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Dos corredores ferro-viales bioceánicos

"Desde nuestros puertos podríamos disponer de dos corredores viales y ferroviarios para conectarnos con el Zicosur".
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El reciente seminario "Zicosur-Asia Pacífico sobre Transporte y Logística para sus intercambios comerciales", realizado en el marco de la Expo Mejillones, permitió constatar que hasta los puertos del norte de Chile funciona ya un corredor vial bioceánico entre Brasil, Argentina y Chile, más una vía férrea entre nuestros puertos y prácticamente todo el norte argentino, la que puede prolongarse hasta el Atlántico.

Lo más novedoso fue la presentación de una propuesta, que tendría financiamiento privado, para agregar un ferrocarril en forma paralela al trazado del corredor vial que han decidido construir los gobiernos nacionales de Brasil, Paraguay, Argentina y Chile desde el Estado de Mato Grosso do Sul, partiendo de Puerto Murtinho para atravesar la rica zona agropecuaria del Chaco Paraguayo y luego, por las provincias de Salta y Jujuy, llegar a los puertos chilenos a través de los Pasos de Jama o de Sico. Este proyecto plantea unir sus vías con el ramal C-14 de Salta a Socompa, para atravesar la cordillera y conectarse a la red ferroviaria chilena.

O sea, desde nuestros puertos, sobre el Pacífico, podríamos disponer no de uno, sino de dos corredores viales y ferroviarios para conectarnos con el área mediterránea de Zicosur, esto es el norte de Argentina, Paraguay, Bolivia y los estados occidentales de Brasil (Mato Grosso do Sul, Santa Catarina, Paraná). En una segunda etapa, al construirse los tramos ferroviarios faltantes en Brasil, también nos conectarían con el Atlántico.

El funcionamiento actual, por rutas totalmente pavimentadas, del Corredor desde Santa Catarina a través del noreste de Argentina (provincias de Misiones, Corrientes y Chaco) y luego por el noroeste argentino (Salta y Jujuy) lo demostró un grupo de empresarios y de autoridades de ese Estado, que vinieron en sus vehículos hasta Mejillones, a participar tanto en la reunión de la Comisión de Industria y Comercio de la Zicosur como en el citado seminario. Y el ferrocarril entre Antofagasta y Salta, que es una realidad desde 1948, sigue prestando servicio como el único tren en funcionamiento entre Chile y Argentina. Lo nuevo será su uso para transportar carga desde y hacia Brasil, Bolivia y Paraguay para el intercambio comercial, a través de nuestros puertos, con los mercados del Asia Pacífico.

Esto es posible porque el ramal ferroviario del norte argentino desde Salta permite llegar al puerto fluvial de Barranqueras, cerca de Resistencia, provincia del Chaco. Ese puerto sirve a la carga brasileña, boliviana y paraguaya que llega por el río Paraguay o por el Paraná. Con mayor razón ahora, que se unirá a esta red intermodal de carga el puerto fluvial de Posadas, de la provincia de Misiones, según propuesta de su Gobierno, presentada en este mismo seminario.

Esta infraestructura, existente y/o por mejorar o construir, respalda la decisión de nuestro gobierno de convertir a la región de Antofagasta en una plataforma de servicios logísticos y de transporte para servir al comercio internacional entre los mercados de la Zicosur y los del Asia Pacífico, así como también avala la función de coordinación de la Comisión de Industria y Comercio cuyo plan para facilitar tales intercambios fue aprobada en su reciente reunión.

Herman Cortés C.

Periodista

Cambio cultural

"El individualismo, arribismo y metro cuadrado propio es lo que impera. ¿Qué nos pasó en el camino?".
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Antes de entrar al tema central de esta columna, permítanme citarles algunos casos. Recientemente se aprobó un aumento en la cotización previsional del 5%, del cual un 3% irá a la cuenta individual del trabajador y el 2% restante a integrar un fondo de reparto solidario. Una gran masa de cotizantes se ha manifestado en contra del destino de este último porcentaje.

En mis tiempos, cuando uno se subía por detrás a una micro o bus, hacía llegar el valor del pasaje, a través de los pasajeros al conductor, quien al recibirlo devolvía el vuelto con el boleto. Hoy existe una evasión vergonzosa en el Transantiago.

Hay colegios que aceptan a niños con ciertos atrasos y otros no. Supe del caso de un niño adoptado, que, por su condición, era centro de un despiadado bullying por parte de sus compañeros y cuando el profesor hizo ver el problema a algunos padres de los niños acosadores, estos se mostraron indolentes ante la situación.

