
El tiempo final de un matrimonio que parecía feliz
La escritora colombiana Margarita García Robayo llegará esta semana a Chile para presentar "Tiempo muerto", su nueva novela. En ella describe el efecto del tiempo en la relación estancada de unos esposos jóvenes.
Si es cierto que Voltaire dijo que el matrimonio era la única aventura abierta a los cobardes, se puede intuir que no lo decía para denigrar a los esposos (después de todo, en su "Diccionario filosófico" solo se dedica a alabarlos), sino para mostrar que justamente el matrimonio es, contra todo pronóstico, una aventura: una llena de presiones, pequeños dramas y heridas que no sanan jamás. Por esa razón -y por muchas otras más- el acontecer de los matrimonios se ha convertido en tierra fértil para la novela moderna, en gran medida porque permite explorar la condición humana desde del amor y la desdicha, del deseo y la insatisfacción, la angustia y la esperanza.
La escritora colombiana Margarita García Robayo, ganadora del Premio Casa de las Américas y reconocida en Chile por el conjunto de relatos "Usted está aquí", narra en su nueva novela, "Tiempo muerto" (Alfaguara), el fin de un matrimonio en el momento anterior a la caída. En el libro, Pablo y Lucía, esposos de mediana edad, comienzan a notar que algo ya está roto entre ambos. Entre infidelidades, engaños y ataques velados, García Robayo, quien estará de visita en Chile esta semana para participar en los "Diálogos Latinoamericanos" de Filsa, describe el fin de esa relación y también -y sobre todo- el paso del tiempo, su efecto en todo lo que nos sucede.
-La frase "tiempo muerto" está latente en varias partes de la novela. ¿Dónde nace el título del libro?
-El título del libro era otro, "Holiday heart", porque así se llama el síndrome cardíaco que sufre Pablo y porque tenía múltiples connotaciones dentro de la novela, que iban desde una vida afectiva desatada o permisiva hasta la necesidad de nominar cosas en inglés por parte de la subcultura en la que se inscribe la historia; pero los editores no querían un nombre en inglés y eso me obligó a dejar el guiño de lado para pensar en lo más esencial que quería decir. Es una novela sobre el paso del tiempo y sobre el estancamiento. Tiempo muerto es un modo de decir que se está estancado, que no hay manera de avanzar ni de retroceder, que se ha llegado a un punto en el que solo es posible podrirse.
-Luego de escribir "Tiempo muerto", ¿qué piensas sobre el matrimonio y la fidelidad?
-Yo pienso que todos los vínculos son problemáticos. Soy escéptica frente al ideal de familia o de matrimonio como un conjunto armonioso de personas que se quieren y se respetan mutuamente. Por supuesto que una cosa es lo que uno escribe y otra muy distinta es lo que hace en su vida real. En mi vida real tengo una familia en la que trato de ser feliz y estar bien, y mis vínculos distan mucho de ser como lo que cuento en mis historias. Narrativamente, sin embargo, encuentro en estas relaciones problemáticas todo un caldo de cultivo que me gusta explotar. Del matrimonio me interesaba confrontar esta idea de que pasar mucho tiempo al lado de alguien -más allá de la calidad de ese tiempo- es una circunstancia exitosa en sí misma. La historia que se construye con otro no es mejor por antigua. La antigüedad, a veces, solo significa estar gastado.
-Da la impresión de que uno puede ser muy empático con los protagonistas. ¿Te interesaba generar esa empatía?
-Intenté que ambos personajes tuvieran muchos matices, que ninguno fuese víctima más que del paso del tiempo: algo que nos "pasa" a todos. Me interesa construir personajes complejos para no caer en la tentación de juzgarlos. En la vida real no existen héroes y villanos, existe gente más y menos defectuosa, con grados mayores y menores de nobleza y compasión. La compasión es una virtud que respeto mucho, creo que los escritores deben ser compasivos con sus personajes, no por una cuestión ética, sino técnica. Cuando uno odia a un personaje lo que le sale es una caricatura.
-Otras cuestión que aflora en la novela es la incomodidad con el lenguaje, sobre todo con el inglés. ¿Te interesaba observar ese tema?
-Sí, absolutamente. La novela tiene muchos temas y subtemas que quise dejar latentes, aun cuando fueran tangenciales al argumento. Uno de ellos es el lenguaje, la pérdida paulatina de la lengua, algo tan sintomático no solo en la población migrante sino en la gente arribista. El vicio latinoamericano del bilingüismo, por ejemplo, está mencionado en varias ocasiones; de hecho hay una alusión muy directa a la desdicha que supone tener que convivir en el mismo universo lingüístico de Calle Trece.
-Al comienzo de la novela, la protagonista, Lucía, se pregunta "¿quién no está en crisis?". ¿Estás de acuerdo con ella?
-Claro que lo creo. La crisis no es una circunstancia puntual de la que se puede entrar y salir, es una condición con la que se aprende a vivir. Cada tanto hay episodios que nos atropellan e intensifican la crisis subyacente que abarca infinidad de temas, pero que quizá podrían sintetizarse en el modo -o la imposibilidad- de pensarnos como conjunto.
-¿Qué es lo que haces cuando no estás escribiendo? ¿Cuál es tu forma de descansar de la escritura?
-Leer. Aunque en estos momentos lo último que quiero es descansar de la escritura, más bien al contrario. Quiero que el día tenga unas cuantas horas más para poder sentarme a escribir mientras mis hijos duermen. Mis fantasías actuales consisten en encontrar un cuarto vacío con una mesa y una silla y varias horas llenas de silencio. Ni una ventana pido, solo silencio.
-¿Crees que existe un "boom latinoamericano femenino"?
-La verdad no tengo idea. No hay entrevista en la que no me hagan esta pregunta, pero no consigo saber la respuesta. Lo cierto es que si hablo de mi experiencia como lectora, es cierto que privilegio a las autoras mujeres, pero no necesariamente contemporáneas ni latinoamericanas. También, pero no solamente. Lo que pasa es que siempre he tenido claro que mi experiencia como lectora es muy poco representativa del universo de lectores. Si no, todas esas mujeres que leo serían best sellers y/o estarían muy bien ponderadas por la crítica. Y en la mayoría de los casos no es así.
margarita garcía robayo dice que le gusta explotar las relaciones problemáticas.
Margarita
García Robayo
Editorial Alfaguara 160 páginas
$10.000
"Tiempo muerto"
Por Cristóbal Carrasco
Alejandra López