Secciones

"IVO SERGE" Y SU PREOCUPACIÓN POR EL HOMBrE

E-mail Compartir

A modo de un necesario preámbulo, recordemos que hace medio siglo el escritor argentino Arturo Cambours Ocampo era suficientemente conocido por una variada e interesante producción literaria. En 1966 editó "Teoría y Técnica de la Creación Literaria", con subtítulo de "Materiales para una estética del escritor".

Leída pocos años después, las páginas del 90 al 100, retuvieron mi atención un rato considerable. Cambours Ocampo habla de Rainer Maria Rilke (1875 - 1926) y "Cartas a un joven poeta" (1929), especificando que éstas "configuran todo un tratado de estética".

Muy distinto juicio le merecen a Antoni Pascual quien, más próximo a nosotros en el tiempo, afirma conclusivo que estas cartas "no son, pues, un tratado de estética."

Juicios hay para todo. Lo que entonces me atrajo del planteamiento del escritor argentino fue que los temas, constantes, conceptos, motivos, fuentes, críticas, inquietudes, recuerdos que él resalta en las diez cartas de Rilke, de algún modo se encuentran en los libros de "Ivo Serge". Cambours, inicialmente, pone énfasis en la crítica. Prosigue con la necesidad y la vocación. La naturaleza y motivos creativos. La infancia y soledad. La ironía. Las fuentes de la creación. El amor. El artista y la paciencia. Las cosas y la infancia, etc.

Son estos elementos los que permiten concluir a Rilke que "el arte es… una manera de vivir…" Más aún, las indicaciones de Rilke por el hombre, determinan que Franz Xaver Kappus, destinatario de las cartas, sea "el hombre -poeta que debe crecer y se va haciendo."

Basta citar algunos libros de Antonio Rendic, para "ver" la relación aquí admitida: "El pasado se va", "Lo que nos dijo el molo", "Los sonetos del olvido", "Tierra soleada", "Tierra desnuda", "El alma del terruño", "Por las rutas del desierto", "Pampa y mar de Antofagasta", "Mea culpa", "Mensajes para el hijo por venir", "Soledad", "Amor", "A los pies de la Cruz" y aún quedan unas decenas más de obras.

En nuestras lejanas conversaciones, nunca nos referimos a Rilke. No recuerdo haberle planteado esta coincidencia. Sí soporté a un irreverente que me dijo que don Antonio no sabía nada de poesía. La preocupación por el hombre al que a diario aconsejaba en sus espírituales columnas periodísticas, iba más allá de lo que algunos entienden por "amor al prójimo".

Su entrega por los necesitados, estaba avalada por su convencimiento de estar haciendo algo para que ese prójimo avanzara en constante mejoría. Lo suyo, creo que nunca fue sólo prédica, el ejemplo lo aportaba, con sus acciones, él mismo. Para no reincidir en lo dicho en páginas ya conocidas, poéticamente creo que en don Antonio "el Arte fue su manera de vivir" que es como certificar que fue un rilkeano, sin haber conocido a Rilke.

un santo para antofagasta