Secciones

Alabanza del pimiento

E-mail Compartir

¿Qué nutre sus raíces que no temen avanzar hacia las entrañas de las piedras, ahogándose en esa arena seca, muy seca?

El pimiento no es un árbol. Para crecer, generoso y solo, en la desgarradora infelicidad de la pampa, se precisa haber sido, antes que árbol, un minero: el pimiento es un minero que se convirtió, en proceso de sangre y de fortuna, en un árbol extraño, un espectro de viento y soledad, de soles y espejismos, de pie más allá de toda flora, como pariente aventurero y solitario.

Es un minero que se quedó, repentinamente, preso en sus alucinaciones y que varió su cabeza de áureas fantasías por un ramaje duro y verdoso, como cabellera de dios de pantomima; y que permutó sus manos por una fragancia que recuerda no se sabe qué bosques olvidados en el tiempo; y quien dio a sus piernas destino diferente, de anclas de la soledad: las piernas de este minero son alimentadas por secretos jugos que le permiten alzarse, sin claudicar jamás, en mitad del desierto.

Allí verdea el pimiento como un Padre de soles. Pastor de la distancia. Vigilante del viento. Todo es plano y seco.

Sólo él rompe las horizontales de la monotonía con su actitud de anacoreta, con su cuerpo de penitente, inmóvil y plácido.

Se le ve desde lejos. Y uno, súbitamente, no podría asegurar que esa sombra que se yergue remota sea un árbol, o un ser que decidió su suerte en amor de brasas y espejismos.

El pimiento es un minero. Sí: un minero que, fatigado de explorar, decidió catar la soledad celeste que en la pampa parece tan próxima… Dejó que el viento le robara su mula; que sus alforjas fueran llevadas por los cateadores fantasmas que, en las noches, varían las huellas y derraman las cantimploras, vengando sus malandanzas; y se arrodilló en medio del desierto, y el desierto, poco a poco, obtuvo de él un árbol: el único capaz de florecer en aquella cuna del tormento.

Sus raíces se hunden valientes en la piedra, ¡minero, al fin! Y su aroma no es sino un ardid del Transfigurado para descubrir, un día, la veta del Cielo.

Andrés Sabella

"Los perros" gana el Premio Horizontes Latinos 2017

GALARDÓN. El filme, de la directora chilena Marcela Said, triunfó en la edición 65 del Festival de Cine de San Sebastián.
E-mail Compartir

La película "Los perros", de la directora chilena Marcela Said, ganó ayer el Premio Horizontes Latinos de la edición 65 del Festival de Cine de San Sebastián.

La realizadora, que recogió el premio de manos de la presidenta del jurado, la máxima responsable del Festival de Cine de Cartagena de Indias, Lina Rodríguez, dedicó su premio a las cineastas mujeres que son madres -como ella-, porque "trabajamos solas muchas veces".

"Mi cine apela a la inteligencia de los espectadores. Me gustan los personajes con matices, no creo que seamos todos buenos o malos. 'Los perros' habla de eso y eso es un mensaje universal".

Said, quien estaba muy alegre, llegó a San Sebastián inmediatamente después de recoger otro premio, el que concede al mejor largometraje de ficción del festival de Biarritz-América Latina. "Las mujeres ya no queremos quedarnos en casa planchando, hacemos cine y ganamos premios", dijo.

Said reconoció que fue una película "muy difícil" de hacer no sólo por "sus personajes singulares y complejos", sino también por la "exploración de las zonas grises que propone".

"Los perros" es una reflexión social sobre la complicidad del mundo civil con la dictadura de Augusto Pinochet a través de su silencio, las personas que callaron y que hoy son dueños del patrimonio del país.

En la cinta, Mariana (Antonia Zegers), una mujer de la clase alta chilena, conoce a Juan (Alfredo Castro) un exmilitar investigado por abusos de derechos humanos durante el régimen de Pinochet y que ahora es su profesor de equitación.

Esto le obliga a enfrentarse al apoyo que su padre y su círculo social también brindó a la dictadura, una historia que da continuidad en cierta forma al documental "I love Pinochet", que Said realizó en 2001.

También recuerda, a través de la figura del ex coronel Juan Morales Salgado, que ya apareció en el documental "El mocito" (2011), la historia de uno de los principales testigos sobre las aberraciones cometidas por los militares durante el régimen de Pinochet, "ese personaje pequeño y ninguneado pero que sirvió para destapar las mentiras".

El premio

Al premio Horizontes Latinos optaban doce películas producidas en ocho países latinoamericanos -Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela-, con la colaboración de otros países como Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Noruega y Qatar.