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(Me llamo) Sebastián presenta "La Sombra", su quinta creación

MÚSICA. La creación del cantautor nacional que ya está disponible en diversas plataformas digitales.
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Amelia Carvallo

"Es un enfrentamiento conmigo mismo". Así define el cantautor nacional (Me llamo) Sebastián "La sombra", su quinto disco que ya se encuentra disponible en plataformas digitales.

Sebastián Sotomayor acaba de estrenar el videoclip que acompaña al lanzamiento de "Edificios" el primer single del álbum, que para él "muestra cómo esa sombra que uno arrastra desde chico te persigue y se va haciendo más grande hasta que te das cuenta que tienes que enfrentarla. Cuando lo hice me di cuenta que en realidad era nada, sólo miedo en mi cabeza. El video es una metáfora de eso. Y de "Buffy, la cazavampiros".

"Mis discos siempre parten de experiencias súper personales o que le ha pasado a gente muy cercana; prefiero hacer mi trabajo desde cosas que realmente he vivido para poder hablar honestamente de ello, no como hacer canciones medias panfletarias o esquemáticas", detalló a este medio al teléfono.

-¿Entre medio de qué tiempos salieron las canciones de "La sombra"?

-Las empecé a componer al otro día de terminar el disco anterior, fue como un período de un año y medio de componer y escogimos al final las diez canciones que conforman el disco. Es material que viene recopilándose de todo un proceso medio depresivo que tuve después de mi disco anterior. Teníamos como 25 a 30 canciones para escoger y las que quedaron creo que servirán para un disco un poco más luminoso. Al final las canciones que escogimos tienen que ver con cómo las cosas que nos suceden cuando somos niños nos determinan un poco en el futuro, o en el presente, cómo uno sigue actuando con ese niño chico adentro, como que te comanda, te pone inseguro, a mí me pasa eso, al menos. Las canciones que elegimos reúnen temáticas de ese tipo, que tienen que ver con la infancia, con las decepciones, algo así, es un disco más llorón, al parecer.

-Te acompañan las Vulvas Furiosas en el videoclip de los Edificios

-Sí, ellas son mis partners bailarinas, hace años que aparecen en mis videos y me acompañan en los conciertos, trabajamos codo a codo, ellas interpretan en danza mi música, siento que somos como una especie de colectivo de trabajo. Yo me lanzo al Bailey creo que no deberíamos tener miedo de movernos. Quienes estudiamos música nos movemos poco, nunca te hacen bailar y a los bailarines les pasa lo mismo, mueven sus cuerpos pero no les enseñan a tocar instrumentos, la educación que tenemos es súper separatista.

Para acompañarse en los escenarios está tocando con El Dúo de la Libertad, formado por los músicos chilenos Pablo Gálvez al bajo y la guitarra y Cocó en la batería y secuencias, además de Sebastián que estará frente al piano y en la guitarra eléctrica. "Me escondí detrás del piano por muchos años y ahora estoy parado, moviéndome, también tiene que ver con este desafío de enfrentarse a la sombra que uno tiene".

Diez canciones

El disco ofrece diez canciones, incluidas renovadas versiones de sus dos singles previos: "Las Polillas" e "Hijos del peligro". Abre con ésta última, una canción que se sostiene sencilla en la voz de Sebastián y puro piano. Sigue "Edificios" y "Adolescente", canción de base electrónica que sucede "La tos". "Los humanos" y "Bajo este sol" transitan por un pop melancólico y citadino que acompañan "Tus gatos", "Mi voluntad" y "Que nada nos cambie". El álbum cierra con "Las polillas".

"Es material que viene recopilándose de todo un proceso medio depresivo que tuve después de mi disco anterior. Teníamos como 25 a 30 canciones para escoger"."

canciones componen "La sombra", el quinto disco del chileno Sebastián Sotomayor, (Me llamo) Sebastián. 10

Aceite de bacalao

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Cuando ese Chile de los años 50 del siglo pasado, combatía la tuberculosis y la desnutrición de sus niños, en las escuelas se llevó a cabo una campaña que prodigaba a los alumnos una porción diaria (una cucharada sopera) de aceite de bacalao, suplemento alimenticio que -según se decía- "tonifica los huesos, mejora el apetito y nos previene de enfermedades."

Difícil es relatar los episodios que se vivían al momento de la dación de la maloliente poción. El desagradable sabor y un aroma de verdad nauseabundo, provocaban el rechazo de los más. La recomendación de "apretarse la nariz y tragar", no daba resultados. Tampoco lo era el "chupar la mitad de una naranja".

Pero, lo destacable es que nadie reclamaba. Los padres apoyaban esta tarea, asumida responsablemente por los profesores en las escuelas públicas. Era una obligación bien asumida. Nadie hizo una demanda, como se ha hecho frecuente en la hora presente. El apoyo a la labor docente era total.

En muchos hogares también se daba esta emulsión a los hijos. Había uno que venía desde Noruega. Y otro, anaranjado, proveniente del Perú (Bacalao de Wampole, lo recuerdo).

Hubo una versión chilena, un sucedáneo del aceite de bacalao. Era el amarillento y oleaginoso "aceite de tollo", que se hacía a partir del hígado de aquellos peces escualiformes. De aroma y sabor parecido al original, era mucho más barato y asequible. Se le conoció como "el bacalao de los pobres" (y provocaba las mismas naúseas). Se adquiría en la caleta de pescadores, en pequeñas botellas de vidrio. Alguna vez lo hicimos en casa y un par de voluminosos hígados de dichos selacios, nos permitió excelentes rindes, asegurando nuestras raciones por un buen tiempo. Claro, eran otros tiempos… Y nosotros, éramos otros.

Jaime N. Alvarado García.