Hay quienes ayudan a causas sociales masivas, siempre y cuando tengan una amplia visibilidad, pero no están dispuestos a apoyar anónimamente a una organización de beneficencia o comunitaria. En estos casos la postura es ¡no es problema mío! ¡que el gobierno se haga cargo!

En un tiempo integré la junta directiva de una universidad local y a la hora de analizar sus finanzas, uno de los grandes problemas, lo constituían las cuentas por cobrar por concepto de créditos fiscales impagos. Muchos profesionales abusaron de este beneficio. Una reciente encuesta señala que más de un 40% encuentra legítimo utilizar licencias falsas.

¿Que conclusión podemos sacar de los casos reseñados? Aun cuando estoy lejos de la sociología, tiendo a pensar que en nuestra sociedad se percibe un marcado cambio negativo. De ser personas solidarias, sencillas, respetuosas y cumplidoras, nos hemos ido transformando en seres soberbios, egoístas y aprovechadores. La cultura del exacerbado individualismo, del arribismo, del metro cuadrado propio, es la que impera. ¿Qué nos pasó en el camino?

Me siento cercano a quienes afirman que parte importante de la metamorfosis que hemos ido experimentado los chilenos, se asocia al modelo neoliberal impuesto. El que, entre otros dogmas, situaba en un pedestal de privilegio a la libertad para elegir, pero ¿qué tipo de libertad se podía elegir? Para una gran mayoría sin recursos, esto era música, que solo algunos podían escuchar. El discurso tenía una respuesta. Había que emprender, porque el éxito, económico, por cierto, estaba a la vuelta de la esquina. Había que tener post grado. Había que ser competitivo a toda costa y en todos los planos, sin preocuparse a quien se pisoteaba en el camino. La pregunta que subyace es ¿podremos recuperar lo que fuimos?

Carlos Tarragó

Presidente Corporación Proa

Sociedades en transformación

En la sociedad nacional y mundial, pero en especial la nuestra, es posible observar hondas modificaciones y la caída de mitos que parecían inexpugnables. Y así seguirá. No hay otra certeza que la recurrencia del cambio, aunque con interrogantes. ¿Qué tan profundas son nuestras convicciones? ¿Qué tan poderosos son los mitos sociales? ¿Cuánto desapego tenemos respecto de lo que nos rodea?
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Una de las características de las personas y las sociedades es su capacidad para cambiar, modificar sus impresiones, su cultura, sus mitos y transformar sus creencias, algunas de las cuales pueden parecer monolíticas e imperecederas. Sin embargo, mutan.

El mundo de hoy tiene, precisamente aquí una de sus principales certezas: la perpetuidad del cambio, que al tiempo es más recurrente y veloz, es decir, cuestiones que requerían años, hoy a veces sólo resisten minutos. En política, economía, ciencia.

Así las cosas, sorprende la forma en que las sociedades occidentales observan lo que les rodea y cómo construyen realidad de aquello.

La chilena es un caso todavía más especial por tratarse de una agrupación en desarrollo, que ha perdido características que le fueron propias durante décadas y que hoy no aparecen en nuestros relatos. Fuimos una sociedad agraria, pobre, desconectada del mundo, realidades que hoy nos resultan ajenas.

Pero, debe insistirse, las modificaciones son enormes y mucho más, sorprendentes. Por ejemplo la encuesta Bicentenario detallaba que hace algunos años no validábamos el matrimonio gay y menos la adopción homoparental. Hoy, sin embargo, tales creencias han caído.

De esta manera la cultura se metamorfosea impactada por la política y la economía, las relaciones sociales, medios de comunicación, entre otros.

Zygmunt Bauman exploró notablemente aquello, creando el concepto de sociedad y modernidad líquida. Todo es menos rígido, momentáneamente, en la medida que la flexibilidad asegura ciertas conveniencias individuales y colectivas.

No hay más certeza que aquello: que el cambio seguirá su desarrollo, aunque con interrogantes. ¿Qué tan profundas son nuestras convicciones? ¿Qué tan poderosos son los mitos sociales? ¿Cuánto desapego tenemos respecto de lo que nos rodea?

Ante tales condiciones, el componente ético es capital, pues es fácil caer en sucesivos paradigmas que atenten incluso contra los derechos más básicos. Son los riesgos del mundo de hoy, tan dinámico e incierto.