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Estos tiempos

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Vi que en el mercado vendían trozos de sandía. Recordé tiempos lejanos, cuando la precariedad económica nos obligaba a comprar "monos" de sandía. Trozos que el casero cortaba, pesaba y vendía, favoreciendo así a quienes teníamos los bolsillos flacos. Muchas veces debí conformarme con la mitad de un "mono", porque la otra mitad era para mi hermana.

Debo confesar que nos comíamos hasta las pepas y muchas veces le sacábamos el jugo a la cáscara, comiéndonos "la parte blanca", que aunque jugosa, era bastante desabrida.

Recordé que los cabros chicos, a quienes nos daban unas monedas por algún favor o servicio, corríamos a comprar "fruta picada": aquellos duraznos, membrillos o manzanas, que tenían algún grado de descomposición. Se cortaba el trozo malo y el resto se comía con fruición. En otras oportunidades, nos gastábamos unas monedas -de esas de cobre- para comprar "uva desgranada": Aquellas uvas que se desprendían de los racimos y que saciaba nuestros deseos de consumir frutas.

La memoria me llevó a recordar esos tiempos en que "llegaban los camiones de Arica", cargados de plátanos, que traían -entre su esperado cargamento- cañas de azúcar, trozos que masticábamos y chupábamos, sacando ese dulzor que nos regalaba un grato sabor para todo el día.

No existían ni los cereales actuales ni las papas fritas. No se conocía -felizmente- la comida chatarra y disfrutábamos de juegos al aire libre, con un enorme gasto de energía. Como entretención, nos dábamos el gusto de subir el cerro El Ancla por el solo placer de ver la ciudad desde lo alto. Seguíamos los volantines, que se iban "a las pailas" hasta detrás de los cerros, regresando -victoriosos o derrotados- con una sed que solo calmaba la humilde limonada o el vaso de "ulpo", bebidas sanas y reconfortantes.

Ha pasado el tiempo, sin dudas. Vivimos realidades muy distintas.

Veo al hijo de mi vecino, comiendo "crispos" y jugando con su celular… No se mueve… Ya es un niño obeso y solo tiene seis años. ¡Qué pena…!

Jaime N. Alvarado García

Don Francisco hace balance de la Teletón: "fue bastante difícil"

SOLIDARIDAD. La meta de la campaña se alcanzó con una ligera ventaja. El animador destacó el espíritu de unión.
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El conductor y principal rostro de la Teletón, Mario Kreutzberger -conocido como "Don Francisco" -, realizó ayer el balance sobre las "27 horas de amor" que significan la cruzada en apoyo a las personas que sufren algún tipo de discapacidad. "Lograr la meta fue bastante difícil", reconoció el animador de Sábado Gigante.

La Teletón de este año logró reunir $32.522.991.111, sobrepasando escasamente la meta impuesta al comienzo de la campaña: $32.040.179.848. Sin embargo, la cifra oficial se dará a conocer en los próximos días con el recuento final.

"Lograr la meta fue bastante difícil", admitió ayer el animador, agregando que el siguiente paso de la fundación es avanzar hacia la inclusión de las personas con discapacidad, junto con recalcar la importancia de que el Gobierno de turno tenga un rol más preponderante en la labor de la fundación.

Esta es primera vez que la campaña se ejecuta durante un año de elección presidencial.

"orgullo"

El exrostro de Sábado Gigante agradeció a los postulantes a La Moneda por aceptar una tregua durante estos días, cruciales en la segunda vuelta: "Esto es un orgullo para nuestro país, que hayamos podido deponer cualquier diferencia", afirmó Kreutzberger.

"Lo más importante para nosotros es poder mantener esta instancia de unión, (...) porque creemos que estamos haciendo algo bueno por todos nosotros, por el país", añadió el conductor televisivo.

"nueva generación"

Don Francisco también valoró el trabajo de los embajadores de la Teletón y los "teletonistas" que participaron activamente en estas más de 27 horas de transmisión, reconociendo que su ayuda es fundamental para poder llevar a cabo esta cruzada, ya que en la actualidad "no puedo hacer un programa como lo hacía hace 20 años".

