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Siete años buceando en el corazón de Rodrigo Lira

El periodista Roberto Careaga se hundió en la vida de Rodrigo Lira sin tregua. Habló con amigos y enemigos, preguntó detalles a la familia, leyó cartas, vio videos e investigó rastros de la época que dio a luz al último mito poético chileno. "La poesía terminó conmigo" muestra a Lira en cuerpo y alma.
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roberto careaga, periodista experto en literatura, dice que al rastrear en la vida del poeta rodrigo lira, apareció nítidamente el lugar que ocupa en la literatura chilena.

Cerca del fin de los setenta apareció en la cultura chilenaRodrigo Lira (1949-1981). Fue un eterno habitante de los patios universitarios. Y, tras una serie de crisis siquiátricas, se deslizó hacia la poesía. Sus textos y acciones no fueron comprendidos del todo, tampoco las parodias que hizo de otros poetas. Se suicidó el día de su cumpleaños número treinta y dos, en la tina de su departamento. Su obra -inclasificable- ha ido creciendo, desde su primer libro póstumo: "Proyecto de obras completas" (1984), hasta completarse este siglo con "Declaración jurada" (2006) y "Buelos barios: boladas boludas" (Sic) (2016).

Más de tres décadas después de su muerte aún quedaban muchas sombras acerca de los procedimientos de escritura y vida de Rodrigo Lira. Varias de ellas fueron solucionadas definitivamente en "La poesía terminó conmigo" (Ediciones UDP), de Roberto Careaga, periodista literario en las páginas culturales de "Artes y Letras" de "El Mercurio".

El autor le dedicó siete años a este trabajo, que se realizó con una colaboración limitada de la familia de Lira: "Me ayudaron en lo que pudieron, entiendo que no hayan querido que se indagara más, es una cuestión íntima. Me dejaron algunos vacíos, problemas periodísticos". Por el contrario, como registra en los agradecimientos, contó con gran ayuda de Roberto Merino y Antonio de la Fuente, que compartieron con el poeta en sus últimos años. También menciona a la argentina Leila Guerriero, una de las principales cronistas latinoamericanas, que con su edición "fue muy importante para encontrar un tono general para resolver errores, un camino", explica Careaga. "De alguna forma, sin decirlo explícitamente, me ayudó a que fuera un libro de un periodista, desde la escritura de un periodista, y no una biografía más tradicional. Incorporar más el relato periodístico, con muchas más cuñas, muchas más voces", destaca.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió de la cotidianidad de Rodrigo Lira?

-Que casi siempre estaba escribiendo. Su escritura tiene un carácter testimonial y autobiográfico. Alude a episodios reales, mujeres, personajes, familia, el paisaje social de Chile de ese momento, pero estaba totalmente obsesionado que su escritura tuviera una lectura más allá. Que diera cuenta de su tradición poética. Estaba consciente de su lugar en la literatura chilena, desde el diálogo que establecía con otros poetas de su generación, mayores o históricos. Eso se entiende leyéndolo, pero cuando tienes la posibilidad de rastrear en su vida, aparece más fuertemente.

-Uno de los aportes más importantes de tu biografía es la reconstrucción que haces de la literatura en Chile en los años ochenta. ¿Crees que en otro tiempo Rodrigo Lira habría tenido más oportunidades?

-Otros tiempos hubieran dado a otro Lira. Él emerge de un contexto cultural preciso, eso condiciona su escritura, su trabajo y también su vida. Publicar a fines de los setenta y principios de los ochenta era muy difícil, muy raro. Entonces, desarrollar una carrera como poeta era complicado. Si Rodrigo hubiese tenido esa oportunidad, se habría desarrollado de otra manera. Su figura también se debe al modo que nos dejó, modela un poco su lugar.

¿Cuánto vale el show?

"La poesía terminó conmigo" intercala el retrato con fragmentos -algunos inéditos aún- que permiten ver vida y obra. No se entender el trabajo de Lira desde una óptica tradicional, solamente como texto. Ante la dificultad de ser publicado, otras opciones tomaban importancia: las fotocopias o las lecturas en la universidad, mezcladas con performance y teatro. El poeta cruzó todas estas opciones para extremarlas, incluso apareciendo en la televisión. En el corazón del show.

-En "La poesía terminó conmigo" están descritas las apariciones públicas de Rodrigo Lira. ¿Cuál crees que fue la más relevante?

