Desde ayer, luego de su discurso que marcó la apertura del XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), Xi Jinping, el Presidente del país asiático, se inscribió entre los grandes próceres socialistas luego de prometer "una nueva era" y una China "erguida entre todas las naciones" en 2050.
El triunfalista mensaje de Xi, quien condicionó este auspicioso futuro a la continuación del régimen que lidera y sus políticas, fue escuchado por cerca de 2.300 delegados del PCCh. Fue uno de los discursos más largos que se recuerdan en el Gran Palacio del Pueblo, de tres horas y media, en el que repasó su labor desde el anterior congreso de 2012, cuando fue elegido secretario general para poco después llegar a la presidencia.
Y es que la influencia de Xi es tal, que su nombre podría ser inscrito en la carta del partido, honor reservado hasta entonces a Mao Tse-Tung, fundador de la República popular, y a Deng Xiaoping, artífice de las reformas que propulsaron a China al rango de segunda potencia económica mundial.
El discurso
"Todos los camaradas del partido (...) debemos pensar en los eventuales peligros en tiempos de paz y atrevernos a hacer cambios", destacó Xi al comienzo de su discurso. Subrayó también los logros de sus cinco años en el poder, una época "con un entorno exterior caracterizado por una economía mundial sin fuerzas para recuperarse", en la que China, sin embargo, se consolidó como segunda potencia económica y aumentó su PIB desde los ocho hasta los 12 billones de dólares.
El Mandatario valoró los avances chinos en la carrera espacial, la celebración de varias cumbres que aumentaron el prestigio internacional del país (G20, Foro Asia Pacífico, BRICS) y el haber sacado de la pobreza a más de 60 millones de personas. También afirmó que "se frenó resueltamente a las fuerzas secesionistas que persiguen la independencia de Taiwán".
No podía faltar la mención a la lucha contra la corrupción, gran bandera de su Gobierno, y en ese sentido subrayó que el PCCh luchó decididamente contra los "hábitos malsanos" de sus altos cargos y cumplió su "papel de afilada espada", en campañas que han castigado a 1,4 millones de funcionarios corruptos.
También recordó la historia del PCCh, que se acerca a su centenario (fue fundado en 1921) y rememoró que "combatió 28 años bañado en sangre" para lograr "la transformación más amplia y profunda desde que comenzó la historia de la nación china".
Optimismo
El máximo líder chino mostró su optimismo para asegurar que el país "está cerca de culminar la gran revitalización de la nación", prometiendo "una nueva era". Aunque, dijo, para ello debe "oponerse resueltamente a toda acción que divida nuestra patria" y "eliminar de su sano cuerpo todos los virus corrosivos".
Xi fijó numerosos objetivos futuros para continuar la apertura económica, entre ellos el de "hacer que el mercado juegue un papel decisivo en la distribución de los recursos" y participar en el proceso de globalización económica.
Anunció además que China ya está a punto de lograr la "sociedad moderadamente próspera", que fue el gran objetivo del anterior secretario general y presidente, Hu Jintao.
Xi afirmó que tras ello llegarán dos etapas: una entre 2020 y 2035, en la que el país "ocupará un lugar en las primeras filas de los países innovadores", y otra hasta 2050 en la que la nación china "se erguirá entre todas las naciones del mundo".
Una china abierta
Prometió una China abierta a la economía mundial, ya que "el enclaustramiento conduce al atraso", y afirmó que el país debe mantener su régimen, "una dictadura democrática popular", ya que no consideró recomendable "trasplantar mecánicamente las modalidades de los sistemas políticos extranjeros".
"Construiremos una China de paz" y un país que "jamás aspirará a la hegemonía ni practicará la expansión", cerró.
"Todos los camaradas del partido debemos pensar en los eventuales peligros en tiempos de paz, y atrevernos a hacer cambios".
Xi Jinping, Presidente de China"