descentralizar, en producción sustentable y mayor justicia social.
César Trabucco
Sociólogo y académico Universidad de Antofagasta