Maggie Lay llega al cine con el documental "La última vedette"

DOCUMENTAL. El filme de Wincy Oyarce debuta el jueves en las salas nacionales.
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Amelia Carvallo

Este jueves estrena en salas y cines a lo largo del país "La última vedette", el último documental de Wincy Oyarce ("Empana de pino"), centrado en la figura de Magdalena Haysanglay, nombre civil de la vedette Maggie Lay, santa patrona de la bohemia nacional y última sobreviviente del teatro de revistas en Chile, como asegura el cineasta.

De casualidad, Oyarce llegó en el año 2012 a Le Trianon, un sitio que aparece en el documental, y allí la vio actuar sin saber quién era ella. Con el grupo de amigos que asistió al show quedaron fascinados y la invitó a actuar en un evento y después conociéndola sintió la necesidad de hacer un documental "con este tremendo personaje".

¿Te acuerdas del show que hizo?

Claro, hizo el show que hace habitualmente donde cantó como unas cuatro canciones y después hizo "el escandalito" que le dice ella, cuando baila mambo, interactúa con el público, se sube arriba de las sillas, se tira arriba de la gente, saca a alguien a bailar y termina su show abriéndose de piernas, ese es el punto de más alto impacto.

¿Y qué sabías sobre el género revisteril?

-La verdad es que siempre había tenido como una fascinación por lo que era el vodevil, el teatro de revistas, el Bim Bam Bum, tenía súper claro que había desaparecido y que era difícil encontrar registro visual. En Internet se podía pillar un par de fotos. Además, poco antes de conocer a Maggie había ido a una exposición que rescataba ese mundo: Proyecto Cabaret, de Cristina Guerra.

¿Cómo fue el seguimiento que hiciste de ella?

-Empezamos a grabarla, a ir a sus eventos y shows, entrevistamos a gente que estaba con ella, muchas cosas que no están presentes en el documental porque después decidí cómo quería contar esta historia, qué quería mostrar y qué no era tan relevante.

El personaje

Cuenta que al comienzo pensó en retratar el mundo de las revistas y la bohemia chilena pero que luego se dio cuenta que ese no era el foco. "Me encontré con un personaje que era mucho más interesante hoy, una mujer mayor de 60 años que seguía haciendo shows de vedette y a la vez es conductora de colectivos, realmente me concentré en la historia de Maggie hoy", resume Oyarce.

Asegura que estarán en conversatorios junto a Maggie en La Serena, Valparaíso, Puerto Montt y Coyhaique, y que espera que la película resulte transversal, tanto para la gente que no conoció la época de las revistas como para aquellos que la vivieron, y añade que cree que Maggie es un referente femenino muy fuerte.

¿Qué te sugiere la figura de la vedette?

-Visualmente me encanta porque es súper recargado, me encanta ese exceso allí en el escenario y siento que con la Maggie quiero llevar a otro nivel ese imaginario, que la vedette siendo tan de la fantasía y de la frivolidad, Maggie tiene opinión, una postura política que queda bien evidente en el documental y tiene mucho discurso, eso la hace interesante como personaje y nos dejó llegar a un nivel muy íntimo, tanto en el espectáculo como en lo cotidiano, que muestra otras facetas.

Por su parte, la protagonista del registro cuenta que el seguimiento fue cercano e intenso pero que se olvidó de la cámara y dejó que transcurriera su vida arriba y abajo del escenario. "Fue maravilloso, no me di cuenta de cosas que se grabaron y entonces cuando vi por primera vez la película, el documental, me pareció emocionante. Es que es mi vida misma, no hay nada ficticio, eso es lo bueno que tiene, quedé muy feliz con el resultado, hasta lloré", asegura.

Riendo, cuenta que la figura de la vedette "es el centro del espectáculo, es la que actúa, baila y canta, la vedette es completísima y además tiene que lavar, cocinar y planchar" .

"Bajo el escenario soy una persona muy sencilla, es arriba del escenario que me agrando, bajo el escenario soy yo nomás", cuenta al recordar el tiempo de las revistas con un halo maravilloso, "lleno de plumas, bien cuidadito, era otro sistema, ahora la cosa ha cambiado un poco".

Wincy Oyarce vio actuar por primera vez a la vedette Maggie Lay en ese año, en Le Trianon. 2012

años tiene Magdalena Haysanglay, más conocida como Maggie Lay, la protagonista del documental. 65