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Chile, una mirada de optimismo

El ánimo crítico que algunos tienen e incluso pretenden incrementar, poco tiene que ver con la realidad de las décadas recientes. Chile ha sumado. Falsamente se pretende establecer como verdad que Chile va mal, que estamos peor que antes y que por ello, se deben cambiar muchas formas. ¿Con qué? ¿Con modelos que han fracasado en todo el mundo?
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No deja de ser sorprendente ese discurso de malestar que existe sobre el país y que tiene, en opinión de los más críticos, distintas expresiones, la mayoría de las cuales se manifiesta con su peor rostro sobre los ciudadanos más desposeídos.

La molestia, rabia en algunos casos, se funda sobre cuestiones vagas, aunque específicas en algunos casos: las bajas pensiones, la distribución del ingreso, la pobreza, pero también con cuestiones nuevas como la inmigración, o en los grupos sociales de contenido específico, entre las cuales se incluyen minorías de distinto tipo.

Cual más o menos hace ver su descontento de una u otra forma. Hasta aquí nada extraño. Las sociedades se movilizan para modificar condiciones que les permitan igualdad, sumar privilegios, o corregir distorsiones. Poder, en definitiva.

Pero lo realmente sorprendente es la negativa imagen construida respecto del país. Una que definitivamente nada tiene que ver con la realidad actual ni el pasado reciente.

Chile pasó de ser uno de los países más pobres del continente, a uno de los más ricos. Eso no puede olvidarse.

Pasó de tasas sanitarias de tercer mundo, a uno de país desarrollado, pasó de ser un país deficitario y alejado del planeta a un exportador nato y conectado al mundo, pasó a tener casi el 10% de su población a ser estudiante de educación superior.

Sin embargo, falsamente se pretende establecer como verdad que Chile va mal, que estamos peor que antes y que por ello, se deben cambiar muchas formas. ¿Con qué? ¿Con modelos que han fracasado en todo el mundo?

Es probable que esta discusión, a ratos absurda, esté alojada en la irrupción y emergencia de millones de chilenos que por primera vez tienen acceso a algo que las generaciones anteriores nunca soñaron.

Y que sea eso precisamente lo que se malentiende, como la derrota de un modelo que es el que ha traído estas oportunidades.

Curiosa discusión la chilena y donde la clase política ha sido incapaz de entender y menos defender el camino que ha llevado a Chile a ser lo que es.

Una aparente coincidencia

"El empleo y la educación son pilares básicos para cumplir con el desafío del desarrollo sostenible". "Por tanto, hay que ser muy claros: los actuales "derechos humanos" han sido monopolizados por organismos internacionales".
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En 1987 (hace 30 años) la primera ministra de Noruega, Gró Harlem Brundtland, lideró la comisión de Naciones Unidas que publicó el famoso informe Nuestro Futuro Común. En éste se definió el desarrollo sostenible como aquel desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias.

La satisfacción actual y futura de las necesidades de las personas y sus familias demanda principalmente oportunidades de empleo y competencias técnicas y/o profesionales para el mundo del trabajo, todo en armonía con el medio ambiente. Es decir, el empleo y la educación son pilares básicos para cumplir con el desafío del desarrollo sostenible.

La sostenibilidad de nuestra Región de Antofagasta requiere inversión y emprendimiento para la generación de oportunidades laborales, pero no basta con la creación de empleos, de la mano con las oportunidades de nuevas plazas laborales se requiere un compromiso público y privado para que éstas "pegas" sean ocupadas preferentemente por trabajadores, técnicos y profesionales que vivan en nuestra región. Ya sabemos que los trabajos pueden ser ocupados por trabajadores, técnicos y profesionales de otras regiones, los conmutados, en este caso la familia regional pierde la plaza laboral y a la región se le filtran estos recursos.

Este compromiso de contratación local debe ir de la mano con el compromiso con una educación y capacitación de calidad desde la primera infancia. El desarrollo regional sustentable requiere de comunidades con oportunidades para recibir una educación pertinente y de calidad que los habilite para participar protagónicamente en la construcción de su presente y futuro. La sustentabilidad regional nos exige una oferta educativa/formativa potente que responda a los requerimientos de corto, mediano y largo plazo de la economía regional y que, al mismo tiempo, constituya la necesaria oportunidad de empleo para los y las jóvenes de esta tierra.