-La aparición en "¿Cuánto vale el show?" fue muy significativa, da cuenta de manera muy radical hasta dónde estaba dispuesto a llegar en términos de espectáculo. Es una actuación confusa, no es posible atribuirla solamente a un trabajo literario, a una performance. Hay otros momentos más entretenidos, que dan cuenta del mismo Lira. A mí me gusta más la escena cuando se junta un grupo de amigos convocados por Enrique Lihn en su casa y hay una conversación en torno a la poesía. Eventualmente Rodrigo toma el sombrero de Gerardo de Pompier de Lihn y hace una lectura de poesía en clave irónica. Eso está grabado, hay un video en youtube.

-¿Crees que Rodrigo Lira se inscribe en una tradición de poetas fallidos chilenos?

-No estoy muy seguro que vínculos se pueden hacer. En qué se parece con Teófilo Cid, que murió en la calle borracho y era alguien que vivió en el exceso, o con Carlos de Rokha, que se suicidó. No sé en qué se conectan salvo en esas decisiones finales. A mí me parece que Lira es más conectable con una época, de cierto costado, con Juan Luis Martínez. Ahí hay una conexión más real. Habría que pensar en eso.

La poesía chilena

Uno de los aportes de este libro es la reconstrucción de la poesía chilena en los años ochenta. En esos años rondaban una serie de nombres mayores, en paralelo al surgimiento de una generación potente. Hsta hoy no se ha replicado en la complejidad de propuestas que nacieron en los 80'. En ese momento, quien articulaba la fiesta poética era Enrique Lihn. Tras la investigación, Careaga lo describe así: "Enrique Lihn a fines de los setenta era una figura central en la escena literaria y artística, un hombre de cincuenta años con una trayectoria muy larga y una figura respetada. Es hasta hoy uno de los más importantes intelectuales literarios chilenos. Estaba disponible a que pasaran cosas en Chile, a los poetas y artistas jóvenes. Tenía los ojos abiertos cuando nadie tenía los ojos abiertos".

-¿Cómo podríamos explicarnos la relación que tuvo Lihn con Lira?

-Cuando conoce a Rodrigo Lira, Lihn estaba dando cuenta de la realidad a partir de la ironía. Ahí conecta muy bien con Lira, que siempre operaba de ese lugar, desde la risa. Para Lira, Lihn era un maestro, en tanto performer, actor e intelectual. Estaba en su cuerda de desparpajo, de desorden, buscando abrirse caminos de formato.

-Señalas en el libro la asistencia de Nicanor Parra a los ritos mortuorios, en el que se da un encuentro fundamental con la madre de Rodrigo Lira. ¿Crees que la escritura de Lira tendría el rumbo que ha tomado sin esa visita?

-Las palabras de Parra valorando la poesía de Lira -tras su muerte- fueron parte de un conjunto de cosas que llevaron a la familia a valorar la obra de Rodrigo. Otros elementos, otros amigos más cercanos, iban a generar que se publicara la obra finalmente y no quedara por ahí perdida.

-Otro polo es la animadversión por Raúl Zurita.

-A Lihn no le gustaba mucho el impacto que tenía Raúl Zurita. Rodrigo, según lo que me han contado sus amigos, no le creía mucho el cuento, porque Zurita emergió con mucha fuerza con una voz que daba cuenta de la tragedia chilena, de una gravedad total, dramática. Lira no creía en el personaje impostado. No había mala onda, sino que no coincidía literariamente. Lira representaba algo opuesto a Zurita desde la carcajada.

Dinero y amor

-¿Qué crees más relevante para la decisión final de Lira, la falta de amor o de dinero?

-Es una combinación general de cuestiones, difícil de calibrar. Hay una parte en la que no puedo acceder, aún siendo el biógrafo de Lira y habiendo conversado con mucha gente. Creo que la falta de amor fue central en su vida, la falta de herramientas sociales y sentimentales para relacionarse fueron decisivas para las decisiones que fue tomando en la vida. Y al mismo tiempo obviamente va horadando una existencia no armarse una vida independiente, no publicar libros, no tener trabajo. Incluso sus condiciones siquiátricas lo llevan a esa decisión.

-¿Cómo podemos entender la obsesión de Rodrigo Lira por ofrecer matrimonio a sus parejas?

-Se entiende en esa necesidad de amor, esa ambición tradicional que estaba súper latente. Por más que haya desarrollado una vida que no era exactamente convencional, el impulso de vivir de esa manera me parece que estaba en su matriz. Casarse, formar una familia, podía resolver muchos problemas que él arrastraba.

