Correctores: ¿Por qué no?
El corrillo es permanente y apunta a los medios escritos, especialmente. Aunque no se salvan del comentario los "noteros" de los canales de TV y muchos de los locutores radiales. Tiene que ver con el uso adecuado del idioma castellano, tan deteriorado en estos últimos tiempos. Hay quienes sostienen que el idioma es una cosa viva. Pero no por eso hay que matarlo.
Y es lo que está sucediendo. Queda claro cuando se hojea un diario y se leen tamañas aberraciones, errores imperdonables o faltas ortográficas tan increíbles que motivan más de una burlona risa en el lector. Risa que va acompañada de la repetida pregunta…
¿Y es que nadie corrige?
La respuesta es un rotundo no.
Ya no están los "correctores de pruebas". Se perdieron cuando se vivió la transición entre el sistema antiguo, "en caliente" (con tipografía de plomo) al sistema Off Set, con una enorme reducción de personal en los diarios. Fue una instancia crucial.
Ocurrió en los años 80, cuando las nuevas generaciones de periodistas presionaron a los dueños de los diarios y de las editoriales, para que reconsideraran la permanencia de los "correctores de pruebas". Cuando ello ocurre, se sentencia la permanencia de tan valiosos profesionales en los medios escritos. Por un lado, era absolutamente conveniente para los empresarios, dadas las economías por reducción de personal. Por el otro, la escasa humildad de los profesionales universitarios (o sencillamente la desmedida soberbia) les hacía imposible aceptar que los "correctores de prueba", diestros en el manejo del idioma, pero sin ningún pedigree universitario, les hicieran saber y sugirieran enmendar sus errores de redacción, ortográficos o gramaticales.
Desde entonces vivimos esta debacle que amenaza gravemente el bello idioma castellano. Hoy, tener un diario en las manos no solo permite informarse. También da motivos para ver cómo -cada día- se va deteriorando nuestra lengua materna.
¿Deberían volver los correctores de prueba? ¿Por qué no?
Jaime N. Alvarado García