Acabamos de recibir la noticia que la Región de Antofagasta, lamentablemente, sigue liderando la tasa de desempleo a nivel nacional con un 9 % y, esta cifra asciende a 10,5% para la ciudad de Calama. Las seis últimas mediciones del desempleo a nivel nacional, es decir, desde el trimestre móvil febrero-abril, nuestra región encabeza el desempleo a nivel nacional. Consistente con este escenario, las dos mediciones trimestrales publicadas este año del Indicador de Actividad Económica Regional (Inacer) muestran un decrecimiento.

Contratación de mano de obra local y educación de calidad son tareas prioritarias y urgentes para el desarrollo sostenible de nuestra Región de Antofagasta.

Si se observa la evolución que han tenido los diferentes países de nuestro continente en materias de la llamada "agenda progresista" (aborto, identidad de género, matrimonio homosexual, educación sexual, derechos de la niñez, tolerancia y no discriminación, etc.), es imposible no quedar sorprendido por la similitud de los procesos que se han vivido en unos y otros. Sin embargo, por lógica, no puede tratarse de una mera coincidencia.

En efecto, la raíz del problema radica en que todas estas materias son consideradas como los "nuevos derechos humanos", que poco o nada tienen que ver con los tradicionales (vida, igualdad ante la ley, libertad de conciencia, de desplazamiento y de opinión, propiedad, etc.), todo lo cual les estaría dando una aparente legitimidad, pues ¿quién podría estar hoy contra los "derechos humanos"?

Pero además, suele señalarse que esta puesta al día en materia de "derechos humanos" obedece a los compromisos internacionales asumidos por cada país, lo que lo obligaría a modificar sus ordenamientos internos para ser respetados por la comunidad internacional.

Todo esto quiere decir que en buena medida, lo que está ocurriendo en nuestros países se debe a la influencia de instancias internacionales, lo que explica esta aparente coincidencia en la evolución que se ha producido en cada uno de ellos.

Sin embargo, si se mira con más atención, se descubre con sorpresa que prácticamente ninguno de estos "nuevos derechos" se encuentra consagrado en los tratados internacionales vigentes. ¿De dónde han surgido pues?

La respuesta está en el trabajo que realizan las comisiones y comités creados por los tratados de derechos humanos para tutelarlos. Lo anterior ha hecho que, facultados o no para ello, en la práctica, estos organismos hayan terminado monopolizando la interpretación de los tratados a los que en teoría sirven. De esta manera, mediante sus dictámenes, han ido en el fondo, manipulando e incluso modificando estos documentos, al ser considerados "instrumentos vivos", que deben ir adaptándose a las circunstancias actuales al momento de ser interpretados. Sin embargo, no fue lo que los Estados entendieron ni autorizaron al momento de suscribir los tratados respectivos.

Con todo, ninguno de estos dictámenes tiene fuerza vinculante para los países que han suscrito los tratados que a su vez han dado vida a estos comités o comisiones (es decir, son soft law internacional), aunque estos organismos hagan lo imposible por hacernos creer lo contrario. Mas, ya sea por ignorancia o por conveniencia del gobierno de turno, en muchos casos se actúa como si la tuvieran, lo que ha ayudado a la implantación de estos nuevos "derechos humanos" en nuestros países.

Por tanto, hay que ser muy claros: los actuales "derechos humanos" han sido monopolizados por organismos internacionales que pretenden imponerlos en nuestros países. El problema es que la composición de estos comités y comisiones (con la excepción tal vez de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos) suele ser completamente desconocida para la opinión pública y además, ellos no son controlados por otros organismos ni responden ante nadie, todo lo cual hace que su carácter antidemocrático y cupular resulte evidente. ¿Seguiremos haciéndoles caso?


Empleo local y educación de calidad

Fernando Cortez Guerra

Gerente general Asociación de Industriales de Antofagasta

Max Silva Abbott

Doctor en Derecho, profesor de Filosofía del Derecho