-En tu investigación encontraste cartas. ¿Has pensado en algún otro destino para ese material?

-No estoy muy seguro. Cuando estaba escribiendo el libro se publicó "Buelos Barios: boladas boludas", que recoge una serie de textos inéditos, y ahí está casi todo lo que había, lo que estaba sobrando. Lo que está inédito son muchos borradores. Lo que sí creo es que hay un costado gráfico que se separó de sus poemas, las cosas que él imprimía y distribuía que estaban llenas de información gráfica, collages y una serie de cosas que se perdieron totalmente. La forma de diagramación de texto se perdió en los libros.

Por Cristóbal Gaete

alfonso gonzalez ramirez

"Las palabras de (Nicanor) Parra valorando la poesía de Lira fueron parte de un conjunto de cosas que llevaron a la familia a valorar la obra".

"La falta de amor fue central en su vida, la falta de herramientas sociales y sentimentales para relacionarse fueron decisivas para sus decisiones".

Echado en la arena

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La playa

A principios de 1971 se subieron a un bus y viajaron unos 1.700 kilómetros. Luego siguieron a dedo. Es imposible precisar en que playa se instalaron. Diego no lo recuerda. Era una playa solitaria, más o menos perdida, ubicada hacia el norte de Iquique. Dejaron las pocas cosas que traían en una casucha abandonada y se sentaron en la arena con las olas pegándoles en los pies. No había nadie cerca. Sin ceremonias ni instrucciones, se metieron el LSD. La mayor parte de tiempo que permanecieron allí, casi dos días, Rodrigo estuvo bajo los efectos del ácido. Apenas lo tomó, se quitó toda la ropa y se metió al agua. Chapoteó un rato, dio vueltas en círculos en la playa, habló sin detenerse. "Se me abrió la cabeza", decía, según los recuerdos de Diego, "se me abrió el árbol del conocimiento". Echado en la arena, le dijo a su compañero de viaje: "Diego, sabís qué más, te cambio tu cuerpo". Diego entendió:

-Fue una petición en serio. Yo creo que a Rodrigo le incomodaba su cuerpo. Era demasiado lento, fofo, no lo acompañaba para seguir la rapidez con que pensaba. Era una atadura (…)

Página 54


La carta

Rebeca Araya,

Esto es solo para ti

Sin devuelta,

si quieres lo guardas

No sería la primera vez

Si quieres lo quemas

No será la primera vez -pero ahora no te daría ningún bofetonallo, cual le sucedió a una chica de biología hace tres años -se lo merecía, eso no era una casta, era un conjuro, un spell. Cantaban "I put a spell on you" en la radio, no me acuerdo quienes, yo había puesto un spell sobre aquella dieciochera -luego cumplirá veintiuno, ella lo quemó, se liberó del conjuro, le di un bofetón, al año siguiente no me aceptó el regalo de cumpleaños que le fabriqué.

Esto no es un spell. Es el obedecer a una compulsión, lo que no significa que no pudiera estar escribiéndote aquí en la fuente de soda de la Montt Cerrillos, cerca del depto, mi hogar monacal (etimología: monachos, en latín: solos). Dan las noticias en la radio Santiago y se venden cigarrillos y yo todavía no empiezo con la Coca Cola que me fiaron no abro el paquete de Hilton que me compré.

Página 137

Roberto Careaga

Ediciones UDP

310 páginas

$16.000


"La poesía terminó conmigo. Vida de Rodrigo Lira"


el diagnóstico

La persistencia con que el diagnóstico de esquizofrenia persiguió a Rodrigo, se debió al impacto de las palabras de los médicos de gran credibilidad. Muchos amigos de Lira aseguran que Elisa era una presencia constante en su vida. Fue ella, de hecho, quien tomó la iniciativa de ocuparse de la salud síquica de su hijo. Primero, analizando su letra con un grafólogo. Luego, llevándolo a un siquiatra. Fue ella la que coordinó su cambio de casa y la que luego lo mantuvo conectado con la familia. Era a ella a quien Lira recurría ante cualquier problema, fuera económico o sentimental. En más de una oportunidad, Elisa se comunicó con las pretendientes de Rodrigo para preguntarles qué pasaba entre ellos. Solía sacarle en cara frente a sus amigos el hecho de que no trabajara, como cuenta el mismo Pérez, pero nunca dejó de pasarle dinero.

Página 116

Tres adelantos de "La poesía terminó conmigo. Vida de Rodrigo Lira" (Ediciones UDP), del periodista Roberto Careaga.